—El reporte dice que el conflicto comenzó por una provocación entre un demonio que apoya la idea de la conquista del Edén y uno que está a favor del líder Viketh; los involucrados no se contuvieron y una riña fue lo que aconteció, mi Señor. Además, los refugiados que se han acentuado en la Zona Alta están recibiendo malos tratos por parte de la Legión Negra, ya que han sido amenazados para que abandonen el territorio. Otro punto importante que mencionó el general Ashmedish, es que hay una especie de cacería de brujas contra los caídos e híbridos que habitan en el sitio; no se sabe quién la inició, pero ahora los civiles han intervenido.
Swan terminó de explicar el reporte mientras caminaba junto a su amo. Astaroth ya había intuido que la Zona Alta sería la primera en entrar en conflicto; sin embargo, había creído que tomaría más que tan sólo unas semanas.
—Lo mejor será ir de inmediato, Swan.
—¿Quiere que lo acompañe, mi Lord? —interrogó con cortesía el demonio gárgola.
—No, Swan. Será mejor que te quedes aquí.
—Como usted ordene, mi Señor.
—Informa a Mammon del movimiento. Seguramente Samael sigue en la Zona Alta y busca sacar el mejor partido de este problema —parló el Lord de la Piedra Gris con seriedad.
—Sí, mi Lord.
Sin más esperas, Astaroth abrió el portal clásico en forma de circunferencia en el suelo y se adentró. Su mente vagaba en las posibles resoluciones que podría obtener; así mismo era consciente de que Samael buscaría encararlo después de lo sucedido en la Piedra Azul. Empero, Astaroth sentía una seguridad que lo recorría; aquél mismo sentir que lo había acompañado cuando había liberado a Samael del viejo castillo de la Zona Alta.
***
El tiempo había transcurrido con rapidez; Astaroth había cambiado inminentemente, pues no sólo su apariencia se había transformado en la figura sombría del Lord de la Piedra Gris. Astaroth sentía muchas otras diferencias en su interior, aquella madurez para tomar decisiones, como sus sentimientos hacia los involucrados en el camino que recorría. Por supuesto, sabía que Samael y Belphegor también mostraban un cambio y madurez; ahora eran demonios Lores intimidades, poderosos y capaces de controlar multitudes. Astaroth no odiaba la decisión que había tomado durante su juventud temprana, aquél momento en el que había liberado a Samael; creía que aquella situación había sido la más decisiva de toda su vida.
Una vez Astaroth arribó a la Zona Alta, encontró a los soldados de su Legión y a los de la Legión Negra; mientras que el General Ashmedish lo esperaba en uno de los puestos de comando. Otro detalle que había en el sitio era que los civiles parecían esperar en penumbra. Astaroth entró al puesto y encontró al líder Viketh junto a otro demonio de categoría común de cuernos color café claro.
—Mi Lord —Ashmedish parló con respeto—, tuvimos que intervenir debido a que la pelea estaba por escala a otro nivel.
El Lord de la Piedra Gris contempló al demonio desconocido; su primera suposición fue que era el causante de la riña.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Astaroth con su clásico tono.
—Belmok —replicó el demonio de cuernos cafés claros y tez morada oscura. Sus ojos amarillos mostraban enojo y retaban al demonio Lord.
—Belmok —continuó Astaroth con su postura al ignorar la pose desafiante del demonio común—, veo que mis hombres te han detenido; eso quiere decir que iniciaste la pelea.
—Yo no inicié nada. Los cabrones del grupo que apoyan a Samael comenzaron todo. ¡Eso del Edén es una estupidez! ¿Cómo vamos a ser capaces de conquistar una tierra que es protegida por el Creador? Ni siquiera tenemos a un rey, a un líder que nos comando y unifique. Yo jamás aceptaré a Samael como nuestro rey; sus ideas son extremas.
—Sí, comprendo tu sentir, Belmok —repuso Astaroth con honestidad.
La reacción de Astaroth tranquilizó a Belmok como un estruendo de paz. La mayoría de los civiles que seguían al líder Viketh se sentían utilizados e ignorados por los líderes políticos, por esta misma razón eran feroces al oponerse a las jugadas de las campañas políticas. Sin embargo, esa manera de expresarse de un demonio Lord hizo sentir a Belmok como si él tuviera, en realidad, importancia.
—También, Samael inició su estúpido reclutamiento aquí en la Zona Alta. Muchos de nosotros decidimos vivir aquí porque no podemos encontrar un lugar en las ciudades ni pueblos de las otra Zonas.
—¿Ni en la Piedra Verde? —inquirió Astaroth con interés.
—No, ni allí. La Piedra Verde es un lugar muy peligroso ya que las leyes son impuestas por los mercenarios. Mis hijos corren peligro allí, y en cualquier otra Zona mi pareja es catalogada como una esclava.
El líder Viketh tocó el hombro de Belmok y lo consoló. Astaroth se quedó en silencio, aunque era deplorable escuchar lo que un civil revelaba; su fascinación estaba en el hecho de que la raza de demonios seguía en constante evolución. Un demonio común de sangre pura había enseñado algo positivo al Lord de la Piedra Gris.
—Belmok, el General Ashmedish puede ayudarte a trasladar a tu familia a la Piedra Gris, también puedo otorgar un permiso para que tu familia no sea hostigada por la esclavitud.
—No, señor. No quiero eso —reclamó Belmok con un sentimiento de ofuscación que se apreciaba en toda su cara—, ¿cómo es posible que en mi propia nación no pueda vivir en paz y ser respetado?
—La política es complicada —aseguró Astaroth.
—Por eso necesitamos a un rey que nos pueda ayudar de verdad. Con todo respeto, Lord Astaroth, pero usted tampoco es una opción que apoyaremos. Samael y usted son los que más han modificado al reino y han hecho tratados absurdos que nos afectan más de lo que pueden comprender.
—Sí, estoy consciente de ello.
—¿Eh? —Belmok fue incapaz de ocultar su respuesta de asombro. Toda su vida había creído que los demonios Lord eran orgullosos, en especial el Lord de la Piedra Gris y el Lord de la Piedra Negra—. Entonces, comprende que no vamos a dejar que ninguno de ustedes dos suba al poder, ¿verdad?
—Sí. Y estoy completamente de acuerdo con esa resolución. Me parece lo más razonable y lo mejor. Ni siquiera yo aceptaría que fuera diferente; sin embargo, Belmok, debes comprender que por el momento deben seguir a uno de los dos.
—Lord Astaroth —interpuso el líder Viketh—, con todo el respeto que usted y Lord Samael se merecen, nuestra gente no va a tolerar más conflictos sin sentido.
—Entiendo, líder Viketh. No obstante, les pido que aguarden y sean abiertos de mente y corazón para tomar una decisión. Yo no dejaré que Samael se convierta en rey, pero sí apoyaré a la persona que vendrá y hará del reino un lugar mejor.
Sin otra palabra más, Astaroth abandonó el puesto y ordenó a Ashmedish seguirlo. Belmok y Viketh siguieron los pasos del demonio Lord por curiosidad.
***
En el exterior, Astaroth extendió sus alas y sobrevoló el sitio, buscó la figura temible de su homólogo de la Piedra Negra y descendió cerca de su lugar de refugio. Samael notó la presencia del otro demonio Lord y arrojó una mirada de odio; luego usó su magia para aparecer frente a Astaroth.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó Samael con furia.
Los civiles, soldados y de más habitantes de la Zona Alta se comenzaron a agrupar en los alrededores. Así como Samael y Belphegor habían causado inquietud en la gente, aquella escena era todavía más tensa y peligrosa que la pasada. Los rostros de los presentes lucían consternación, terror, sorpresa y algunos satisfacción.
—Samael —Astaroth utilizó una voz fuerte y cargada de sentimentalismo—, ocupar la zona Alta no te dará el paso al trono.
—Es mi campaña política. Estamos en proceso de reclutamiento y entrenamiento para la conquista del Edén. Ahora más, ya que el Cielo parece estar ocupado con sus propios conflictos —expresó Samael con imprudencia.
—De ahora en adelante, tú y yo somos enemigos públicos. Tu estúpida campaña de reclutamiento está causando estragos aquí. La Zona Alta debe ser respetada.
—Astaroth, el rey habitará aquí, ¿a caso no lo dijiste tú?
—Todavía veo el cuerpo de La Bestia como un símbolo de poder sin control.
—¿Qué hay de ti?, ¿cómo vas a destruirla?
—No pretendo hacerlo —aseguró Astaroth.
De pronto, los rostros de los presentes más cercanos a los demonios Lores se llenaron de incredulidad. Los civiles comprendían que Astaroth negaba continuar con su campaña política por el puesto del rey.
—Claro, justo como lo habías dicho. Solamente quieres impedir que yo obtenga el poder —reclamó Samael con una voz profunda.
—Por ahora sí —resolvió Astaroth con una sonrisa macabra—, por ahora no puedes ni siquiera ganarme a mí.
Samael se movió con prontitud y se elevó; usó su poder para crear un eco que viajara kilómetros a la redonda. Si debía comenzar la guerra allí mismo, entonces se prepararía para iniciarla de una manera fenomenal.
—Todos aquellos que dudan de mi poder, son unos incrédulos —habló el Lord de la Piedra Negra—. Durante la rebelión contra el antiguo gobierno les demostré de lo que soy capaz; los demonios somos la raza más poderosa de la Creación y debemos honrar nuestros códigos. Conquistar y someter es algo que siempre hemos hecho mejor, ¡no podemos dejarnos guiar por un demonio que proviene de la raza que nos sometió! ¿Lo han olvidado? ¡Fueron los archidemonios los que tomaron la ventaja! Ha llegado el momento de que tomemos las riendas de nuestro futuro y seamos nosotros, los demonios, los que dirijamos al reino que nos pertenece. No podemos mostrar debilidad ante nadie, ni muchos menos ante un demonio-arcano que busca controlarnos. Recordemos que los proto-demonios nos usaron, así como los archidemonios; nosotros no podemos volver a permitir que eso ocurra. Los híbridos de demonio ni los caídos comprenden algo tan simple como esto porque no vivieron lo que nosotros, porque ellos no experimentaron la sensación de opresión que estas creaturas nos impusieron.
>>—Lord Leviathan y yo hemos hecho una alianza para unificar nuestro poder y derrocar al viejo mandato que todavía se esconde en este demonio que ocupa la Piedra Gris. No olvidemos que su nombre real es Ishtar Astaroth; ex-príncipe de la vieja corona, actual Duque del Infierno y Lord de la Piedra Gris. ¡Nos sigue mintiendo! Y tiene la desfachatez de decir que no desea el puesto, cuando lo único que hace es poner en riesgo a nuestra nación.
>>—Únanse a mí y peleemos contra el verdadero enemigo. Yo me convertiré en su rey, en el Señor que los llevará hasta la gloria y enaltecerá a la raza de los demonios. ¡Peleemos juntos para destruir a los que nos oprimen! ¡Destruyamos a la creatura que dio inicio a los archidemonios: La Bestia! ¡Seamos, por fin, los amos de nuestra tierra! ¡Dejemos atrás los pensamientos impuestos por los proto-demonios! ¡Somos demonios, somos feroces y podemos conquistar y someter! ¡El Edén será nuestro bajo mi mandato!
De forma inmediata gran parte de la multitud estalló en gritos, aplausos y alabanzas dirigidas al Lord de la Piedra Negra. Había sido un discurso emotivo y cargado de una realidad. Los demonios que habían vivido bajo el antiguo mandato, que conocían esta historia, se sentían identificados con las palabras de Samael; estaban cansados de ser vistos como inferiores y deseaban ser ellos los únicos residentes del Infierno.
A continuación, Astaroth también usó sus poderes para crear una resonancia de su voz en los alrededores; esperó a que Samael se posara en una roca y suspiró con fuerza. De entre la multitud lejana, pudo sentir la presencia de Sadim, su mercenario que informaría a Beelzebub de su sermón.
—Gente del Infierno, es verdad que como un archidemonio pertenezco a la raza que nos oprimió en el pasado. Es cierto que mi sangre pertenece a la de los demonios más poderosos que descienden directamente de La Bestia. Sí, es verdad que soy Duque del Infierno debido a la posición que tuve en el pasado; sin embargo, yo no pretendo ser rey. No deseo un puesto que podrá dañar a la nación ni que podrá dirigir a nuestra gente por un camino indeseado. Yo creo en las diferencias de la raza, en que para ser un demonio no se necesita nacer como uno, que podemos convertirnos en entes que apoyen la verdadera esencia de los demonios. Podré mencionar ejemplos y ustedes corroborarán la verdad.
>>—Analicemos, por favor, si cualquiera de los cinco Señores del Infierno se quedara en el poder, lo único que obtendríamos serían guerras internas que afectarán a nuestro reino a un grado devastador; nada de lo que menciona el Lord de la Piedra Negra sería posible, ya que viviríamos en constante oposición. Además, ustedes lo pidieron: aclamaron a un ente con la capacidad de controlar a La Bestia y con ello que sobrepase a nuestros deseos irracionales y egoístas; una persona que escuche al pueblo cambiante y mezclado que ahora somos.
>>—Justo como Lord Samael con Lord Leviathan, ustedes deben comprender que en este asunto Lord Mammon ha otorgado su apoyo a la posición que aquí presento. No puedo asegurar que sea lo mejor, ya que es parte de lo que estamos descubriendo. La equidad debe existir, sí; pero la esclavitud es algo que nos representa, por lo que tampoco debemos erradicarla sin antes comprender lo que nos provee. Debemos buscar un balance, pero no con un líder venido del pasado o del mismo círculo político que ha fallado en proteger al reino.
—Estás sugiriendo lo que creo, ¿Astaroth? —interrumpió Samael todavía con su voz en eco—, ¿estás insinuando que pelearemos? ¿Estás apoyando la idea de enfrentarnos?
—Sí —Astaroth respondió con seguridad; luego se dio una media vuelta y encaró a Samael desde su posición—. Sí. Samael, si es necesario pelear contra ti y tu Legión, entonces lo haremos. El reino merece a un rey capaz de tomar decisiones unánimes y desinteresadas. Tú y yo no podemos hacer ninguna de las dos.
—Por supuesto que yo puedo, Astaroth. No vamos a dejar que un sujeto del exterior nos venga a gobernar. ¡El rey debe ser un demonio!
—Eso quiere decir que los híbridos de demonio, caídos y nacidos fuera del reino no son demonios para ti, ¿no es así?
—Sí, es verdad. Son seres que no pueden considerarse demonios reales. Como los Nefilinos, ellos son híbridos con nuestra sangre, pero no son como nosotros.
—Es cierto. Ya que ellos, en su genética, encontraron una extraña balanza que les permite ser una raza completamente nueva. Pero no puedes hablar del resto de la gente que posee sangre de demonio y se representa como uno —complementó Astaroth con severidad.
—Ha llegado el momento de decidir esto, Astaroth —arrebató Samael, después apareció a Lieruz y amenazó la figura del Lord de la Piedra Gris—. Prepárate para morir.
Con rapidez, la multitud estalló en conflicto. Los civiles que deseaban evitar la muerte corrían por sus vidas, se refugiaban y abandonaban la Zona Alta. Los ciudadanos que deseaban seguir sus convicciones y apoyar a sus líderes se enfrascaron en batallas; usaban armas robadas, rocas y objetos que sirvieran para matar. Ambos grupos de soldados de ambas Legiones se lanzaron al conflicto y peleaban con profesionalismo. El caos había caído en toda la Zona Alta y se esparcía con rapidez.
Por otra parte, Samael atacaba a Astaroth con brutalidad; empero Astaroth no había sacado su espada, lo único que hacía era evitar las arremetidas de Samael. La guerra civil había comenzado en un momento casi oportuno; a pesar de que Astaroth había deseado proteger a los inocentes, no había tenido la oportunidad de actuar debido a su plan.
La guerra civil representaba el inicio de la coronación, el inicio del levantamiento del reino más temido de la Creación. La nación era guiada, en estos momentos, por dos líderes que se contraponían en ideas y en orígenes; aquellos demonios que alguna vez se habían encontrado en el castillo de la Zona Alta, como dos sujetos sin ningún vínculo aparente, ahora eran unidos, nuevamente, por una batalla de interés político.