La mañana siguiente llegué a clase 2 minutos antes de que el profesor cerrara la puerta en mi cara como casi todos los lunes.
-Joey Parker, que milagro verla tan temprano por la clase. –Le sonreí inocente.
-Es para que vea que si me importa su clase. –Le hice ojitos, bromeando. Rodó los ojos.
-Pase de una vez antes de que la deje afuera por graciosa. –Entré casi corriendo y tropezándome con mi mismo pie. Me senté al lado del nuevo alumno. Había entrado la semana pasada y esta era la primera clase que lo veía.
-Hola, soy Joey. –Lo saludé con una sonrisa amigable. Me miró a través de sus pestañas, hizo una mueca como saludo. Hice una mueca con los labios. Tal vez es tímido.
-¿Eres Alex King, cierto? Vi tu nombre en secretaria. No es porque sea una chismosa pero trabajo a veces en secretaria para tener puntos extras. Si deseas tener puntos extras puedes decirme y podría hablar con la directora para que te de trabajo ahí, o puedes trabajar en la biblioteca, en realidad es en cualquier lugar que desees. Digo... -Me interrumpí por la mirada de aburrimiento que me estaba dando. Sonreí avergonzada. –O tal vez no. –Susurre.
-Muy bien alumnos, escuchen. –El profesor empezó a hablar de física. Mi mente vagaba con los casos del asesino. No sabía cómo podía conocerlo, mayormente mataba a hombres, así que no tenía miedo a que me matara, y si lo hacía seria increíble ser asesinada por él. Es tan famoso como lo era Hitler. Suspiré soñadora.
-¡Señorita Parker! –Salté en mi asiento. Miré al profesor y no solo él me estaba mirando, toda la clase me miraba. Trágame tierra.
-¿Si, profesor Miller? –Se indignó.
-¿Me podría decir que es lo que ha estado haciendo mientras daba clase? Porque le pregunté sobre un problema como ¡3 veces! –Me gritó. Me encogí en mi asiento.
-Lo siento, me distraje. No volverá a pasar. –Le sonreí. Me miró ceñudo.
Continuó con la clase por lo menos 1 hora más y al fin sonó el timbre, libertad.
Mi compañero y yo fuimos los últimos en salir.
-Señorita Parker y señor King, acérquense, por favor. –Fui hasta su mesa, fuimos.
-¿Desea algo profesor? –Me fulminó con la mirada, retrocedí.
-Parker, te daré una tarea más para tu trabajo de investigación. –Abrí los ojos emocionada.
-¿Qué? ¿Qué es? –Me apresuré al decirle.
-Bueno, como veras el joven King es nuevo, así que trabajaran juntos en él trabajo. Y esto es sin tema a discusión. No, nada. Shh, Shhh. –Me calló cuando quise oponerme. Refunfuñé. Miré a mi compañero, molesta.
-Pero profesor, mi compañero ni me habla. Lo único que hace es mirarme con esa mirada que me juzga. –Alex se río. ¡Por fin!
-Te miro así porque me pareces la persona más molesta que he conocido. –Jadee, ofendida. Obviando el hecho de que su voz me causó escalofríos. Profunda.
-Obviamente no conoces a mis amigos, ellos me aman.
-¿Tus amigos son sordos? Porque si yo fuera ellos ya me hubiera cortado las orejas.
-¿Tú tienes amigos? Porque con esa actitud nadie te soportaría.
-¿Tú familia... -El profesor lo interrumpió.
-¡Basta! –Nos gritó haciéndonos callar. –Hagan el trabajo, y punto. No me interesa si se matan mientras lo hacen pero me lo terminan. –Se arregló el cuello de su camisa y nos miró con desdén. -Listo, pueden retirarse. –Nos botó del salón.
Salí corriendo para ir a la cafetería, era hora de mi merienda. Sobé mi estómago.
Caminé rápido a la cafetería antes de que me dejaran sin comida, pude escoger una pizza, jugo de naranja, barrita de chocolate y un plátano saludable, yay.
-¿Te comerás todo eso? –Alissa, mi mejor amiga preguntó llegando a mí lado. Hice un puchero.
-Siempre come como una cerda, no sé de qué te sorprendes Alissa. –Comentó Nick. Bufé.
-Amigos, estoy aquí.
-Lo notamos, Joey. –Los fulminé con la mirada mientras se reían de mí. Dejaron su tabla del almuerzo, sentándose al frente mío.
-¿Kai se quedó en casa? –Me dirigí a Nick. Negó con la cabeza. Tomó una mordida a su pizza, contestándome de a poco.
-Está con una junior en el almacén, tomará tiempo a que terminen. –Rodee los ojos, las chicas aquí son tan educadas y tan inteligentes. Nótese mi sarcasmo.
-No entiendo cómo pueden salir con Kaiden. –Alissa, agregó. Asentí, dándole la razón.
-Quiero decir, es Kaiden, ew. –Abrí mi boca poniendo mi dedo adentro, arrugamos la nariz ambas. Gross.
-Saben que es mi hermano y su amigo, ¿cierto? –Asentimos con la cabeza Alissa y yo.
-Como somos amigos te tenemos que decir la verdad. –Me encogí de hombros. Había terminado casi todo, faltaba mi barrita de chocolate y mi plátano. Me erguí en mi silla al ver a Alex King pasando por nuestra mesa. Le sonreí amigable.
-¡Alex! Ven, siéntate con nosotros. –Lo saludé con la mano. Me miró indeciso hasta que suspiró haciendo una mueca. Dejó su bandeja a mi lado.
-Chicos, él es Alex, es mi compañero de investigación. –Les miré a los ojos, haciendo que lo trataran amable. Primero fue Alissa y luego Nick, los dejé hablar mientras trataba de abrir mi barrita de chocolate, estaba difícil, la bolsa no coopera. Lo intenté abrirlo con los dientes, nada. Saqué una tijera súper puntiaguda para abrirlo, ¡por fin! Pensé. Hasta que se me cayó el chocolate al piso. NOOOO, hice una mueca triste.
-¡Nooo! Mi barrita. –La miré desde mi sitio, viendo como el señor de limpieza me miraba molesto mientras lo barría llevándoselo al tacho de basura, mi corazón.
-¿Puedes decirnos por qué tienes esa tijera que podrías sacarnos un riñón con una clavada? –Nick estaba sudando frio, mientras veía como agarraba mi tijera. Lo miré confundida.
-Se la quiero regalar al asesino. –Lo miré a los ojos. Me miró como si estuviera loca.
-Joey, sé que tienes una loca obsesión con el asesino pero nos estás asustando. –Me miró Alissa. Puse una cara triste.
-Cállense, no quiero que Alex piense que estoy loca. –Lo miré atrapándolo mirándome con sus cejas levantadas. Le sonreí.
-Lo pienso desde que te escuché hablar por primera vez. –Mis amigos se rieron, yo no.
-Tengo clase, me retiro. –Hice un gesto de amor y paz. Dejé mi bandeja al lado de la puerta en los muebles y salí para mi casillero.