Llegué a casa después de unas largas horas en el infierno. Esperaba que hoy tengan noticias de Allen. Necesitaba llenar información en mi reporte sobre él. Alex vendría más tarde para comenzar con la investigación. Podía sentir como mi estómago empezaba a gruñir, no había comido nada desde la mañana.
Estaba recostada en mi cama leyendo "Hybrids y Lycans". Suspiré soñadora, ojala conozca a mi alma gemela al igual que ellos. Estaba tan concentrada en mi libro cuando Smith, mi hermano entró a mi habitación gritando.
-¡Joeyyyy! ¡Mamá dice que el almuerzo está listo! –Llegó hasta los pies de mi cama en donde tenía mi cabeza apoyada para despeinarme con sus manos mojadas.
-Ew, ¿Qué contienen tus manos? ¿Por qué están mojadas? –Le grité. Me sonrió malévolo.
-¿No te imaginas que es? Muajajaja. –Lo miré asustada. La locura es de familia.
Bajamos corriendo hasta la cocina, encontrándonos con mamá y papá esperándonos. Les sonreí, saludándolos.
-Niños, siéntense que tengo hambre. –Dijo papá sobándose el estómago.
-Te asimilo y te comprendo, padre. Siento que me podría comer un lechón yo sola.
-¿Y cómo te fue en clase del profesor Miller? ¿Te dejó entrar? Como eres tan puntual. –Rodó los ojos. Le sonreí inocente.
-En realidad llegué dos minutos antes de que me cerrara la puerta en la cara como todos los lunes. -¿A quién habrás salido tan tardona? –Mi madre lo miró esperando a que continuara. –Porque a mi familia no los puedo culpar porque nosotros si somos puntuales. –Mi mamá lo miró por encima del hombro rodando los ojos.
-Bueno, ¿comeremos o no? Tengo tareas. Lo que me recuerda que un compañero vendrá para hacer un trabajo sobre el asesino. –Me miraron ambos.
-¿Esa tarea no era individual? –Asentí.
-Lo es, pero él es nuevo y el profesor Miller me "ordenó" que lo haga con él. –Me encogí de hombros.
-Bueno, será mejor que después del almuerzo me ponga a preparar unas galletitas para que no tengan hambre y estén concentrados haciendo su trabajo. –Mamá me guiñó. Suspiré.
-¡Miren! Puedo devolver el refresco por mi nariz. –Volteamos a verlo, desafiándolo con las cejas levantadas.
-No vale que lo absorbas con la nariz mientras no estamos viéndote. –Papá le señaló.
-¿Cómo lo supiste? –Mi hermano lo miró asombrado. Papá rio, burlón.
-¿Crees que no lo intente antes? –Rodee los ojos.