Regreso a la casa, oculto el resultado en el armario, tomo un rico baño y bajo a la cocina. Debo comenzar a alimentarme sano. En busca de información en internet, me instruyo de todo lo relacionado al embarazo. Tengo que visitar un ginecólogo lo más pronto posible y ver que todo ande bien con mi bebé. Pongo un poco de música y bailo a la par de que busco los ingredientes que necesito. Todo esto ha sido inesperado, pero no puedo negar que la noticia me ha dado una inmensa alegría. Volteo en dirección a la sala, cuando veo a Jensen parado ahí. Del susto, salto como gata asustadiza.
—¿Estás bien?
—¿Qué haces aquí tan temprano? — pregunto nerviosa.
—¿Te molesta que haya regresado temprano?
—No, no quise decir eso. Es solo que siempre vienes bastante tarde. ¿Pasó algo?
—No, solo me siento muy cansado y quise venir a descansar — desvía la mirada, antes de carraspear—. Y, ¿comiste?
¿Así que esa es la razón por la cual está aquí? Mi amor, tu papito está preocupado por nosotros, pero es bastante orgulloso para decirlo. Muerdo mi labio inferior y una sonrisa se forma en mis labios.
—Te ves — hace un pausa—, distinta.
—Tal vez porque me puse un poco de labial.
—No, no hablo de eso. Te ves de buen humor.
—Sí, estoy feliz.
—Pude notarlo cuando llegué. Estabas saltando y riendo sola.
—¿Me viste? — la vergüenza se esparce por todo mi rostro.
—No por mucho tiempo, es solo que no me atreví a molestarte. ¿Comiste?
—Voy a preparar algo ahora — claro, porque he vomitado todo lo que había comido.
—Si quieres puedo hacerte algo.
—¿No estás tan cansado?
—No se me caerá nada por preparar algo.
—Por cierto, ¿te gustó la comida?
—Sí, no sabía que habías aprendido a cocinar.
—Soy pésima, pero te prometo que voy a mejorar.
—Gracias — nunca lo había oído decir esa palabra, no puedo negarlo, me conmovió—. ¿Qué quieres de comer?
—He comenzado una nueva dieta, así que quisiera comer algo sano.
—¿Por qué? ¿Por qué quieres bajar de peso? Te ves bien así como estás.
—¿Tanto te gustan mis curvas? — pongo la mano en mi cintura y hace silencio por unos segundos, mientras me mira.
—No pongas palabras en mi boca, Megan. Por cierto, no deberías andar por la casa vestida así.
—¿Por qué? Esto es lo que mayormente uso para dormir. Es fresco, cómodo y lindo. ¿No te gusta? — doy una vuelta para que vea lo ajustado que está el pantalón corto de la pijama.
—Me doy cuenta — desvía la mirada y rio insidiosa.
—¿Por qué no terminamos lo que comenzamos aquel día aquí? — le recuerdo y lo veo tragar saliva —. Ya sabes que aquel día te quedaste a medias preparando la comida — disfrazo mi doble sentido.
—Voy a darme una ducha y te prepararé algo.
—Eso se va con agua fría — añado, y sonríe ladeado, antes de irse.
Espero a que se bañe y baje. Desde el otro lado de la cocina y sentada en la silla, observo sus fuertes brazos, esos mismos que me cargaron aquella vez. En el momento que voy a darle una ojeada a su firme trasero, muevo el cuello y el cuerpo un poco más a la izquierda de lo que debo, donde casi caigo al suelo y tuve que maniobrar para que no sucediera.
—¿Estás bien?
—Sí— respondo fatigada, tratando de fingir que nada había ocurrido. Qué vergüenza. Si me hubiera caído, hubiera hecho el ridículo frente a él.
—¿Por qué estás tan fatigada?
—Es un ejercicio de relajación que me mostró una amiga — rio nerviosa.
Luego de traer la comida a la mesa, se sienta al frente mío y solo me observa comer.
—¿Por qué no preparaste para ti?
—Aún estoy lleno de lo que preparaste.
—Está delicioso. Gracias.
—Deberías comer más en la casa, si es que realmente quieres bajar de peso.
—¿Y cómo sabes que no estaba comiendo en la casa?
—Bueno, no es difícil darse cuenta al momento de sacar la basura.
—Pero yo nunca traigo la comida de afuera a la casa, siempre como en el auto. ¿Has estado siguiéndome, Jensen?
—Voy a acostarme a dormir. Me alegra mucho saber que te ha gustado la comida. Subiré a mi habitación.
—Eres orgulloso. ¿Por qué te cuesta tanto admitir que todavía te gusto? ¿Cuál es tu miedo? Mi papá ya nos encontró en plena acción, sabe de lo nuestro, incluso ahora estamos casados, ¿qué es lo que te impide hablarme, tocarme o mirarme a los ojos? ¿Por qué me alejas de ti todo el tiempo y, frente a los demás, niegas nuestro compromiso? De quien debíamos tener temor a que se enterara, ya lo sabe, entonces ¿qué es lo que te frena a ti ahora?
—Es muy tarde. Mañana debo madrugar de nuevo, así que voy a retirarme.
—Eres muy bueno evadiendo, pero no podrás hacerlo siempre. Buenas noches.
—Buenas noches — sube a la habitación, sin decir nada más.
No puedo explicarme lo que le sucede. Para mí está claro que todavía siente algo por mí e incluso ahora mismo no lo negó, entonces ¿qué es lo que le frena a decirlo?
Estuve viendo la hora y vigilando la luz de su cuarto por debajo de la puerta. No voy a seguir permitiendo que las cosas entre los dos sigan así. Espero a que sea un poco tarde, para asegurarme de que no esté despierto y entro a su habitación. Viendo que está boca arriba dormido, busco las esposas en la mesa de noche, las abro con sumo cuidado y me acerco sigilosamente a él. Quito suavemente parte de la sábana, dejando sus brazos descubiertos y alimento la vista.
—Esta noche serás mío y esos brazos también— murmuro.
Esposo una de sus manos con cuidado y, cuando la voy subiendo, él despierta, pero logro cerrarla a tiempo en la baranda del respaldo de la cama.
—¿Qué crees que estás haciendo, Megan? — intenta levantarse y, antes de que lo haga, me subo sobre él, presionando su mano libre contra la cama.
—Te has logrado salvar por varios meses, pero esta vez no te vas a librar fácilmente de mí.
—Esto no es un juego.
—Para mí lo es, y uno bien divertido. ¿Sabes por qué? Porque estás a mi entera disposición ahora — lamo mis labios—. ¿Por qué tienes que estar tan jodidamente bueno y ponerme tan caliente? — sonríe ante mi pregunta.
—¿Y qué piensas hacer?
—Querrás decir, ¿qué no voy a hacerte? — suelto su mano para levantar su camisa —. Luces tan irresistible sin camisa. No sé por qué todo el tiempo la llevas puesta. Mira nada más estos pectorales y este abdomen — froto mi mejilla en ellos y rio eufórica—. Siempre había querido tenerte así — lamo su pecho, mientras desciendo con mi lengua a su abdomen y lo beso—. Eres fascinante. Tu olor es tan delicioso — me deleito con su olor y asciendo a su cuello para besarlo, escucho un gemido de su parte y se me eriza la piel—. No sabes cómo moría por oírte de nuevo. Imaginarte jamás será suficiente, yo quiero tenerte así todo el tiempo — robo sus labios y corresponde mis besos, con la misma intensidad que la mía.
Finalizando con ese húmedo beso, siento su erección debajo de mí y muevo mis caderas, para frotarlo con mi parte baja.
—¿Así que todavía puedo causar esto? Y fuiste tan maldito al mentirte ese día diciendo que los sentimientos y las personas cambian. Por favor, los dos sabemos que esta química no la vamos a tener con nadie más. Habrás cambiado tú, pero este me recuerda perfectamente y muere por sentirme por dentro, ¿verdad?
—Ya basta, Megan — pide, con su respiración agitada.
—¿Basta? Me he arrepentido lo suficiente en el transcurso de estos meses, por no haber sido más persistente y buscado la forma de arreglar esto antes. Ahora que tengo la oportunidad de cambiar las cosas, nada va a detenerme, ni siquiera tus pedidos. Claramente estás duro por mí, así que ahora soy yo quien debe hacerse cargo — me cambio hacia el lado contrario, donde pueda tener mi trasero a la altura de su rostro—. Para ser policía, te has dejado atrapar rápido. Pensé que iba a tener que montarte y domarte, pero veo que has bajado la guardia conmigo. No debes olvidar que de cualquier malla sale un ratón y — muevo mi ropa interior a un lado, dejando expuesta mi húmeda vagina—, esta que ves aquí, quiere pasarte factura por no haberle prestado atención por estos largos meses. Es tiempo de que tengan una plática larga y tendida. Asegúrate de hablarle claramente, para que pueda responderte, querido esposito.