He tomado la decisión de llevar mi currículo a varios lugares, en busca de conseguir un buen trabajo. Me ha costado una semana para que me llamen a una entrevista y, tras haberla pasado, han pedido que traiga mis documentos.
—Puedes comenzar mañana mismo. Solo necesito tu certificado de antecedentes penales, ya que su certificado de salud aún está vigente.
—¿Eso también lo necesitan?
—Por supuesto. Es un requisito para la empresa.
—Ya veo.
—¿Sucede algo?
—No.
—¿Puede hacerme entrega del mismo mañana?
—Claro que si — sonrío nerviosa.
No sabía que para trabajar también necesitan eso. Luego de las veces que he estado tras las rejas por el idiota de Jensen, no sé si eso se vea reflejado en ese certificado. Paso por el cuartel para pedir un certificado de antecedentes penales, cruzando los dedos de que cuando me hagan entrega del mismo, salga negativo. El Oficial me entrega los papeles y me desmorono. Las seis veces que he estado presa por la culpa de ese imbécil, están detalladamente escritas en el certificado. Creí que tener la disposición de trabajar era suficiente, pero por lo que veo, ya estoy irremediablemente fastidiada, a pesar de haber pasado lo más difícil; la entrevista.
Regreso a la casa desmotivada, molesta e irritada y, ahí está Jensen, hablando con mi padre como la mayor parte del tiempo. Ese maldito es el culpable de que ahora mismo ni siquiera pueda trabajar. Tras la rabia del momento, tiro los papeles sobre la mesa.
—¡Por tu culpa ahora no podré conseguir ni un maldito trabajo!
—¿Ahora qué sucede contigo, Megan? — pregunta mi papá.
—Un poco más y haces un libro con esto — le da una ojeada a los papeles y sonríe.
—¿Qué te causa tanta gracia? ¿Quieres que te tumbe los dientes, idiota?
—¡Ya cállate, Megan! ¿Cuándo será que vas a aprender a medir tu vocabulario y aprenderás a comportarte? Estoy cansado de tu actitud.
—Y yo de que defiendas a este cabrón. Por su culpa ahora mismo no podré comenzar a trabajar.
—¿Mi culpa? — se levanta de la silla, curvando una ceja—. Eres tú la que se ha buscado todo esto. Tienes veintiuno, debes tener claro que todo lo malo que se hace, trae sus consecuencias y debes aceptarlas si te las buscas de gratis. Para ti es divertido estar de fiesta en fiesta todas las noches con tus amigas, abusar del alcohol, entre otras cosas. Ni siquiera tienes el interés de superarte y comportarte como una adulta lo haría. Estás hechando tu vida a perder en esa basura de vida loca que quieres llevar, así que no culpes a los demás por tus errores.
—¡Eres un hijo de puta!
—Si restregarte la verdad en la cara, me hace ser eso que dices, entonces me considero un gran hijo de puta.
—Disculpa a esta mocosa, Jensen.
—Unas cuantas nalgadas a tiempo, solucionan este tipo de comportamiento. A esta niña lo que le hace falta es un brutal castigo que le haga reflexionar. ¿No has considerado enviarla a una escuela militar? Te aseguro que en pocas semanas, la tendrás derechita.
—Deja de estar dándole ideas. Soy mayor de edad, nadie puede obligarme a ir a ninguna parte.
—Sé que no ha sido fácil para ti, el tener que lidiar con esta niña ignorante. Como también sé que tu amor de padre no permite que seas severo con ella, pero se te ha estado saliendo de las manos y, si no quieres que ella termine con una adicción al alcohol o tras las rejas, es mejor tomar medidas desde ya. Aún estás a tiempo de tomar acción. Tengo un buen amigo trabajando en la escuela militar, si te decides, puedo hablar con él para matricularla. Con este certificado en mano y por su conducta, será aceptada de inmediato, sin importar la edad que tenga — mirándome de reojo y con una sonrisa en sus labios, añade algo más—. Es más, déjame a tu hija dos semanas y personalmente me encargo de disciplinarla. Cuando regrese, tendrás una mansa y educada ovejita.
Este tipo le está llenando la cabeza a mi padre y él es bien fácil de manipular. Tengo que hacer algo ahora o puede que tome una mala decisión.
—No le hagas caso a este tipo, papá. Él solamente quiere vengarse de mí y por eso hace todo esto.
—Eres la única hija que tengo, Megan. No podría perdonarme si te pierdo.
—¿Qué estás queriendo decir? ¿Vas a tomar en consideración lo que este tipo está diciéndote?
—Megan, tu comportamiento y el abuso que tienes con el alcohol, no es normal. Sé que en parte es culpa de tu madre y mía. Te hemos desatendido mucho y por eso has estado actuando así. Si la única forma de ayudarte es esta, entonces no me queda remedio.
—Sobre mi cadáver — salgo corriendo de la casa, antes de que vayan a obligarme a hacer algo que no quiero.
Realmente no puedo creer que mi padre sea capaz de hacerle caso a ese demonio de Jensen. A mí nadie me va a encerrar en ninguna parte. No voy a regresar a esa casa nunca más.
Me detengo en la casa de Keyra y le pido que me deje quedar con ella. Le consulta a su papá y le da el permiso. Su papá casi siempre está trabajando, la gran parte del tiempo está con su hermano menor, el cual deja solo en la casa cuando salimos. Tengo que buscar la manera de encontrar otro trabajo donde no pidan ese certificado.
—Conozco una amiga que tiene un boutique y está en busca de empleados. Aunque, si no me equivoco, creo que busca a alguien para recibir la mercancía de los suplidores.
—¿Necesita del certificado?
—No lo creo. Esperemos que no.
—¿Puedes creer que mi padre está considerando matricularme en una escuela militar?
—Pero eso no es posible. Eres mayor de edad.
—Pero ese demonio de Jensen, está dispuesto a hacer lo que sea con tal de joderme la vida.
—Relájate, no pienses en eso. ¿Por qué no vamos a la disco a relajarnos un poco?
—Hoy no voy a tomar mucho. No quiero embriagarme.
—¿Y eso? ¿No me digas que vas a permitir que ese idiota amargado te controle?
—No es eso.
—Entonces disfrutemos y no te preocupes por nada. No dejes que te arruinen la diversión. Hay una disco que no hemos visitado, ahí no podrán dar contigo.
Keyra me presta un traje de su madre, ya que su ropa, por obvias razones, no me sirve. El baño me ayudó mucho a relajarme, verdaderamente me hacía falta. Luego de comer, salimos a recoger a Stacy y la trajimos a la disco que Keyra mencionó. No habíamos entrado a aquí, pero el lugar se ve fantástico. Está repleto de luces y gente, justo el ambiente agradable que me gusta. Keyra nos trae los tragos a la esquina donde la estuvimos esperando y nos desestresamos con la música, los tragos, la buena compañía de los chicos que se acercaron a buscarnos conversación y bailar.
—¿Te sientes más relajada? — pregunta Keyra, mientras estoy bailando.
De un momento a otro, las parpadeantes luces de la discoteca me comienzan a molestar, al igual que un chillido en mis oídos. Todo alrededor da vueltas, veo muy borroso, siento mi cuerpo sudando y unas repentinas náuseas.
—Me estoy sintiendo muy mal.
—¿Qué dijiste? — no me escucha por el sonido de la música y me acerco a su oído.
—No me estoy sintiendo bien. Tengo que ir al baño.
—Es normal. Ya mismo se te pasa.
—¿Normal? No he tomado mucho, como para sentirme así.
—Es un efecto normal en lo que te di.
—¿Qué me diste?
—Sé que has estado muy inquieta y estresada con lo que está pasando, así que te di un poco de lo que traje.
—¿Estás loca?
—No te va a pasar nada, solo te va a relajar.
—¿Relajarme? El corazón se quiere salir de mi pecho. No debiste hacerlo.
—No es para tanto.
—No es para tanto para ti, pero para mí sí. No puedo creer que te haya atrevido a eso. ¿Qué tipo de amiga eres tú? — camino entre la gente para buscar la salida.
En el momento de encontrarla, salgo a coger algo de aire. Recuesto la cabeza sobre la pared, ya que el mareo es insoportable.
—¿A dónde vas? ¿Te sientes bien? — escucho la voz del hombre que estaba bailando conmigo.
No sé dónde he dejado mi teléfono, pero no lo tengo encima. Aunque no quiera, deberé volver a casa. No iré a la casa de Keyra luego de lo que me hizo. Gracias a ella, ahora mismo me siento muy mal.
—Estoy bien. ¿Me puedes prestar tu teléfono?
—No tengo teléfono.
—Ayúdame a detener un taxi, por favor.
—¿Quieres que te lleve a alguna parte?
—¿Puedes?
—Claro, solo dime a dónde.
En otras circunstancias, no hubiera aceptado, pero el malestar no puedo soportarlo. Necesito una ducha con agua bien fría y llegar a un lugar seguro. No puedo estar así en medio de la calle y que estamos un poco lejos de a dónde veníamos frecuentemente. Llegamos a su auto y me subo, miro como puedo por la ventana, esperando ver algún lugar conocido que me ayude a saber dónde estamos. Se detiene en un estacionamiento, donde casi no hay autos y, asustada, volteo a verlo.
—¿Dónde estamos?
—Eres muy linda— su mano se posa sobre mi muslo y le quito la mano de encima—. Me gustaste mucho desde que te vi. Pensé que, tal vez, podemos tener una oportunidad de conocernos mejor y… — el toque de alguien en su ventana lo interrumpe.
Lo veo bajar el cristal nervioso y veo una linterna enfocarme.
—¿Todo bien por aquí? — escucho la voz de Jensen y suspiro aliviada.
—No estábamos haciendo nada malo, Oficial. Mi novia y yo ya nos íbamos.
—Yo no soy su novia. Ni siquiera conozco a este tipo, Jensen — me bajo del auto y apaga la linterna —. Este tipo estaba queriendo propasarse conmigo.
—Desaparece, antes de que cambie de opinión — le pide al tipo y él acelera el auto.
Veo a Jensen sacar una libreta y anotar algo en ella.
—¿Te divertiste? — guarda la libreta y el bolígrafo dentro de la patrulla.
—¿Cómo me encontraste?
—Sube — su tono súper tranquilo, es más aterrador, a cuando habla normal.
Subo a la patrulla en el asiento del pasajero. No se supone que esté en este asiento, pero fue él quien me hizo subir a aquí. Veo que, a donde nos estamos dirigiendo es a su casa y no a la de mi padre, estaciona la patrulla al frente y la apaga.
—¿Por qué me traes a tu casa? Quiero estar con mi papá. Espero todavía no estés considerando llevarme a ninguna escuela militar.
—Eres escandalosa. Bájate.
—No confío en ti. Estás actuando muy extraño.
—Necesitas bañarte. Apestas a alcohol y a cigarrillo. Deberé limpiar la patrulla después de que te bajes — se baja y lo sigo.
Cuando entramos, él enciende la luz y cierra la puerta con pestillo. Eso no lo había hecho las últimas dos veces que estuve aquí.
—¿Por qué cierras? — me detengo en medio de la sala.
—No lo sé, tú dime — se quita el grueso cinturón dónde se encuentra el arma de reglamento y lo demás, luego lo coloca colgando del armario que está al lado de la puerta de entrada.
—Espero no estés pensando en que voy a coger contigo, porque no voy a hacerlo. No voy a perdonarte lo que me hiciste y todo lo que le dijiste a mi papá.
—No sé si te has dado cuenta de algo, pero no te estoy pidiendo disculpas y tampoco tengo el mínimo interés de hacerlo — se quita el cinturón de cuero que rodea su pantalón y lo enrolla alrededor de su mano —. Tienes los ojos bien rojos, no es difícil darse cuenta de lo que has consumido.
—¿Qué estás haciendo con ese cinturón en la mano? — cuestiono nerviosa, mientras retrocedo.
—No creo que esta escena te parezca familiar, pues tus padres jamás te han reprendido de la forma correcta. Se han limitado por el amor que te tienen, sin darse cuenta de que patrocinar tu comportamiento, es igual a decirte «Jódete» — nunca lo había visto tan serio, pero incluso las piernas me están temblando.
—¡Tú no eres mi padre y no tienes ningún derecho de reprenderme, pendejo!
—Pues déjame notificarte una cosa, niña insolente. Tu padre me ha hecho cargo de ti por dos semanas, por lo tanto, comenzarás a vivir bajo el mismo techo mío. Lo único que te puede decir, es que en esta casa, yo no patrocino ese comportamiento. Y, si tú no estás dispuesta a hacer las cosas bien, pues déjame decirte que, por mis cojones, te va a tocar hacerlo.