-Bien. Esta es la historia de…
-Theo no empieces, no es un cuento de hadas- me interrumpe.
-Pero es una historia- replico.
-No es Rapunzel- dice.
-Pero la protagonista es igual de hermosa que ella- respondo con una sonrisa, ella resopla otorgándome un ligero golpe en el hombro pero también termina sonriendo.
-Vean, es la historia de…
-Ves- la interrumpo esta vez yo- 'Es la historia de...'.
-Si. Pero estoy completamente segura que ibas a nombrar reinos caídos, dragones y damiselas en peligro- me reprende, me encojo hombros para restarle importancia.
-Es para darle emoción a la narrativa- digo escusándome.
-Dejemos la "Emoción a la narrativa" a un lado y contemos la historia como se debe- me reprende como siempre lo hace, me sigue haciendo sentir un niño. ¡Y tengo ya treinta y tantos años!
-Bien- acepto por fin. Nunca podré con ella.- pero yo narro- me apresuro a anunciar. Tengo que ganar en algo.
-Por supuesto.- acepta sin poner peros.
-Perfecto- respiro hondo antes de hablar- Esta es la historia de un chico divertido, extrovertido y alegre. Y una chica reservada pero igual de divertida y entusiasta…
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Ese día llegaba Shailene, una chica de otra ciudad con la cual me vi obligado a compartir mi departamento ya que me estaba quedando sin dinero y los cuadros que tenía no se estaban vendiendo tanto como antes. Pero no desistía, ese era mi sueño y lo iba a cumplir0.
Según Robert y Kristen, era una buena persona que necesitaba de ayuda para poder cumplir su tan deseado sueño de estudiar teatro. Estaba casi en la misma posición que yo estaba. La conocían desde hace ya muchos años pues la castaña había estudiado con ella toda la preparatoria, y se habían separado pero sin romper con el contacto ni un día. Y como mi amigo era el novio de Kristen, no fue muy difícil de que también existiera entre ellos una estrecha amistad.
Terminé de limpiar la sala y subí las escaleras para darme una ducha fría dándome mi tiempo porque según mis cálculos, mi nueva compañera de piso llegaba en unas cuantas horas, pero cuando salí del baño tocaron el timbre dejándome confundido.
¿Quién podría ser? No espero a nadie.
Frustrado caminé hasta la puerta de entrada y la abrí bruscamente encontrándome con una chica realmente hermosa, cabello castaño claro, ojos color Hazel y labios rosados. Su vista en vez de mirar mi rostro o mis ojos, viajó automáticamente hacia mi pecho y me sonrojé al igual que ella.
Pero que bienvenida ¿No?
-¿Th-Theo?- preguntó nerviosa. Me sorprendí.
-Si- afirmé confundido- ¿Shailene?- ella asintió ante mi duda y reaccioné- ¡Oh! Lo siento, pasa- me hice a un lado torpemente, ella tomó una maleta no muy grande y se adentró el que desde ese momento también sería su lugar.
Caminamos hasta la sala recién limpia, aún con el olor a flores en el aire gracias al desinfectante que había rociado hacía poco y nos quedamos en silencio hasta que decidí romperlo por bien de los dos- puedes darte una vuelta por el departamento si quieres, yo am… me iré a vestir- dije rascándome la nuca aún con los nervios en la punta del abismo, ella asintió todavía con la cabeza gacha cual sumisa y se volvió a sonrojar. Es tímidamente tierna.
Subí las escaleras y me vestí lo más rápido que pude, peiné mi cabello con la mano y me rocié un poco de perfume, descendí con la intención de buscarla pero no la encontré por ningún lado. Fruncí el ceño y salí del departamento, caminé por los pasillos y tomé el ascensor ¿Dónde se habrá metido? Cuando las puertas metálicas se abrieron me tropecé con alguien y los dos caímos al piso, uno en frente del otro y me di cuenta de que era Shailene.
Con el golpe me había dolido la retaguardia pero todo fue olvidado cuando la analicé detalladamente. Miré sus labios, rosados y un poco carnosos, sus mejillas estaban ligeramente rojas y su nariz reflejaba delicadeza. Levanté mi vista hasta sus hermosos ojos color Hazel los cuales me miraban fijamente, haciéndome que casi me perdiera en ellos. Eran realmente hipnotizadores.
-Theo- mencionó al igual que hace unos pocos minutos.
-Si…- dije alargando la "i" y sonreí al ver lo linda y tierna que se veía cuando estaba nerviosa. Creo que tengo un serio problema.
-Creo que…- señaló la situación y comprendí, me levanté avergonzado y la ayudé a ponerse de pie.
-Lo siento- me disculpé. Ahora el nervioso soy yo, que genial.
-No te preocupes- respondió y me tranquilicé un poco- estaba buscando algunas de mis cosas las cuales se encuentran en recepción…
-Te ayudo- la interrumpí de inmediato y me sentí como un niño de 8 años queriendo ayudar a la niña que le gusta en clase.
-Está bien- aceptó, metimos al departamento otras cuatros maletas y unas tres cajas las cuales estaban llenas de libros, algunos de los cuales yo ya poseía en mi biblioteca personal. Subimos sus cosas a su habitación comenzando a ordenar todo hasta que el estómago nos empezó a gruñir debido al hambre que poseiamos, cociné un almuerzo sencillo y nos sentamos a devorar la comida.
-Se supone que llegarías en la noche- comenté recordando lo que Kristen me había dicho por teléfono, ella asintió concordando.
-Sí, se suponía. Mi vuelo se adelantó unas cuantas horas y cuando llamé a Kristen estaba ocupada, por lo que no me pudo ir a buscar. Así que vine por mi cuenta, me dijo que vendría después- informó.
-¿No es extraño que dos personas desconocidas convivan y hablen como amigos de toda la vida?- pregunté curioso en medio de un pequeño silencio. Esta situación me era meramente rara, no pude evitar hacer la pregunta.
Aunque en el fondo sabía que era la fascinación que se había creado entre ambos después de mirarnos la primera vez.
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-Es muy raro.
-Emma, no interrumpas- le digo un poco frustrado.
-Lo siento, continúa.
-Bien… ¿Dónde iba?- cuestiono desorientado y me rasco la cabeza.
-En donde le preguntabas que si no era extraño que dos desconocidos compartieran como amigos y en mi humilde opinión, es demasiado raro.
-Ajá, sigo…
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-Me pasó por la cabeza- respondió con una sonrisa y dejó el vaso ya vacío sobre el mantel.
-¿Puedo hacerte una pregunta?- cuestioné dudoso, pero no por mí curiosidad sino porque no sabía si le iba a incomodar mis siguientes palabras.
-Ya la hiciste- dijo sonriente, la miré entrecerrando los ojos, ella soltó una carcajada antes de hablar- Vale gruñón- me hizo un ademán para que continuara y eso hice.
-¿Por qué una chica de 19 años viviría con un chico desconocido de 20 años, sola, en un departamento?- quise saber desde el primer momento en el cual me enteré de que mi inquilino sería una chica, porque, vamos era algo ilógico desde todos los puntos.