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Chapter 12 - Un posible culpable

El Duque Brohm Lombardi revisaba varios documentos concernientes a la administración de su territorio en su despacho, acompañado de su esposa, Merelia Lombardi. Esto no era algo extraño, ya que sobre sus hombros recaían todos los asuntos económicos y políticos de su territorio.

Desde conceder territorios a las familias nobles que obtenían algún logro o conceder permisos de construcción, hasta mantener un monto razonable para los impuestos que debían pagarse trimestralmente al señor del territorio, el Duque pasaba la mayor parte de su tiempo en su despacho resolviendo todos esos asuntos.

Afortunadamente, su esposa Mirelia Lombardi, era una persona especialmente habilidosa la hora de administrar grandes cantidades de presupuesto, por lo que, como su mano derecha, pasaba la mayor parte de su tiempo ayudando a su esposo para garantizar la estabilidad del territorio.

—"No sé qué haría sin tu ayuda Mirelia." Expreso, mientras tomaba un pequeño descanso para estirar su cuerpo que, tras varias horas de trabajo estaba entumecido.

—Mirelia, detuvo el movimiento de su pluma ligeramente extrañada por el repentino comentario de su esposo. "Eso no es propio de ti, ¿acaso pasa algo malo?"

—"No es eso, simplemente me siento agradecido por haberte conocido." Mirelia no podía evitar sospechar que su esposo quería algo, pero a la vez no quería estropear el momento.

—"Yo también estoy agradecida por haberte conocido, querido."

—"Ahora que lo pienso, ¿qué deberíamos hacer para solucionar el problema de la sucesión?"

—"¿A qué te refieres?"

—"Bueno, inicialmente la falta de herederos me hizo adoptar a varios niños que se quedaron sin hogar debido a la guerra. Sin embargo, debí negarles el derecho a la sucesión hasta que encontrara un sucesor adecuado."

—"¿Lo dices por Priscilla?" El Duque asintió en respuesta a la pregunta de su esposa. "Ciertamente es una buena chica y debo admitir que personalmente, también prefiero que ella sea la siguiente heredera de la casa Lombardi."

—"Eso sería lo ideal, pero ahora que todos tienen derecho a heredar la casa Lombardi, no puedo simplemente quitarles ese derecho, ¿cierto?"

—"Ciertamente, eso causaría un conflicto entra las facciones nobles que apoyan a nuestra casa, ya que muchas de ellas han elegido apoyar a nuestros hijos. En otras palabras, si llegasen a enterarse que esas inversiones que hicieron por el bien de su futuro se perdieran repentinamente, causaría un gran descontento, incluso hablar de una rebelión no sería extraño."

—"Tienes razón y eso es lo que me preocupa. Nuestra hija Priscilla es quien cuenta con la menor cantidad de apoyo y eso la hace más propensa a estar en situaciones peligrosas."

—"Esperemos que no pase nada hasta que ella pueda terminar sus estudios y madurar un poco. Estoy segura que con algo más de experiencia, ella será una heredera como ninguna."

Mientras la pareja conversaba sobre un tema extremadamente preocupante y complejo, las puertas del despacho del Duque resonaron con el sonido de la puerta siendo golpeada.

—"Adelante." El Duque dio su consentimiento para que las persona del otro lado de la puerta entrara a su despacho.

Dos personas entraron, lo que sorprendió ligeramente al Duque, quien no creía posible que sus dos hijas se llevaran bien, debido a las constantes quejas que recibía por parte de su hija Miska. Las personas que cruzaron la puerta no eran otras que sus dos hijas, Miska y Priscilla.

—"Es una alegría verlas juntas, hijas." Dijo con genuina felicidad.

—"Sí padre, solo terminó de esa forma." Priscilla respondió de manera inmediata con algo de incomodidad.

—"Es raro verte de mal humor Priscilla, ¿acaso te pasó algo malo?"

—"Antes de eso, escúchame lo que tengo que decir, padre." Miska intentó interrumpir las explicaciones de Priscilla, pero su madre la Mirelia la silencio con un gesto amenazante.

—"Lo siento, Miska. Sin embargo, es de mala educación interrumpir a una persona que ya ha empezado a hablar." Dijo Mirelia de manera tranquila.

—"Lo siento, madre." Miska tuvo que tragarse sus palabras hasta que su hermana menor terminara de hablar.

—"¡Huh!" El Duque aclaró su garganta "Ahora, es extraño verte en mi despacho Priscilla. Dime, ¿Acaso ha pasado algo?"

—"Sí padre, me gustaría solicitarle algo al Duque Lombardi." Priscila hizo una reverencia respetuosa frente a su padre.

—"¿Solicitar?" El Duque estaba intrigado, no solo era la primera vez que veía a su hija actuando así, sino que esta probablemente era la primera solicitud que ella le hacía. "Te escucho, hija."

—"Quiero solicitar una escolta para realizar un pequeño viaje y quiero informar sobre un incidente que acaba de suceder."

—"Muy bien, dejemos el asunto relacionado con el viaje para después. Ahora, háblame de ese incidente que mencionas."

—"Sí, padre." Priscilla tomó una bocanada de aire para calmar sus nervios antes de empezar. "Como ya sabes, he estado bajando a interrogar al prisionero con regularidad." El Duque levantó la ceja con algo de molestia, debido a que realmente no tenía conocimiento de tal cosa. Después de todo, no le gustaba que su hija menor bajara a ese lugar.

—"Continua."

—"En uno de esos interrogatorios, alguien bajó a entregarme una charola con mis alimentos y el prisionero, al ver la comida afirmó que estaba envenenada, lo que me lleva a pensar que alguien ha estado envenenando mis alimentos."

Al escuchar lo que había dicho Priscilla, el Duque golpeó con gran fuerza su escritorio sin preocuparse en lo más mínimo por lastimar su mano. Una gran furia se reflejó en sus ojos, mientras levantaba la voz sin reserva.

—"¡Maldición!" Se levantó de su silla con gran molestia. "¡Albert!" Llamó a su mayordomo personal sin perder un solo segundo.

—"Padre, tranquilízate. Aún no hemos confirmado la veracidad de las palabras del prisionero." Miska intentó calmar el mal humor de su padre, mientras se acercaba a él.

—"No te preocupes, lo haré enseguida. ¡No quiero darle la oportunidad de limpiar su desastre a quien haya realizado un acto tan descarado en mi casa!"

—"P-Pero, padre. Ese prisionero solo manipuló a Priscilla para escapar de la pena de muerte."

—"Si ese es el caso, será ejecutado mañana en la mañana. Por otro lado, si no es el caso, se le perdonará la vida y tras cumplir una condena de un mes de servicio en nuestra casa, será liberado."

—"No puedes estar hablando en serio, padre."

—"¡Silencio, Miska!" El enojo del Duque Brohm era tal, que no aceptaría ninguna replica a sus palabras.

Después de unos pocos minutos, el mayordomo personal del Duque entró a la habitación y tras hacer una pequeña reverencia, escuchó lo que el señor de la casa tenía que decir.

—"Solicito mi presencia, mi señor."

—"Albert, quiero que todo el personal de servicio y mis hijos sean llevados a la sala común de inmediato."

—"¿Debería comunicarles algún motivo particular, mi señor?"

—"No, simplemente comunica que tengo un anuncio importante."

—"Como ordene, mi señor."

—"Espera, también quiero que le pidas a Cristóbal que traiga al prisionero a mi despacho."

—"Entendido." El mayordomo, hizo una reverencia y se marchó de la habitación.

—"¿Qué estás haciendo padre?" Miska intentó nuevamente calmar a su padre.

—"Algo que debí haber hecho desde el principio."

Pasó aproximadamente media hora, hasta que el mayordomo finalmente volvió al despacho del Duque acompañado del encargado de la guardia Cristóbal y el prisionero. Todos hicieron una reverencia ante el Duque y luego esperaron que la persona que estaba sentaba en el escritorio con los dedos entrelazados empezara a hablar.

—"¿Cuál es tu nombre prisionero?" Pregunto con una voz más gruesa de lo normal, para establecer claramente su autoridad.

—"Me disculpo, pero no tengo un nombre. Sin embargo, la gente que me aprecia suele llamarme llamarme, prisionero, vagabundo o en ocasiones escoria." El encapuchado, respondió de manera respetuosa, aunque el contenido de su discurso sonaba más como una burla que otra cosa.

Ante la respuesta del encapuchado, Priscilla le regalo una mirada curiosa, ya que ella conocía su nombre. La respuesta del chico la llevó a preguntarse: ¿por qué estaba ocultando su nombre? Sin embargo, decidió ignorar ese hecho y dejar que la conversación fluyera naturalmente.

Realmente, Krom no había mentido. Técnicamente, ni el cuerpo, ni la conciencia en ese cuerpo tenían un nombre, por lo que incluso si se hubiese usado un orbe detector de mentiras, la esfera mágica no se hubiese encendido con la respuesta que había dado.

—"¿Te atreves a burlarte de mí?"

—"No, mi señor. Soy consciente de que suena como una burla, pero no estoy mintiendo."

—"Entiendo. En ese caso, te llamaré prisionero si no te importa."

—"Puede llamarme como prefiera, mi señor."

—"Muy bien, ahora quiero que me expliques el asunto referente al veneno."

—"Será un placer. Sin embargo, tengo una petición antes de eso."

—"¿Acaso quieres anule tu condena?"

—"No, es algo más simple que eso.

—"Dime tu petición."

—"Quiero que lo que hablemos, solo lo escuche usted, su hija, su esposa y el jefe de su guardia. Las demás personas sobran en esta habitación."

—"¡¿Qué dijiste?!" Miska se quejó con molestia. "No abuses de tu suerte, bastardo."

—"Esa es mi condición, si no le gusta condéneme a muerte o haga lo que prefiera."

—"Entiendo, todos retírense y déjenos hablar a solas."

—"Es peligroso, padre." Replicó Miska.

—"¡Dije que se retiren, Miska!" El Duque levantó la voz.

Ante la imponente orden de Duque todos a excepción de las personas que habían sido mencionadas por el prisionero dejaron el despacho del Duque.

—"Ahora habla."

—"Sí, he detectado veneno en los alimentos se la señorita Priscilla en más de una ocasión. Sin embargo, los venenos eran diferentes en las dos ocasiones. Lo que me lleva a pensar que quien sea que intenta matarla se está quedando sin tiempo por algún motivo." El encapuchado hizo una pausa y tras ver un gesto del Duque continuó. "El primero era un té mezclado con Higaria, que es un veneno de acción lenta que causa terribles estragos en el cuerpo humano y el segundo era Acónito común, un peligroso veneno de acción rápida que es común mente usado en flechas u objetos similares."

—"¿Cómo sabes todo eso?"

—"Bueno, aunque no lo parezca, me dedicó a curar personas usando platas silvestres a cambio de una compensación, esa es la forma en la que me gano la vida."

—"¿Eres un curandero o algo así?"

—"Nada tan elegante, pero tengo confianza en mis conocimientos de medicina natural."

—"Entiendo."

—"Dicho eso, la probabilidad de que quien esté realizando estos despreciables altos viva en esta casa es alta y no pude evitar que la relación de la señorita Priscilla con sus hermanos no es la mejor."

—"Continua."

—"No sé qué tipo de circunstancias atraviesa su familia. Sin embargo, si me permite darle un consejo. Yo reuniría a todos en un sitio sin decir nada e inspeccionaría los cuartos de los jóvenes maestros primero, luego pararía a los encargados de la comida y por último los sirvientes. Si encuentra alguna de las plantas antes mencionadas en esos lugares el culpable aparecerá naturalmente y por último, pero no menos importante." El encapuchado pensó cuidadosamente sus palabras. "Les preguntaría de forma casual e individual sobre esas plantas. Quien tenga ese conocimiento o se muestre ansiedad al mencionar esas plantas lo consideraría como un potencial sospechoso."

—"¿Y cómo descubrirías esa ansiedad?"

—"Eso es algo sencillo, una persona ansiosa suele sudar más de lo normal, evita mirar directamente el rostro de quien pregunta y lo más importante, jugara con sus manos constantemente para despejar la ansiedad, por lo que es probable que tenga sus manos en sus bolsillos por un largo periodo de tiempo."

—"Ya veo, ciertamente eres alguien interesante." En respuesta, Krom sencillamente se encogió de hombros.

—"¿Tienes algo más que decir?"

—"No, mi señor. Desgraciadamente, la información que poseo es demasiado limitada."

—"Entiendo. Pueden llevárselo."

—"Una última sugerencia, que nadie fuera de esta habitación sepa lo que hemos hablado y sugeriría que quien haga los interrogatorios sea el señor Cristóbal, debido a que el miedo o nerviosismo que puede infundir el señor de la casa en sus sirvientes puede causar síntomas similares."

—"Tendré en cuenta tus palabras."

Krom era llevado fuera de la sala cuando pasó junto a Priscilla y aprovechando la oportunidad le susurró cuidadosamente al oído teniendo cuidado de que nadie lo notara, usando una de las habilidades que le proporcionaba su actual recipiente.

—"Aquí termina mi trabajo. A partir de este punto es su batalla, mi señora."

Así dio inicio la búsqueda de la persona que estaba intentando envenenar a Priscilla y ella no solo debía encontrar al agresor, también ganar la confianza de su padre para que le permitiera viajar y evitar que Krom fuese percibido como una amenaza.

Ciertamente no era más que un vagabundo, pero nadie podía negar que ese encapuchado era extremadamente peligroso a su propio modo particular. En algún lugar de su mente, no podía evitar pensar que todo estaba saliendo exactamente como lo había planeado un encapuchado que literalmente no hacía nada más que dormir en su celda.