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Chapter 14 - El verdadero heredero

Un profundo ambiente de expectación e inseguridad inundaba el gran salón de la familia Lombardi, todos los sirvientes se habían reunido en el gran salón incluidos tres de los cuatro hijos del Duque Lombardi.

El gran salón era una sala increíblemente amplia capaz de acoger a cien personas con facilidad, había varias estatuas decorativas a los costados y un pequeño palco que era usado para que el anfitrión de una importante reunión pudiera interactuar con los invitados sin perder el foco de atención.

Todo tipo de susurros incesantes inundaban la sala mientras los presentes especulaban sobre el inminente anuncio que el Duque daría. Los tres hijos del Duque se encontraban parados en los costados del pequeño palco de la sala en completo silencio mientras esperaban el anunció del Duque.

Luego de un considerable tiempo de expectación, las puertas del gran salón finalmente se abrieron dando paso al Duque Lombardi y su esposa, escoltados por seis guardias de confianza que velaban por su seguridad. Todos los presentes en el gran salón agacharon la cabeza en señal de saludo a los Señores de la casa Lombardi.

El duque portaba un elegante traje negro con un característico pañuelo decorando su cuello, mientras que su esposa llevaba un ostentoso vestido rojo de una sola pieza, asentando su hermoso cabello dorado y ojos marrones. Por su parte, el Duque caminaba como lo haría un militar retirado, su espalda recta y un paso firme, sonoro y armonioso.

Luego de dar un rápido vistazo a su alrededor, el Duque ayudo a su esposa a subir los escalones hacia el palco desde el que darían el anuncio. Después de confirmar que todos los preparativos estaban listos, aclaró su voz y se dispuso a hablar, al confirmar que el salón se había sumido en el silencio.

—"Antes que nada, quisiera expresarles mi gratitud por asistir a esta reunión sin inconvenientes." Hizo un saludo ante las personas reunidas, tal y como dictaba la etiqueta. "Ahora, con respecto al motivo por el que los he reunido. Me temo que recientemente han llegado a mis oídos una terrible noticia." El salón se tornó ruidoso ante la afirmación, por lo que levantó su mano para indicar que los presentes debían guardar silencio. "Alguien de los presentes ha estado envenenando los alimentos de uno de mis amados hijos."

La reacción de las personas ahí reunidas fue bastante variada, desde sirvientas que se tapaban la boca con sorpresa, hasta personas que acomodaban ligeramente sus vestimentas, todos esperan no ser sospechosos de tales actos despreciables.

—"El que esto esté pasando en el interior de mi hogar es algo que no puedo permitir y espero su completa colaboración para encontrar al perpetrador de tan cobardes actos." Luego de hacer una pausa continuó. "En adición, me gustaría hablar con mis hijos sobre…" Las palabras del Duque fueron interrumpidas por uno de sus hijos, Augusto se había subido al palco sin permiso. "¿Qué significa esto, Augusto?"

—"Padre, ha llegado a mis oídos que finalmente nombraras al heredero de tu título y creí que serpia pertinente que estuviera a tu lado cuando dieras el anuncio." Sin esperar una respuesta positiva, Augusto simplemente se posicionó junto a su padre.

Al inicio el Duque estaba genuinamente sorprendido por la repentina acción de su hijo, hasta que cierta incomodidad en el ambiente de la sala lo hizo cambiar de opinión. No estaba planeado hacer tal anunció. Sin embargo, parecía una buena oportunidad para hacer tal anuncio y evitar de una vez por todas que su hija menor corriera peligro por una lucha sin sentido.

—"Ya veo. No sé de donde sacaste esa información, pero ciertamente es una buena oportunidad para hacer el anuncio oficial." El duque observó a su hijo. "Confió en que no presentaras objeciones a mi juicio."

—"¿Cómo podría oponerme a ser nombrado como tu heredero, padre?" Dijo con absoluta seguridad mientras se colocaba irrespetuosamente frente a sus padres.

—"¿De qué hablas, Augusto?" Preguntó con tono severo y molesto.

—"Es de conocimiento público que me has preparado para este día desde que me adoptaste y me encantaría tomar la responsabilidad de encontrar al culpable de tan despreciables actos, no hace falta que el señor de la casa se preocupe de estas pequeñeces."

Antes de que el Duque pudiese negar tan disparatadas afirmaciones, las puertas que estaban tras el palco se abrieron dando paso a dos soldados que vestían como caballeros reales, quienes tranquilamente se acercaron al Duque y su esposa Mirelia.

—"He preparado una escolta adecuada para llevarlos al interior de la casa mientras tomo esta peligrosa responsabilidad, padre."

El Duque Lombardi estaba extremadamente molesto y no dejaría las cosas como estaban bajo ningún concepto. Estaba por ordenarle a sus guardias que apresaran a su hijo cuando noto que uno de los soldados que supuestamente los escoltarían sujetaba un puñal en la espalda de su esposa.

—"Augusto, tú…" Dijo mientras apuñalaba a su hijo con la mirada.

—"Confió en que tomaras la decisión correcta, padre."

Quería dar la orden, quería gritar que detuvieran a ese descarado traidor, pero con su amada Mirelia el tal peligro no podía hacerlo. Probablemente el Duque pensaba que un día como este jamás llegaría, al menos no de la mano de una de las personas que amablemente había acogido en su hogar. En ese momento no podía arriesgarse, tenía que priorizar la seguridad de su esposa y su hija Priscilla.

—"Entiendo, en ese caso te lo encargo." Sus puños se cerraban con gran fuerza debido a su enojo. "Sin embargo, Priscilla nos acompañará."

Al inicio Augusto se sorprendió, no pensaba que su padre se llevaría a Priscilla con él, pero ahora que había aceptado, su plan había tenido éxito y guardar las apariencias ante las personas reunidas era su principal prioridad. Ya que, era de extrema importancia hacer que las personas reunidas aceptaran lo que estaba sucediendo sin sospechar o en un parpadeo tendría a toda la guardia de su padre tras su cabeza.

—"No veo problema." Augusto se acercó al filo del pequeño palco y dijo. "Priscilla, acompaña a nuestros padres a sus aposentos."

Priscilla estaba algo confundida por el extraño orden en el que estaban teniendo lugar los acontecimientos recientes, por lo que solo pudo seguir las instrucciones de su hermano.

—"Entiendo, hermano Augusto." Priscilla hizo una reverencia antes de acercarse a sus padres.

Luego de recorrer un corto camino se situó en un lugar cercano al que estaba su madre, solo para descubrir que los soldados que habían aparecido repentinamente empuñaban espadas en las espaldas de sus padres.

Desgraciadamente, antes de que pudiese reaccionar de alguna manera, su madre pellizcó con fuerza su brazo para que mantuviera la calma. Ella entendió al instante la situación en la que estaban y siguió la corriente de los acontecimientos sin causar sospechas.

—"Me disculpo con ustedes, pero tendrán que dejarme revisar sus respectivas habitaciones o puestos de trabajo para que podamos encontrar al culpable" Anunció de manera descarada, mientras sus secuaces se llevaban a sus padres y hermana por las puertas que conectaban con el interior de la mansión.

Augusto siguió con su teatro sin sentido, mientras Priscilla y compañía eran llevados al interior de la mansión. Lo primero que notaron es que un pasillo que debería estar rebosante de guardias estaba completamente desocupado y los hombres que los amenazaban aún seguían a sus espaldas.

—"No creo que siga siendo necesario fingir. Respondan, ¿Quiénes son ustedes?" Uno de los guardias, el más alto de ellos fue quien respondió a su pregunta de manera irónica.

—"Suena molesto, su excelencia Lombardi, ¿acaso pasa algo malo?"

—"¡Deja de fingir, maldito!" El gigantesco guardia se encogió de hombros y presiono su espada contra la espalda del Duque.

—"Tenemos orden de llevarlos a sus aposentos, al menos de momento." Afirmó mientras sonreía de una manera nada agradable. "Pero ya que tiene tanta curiosidad." El soldado empezó a quitarse el casco para que su rostro fuese claramente visible.

—"Esto no puede ser…" El Duque Brohm se quedó sin palabras al descubrir la identidad del hombre que lo amenazaba. "Tú eres… Astor Preya, ¿cómo es esto posible?"

Astor Preya, un hombre de poco más de dos metros de altura, con cicatrices en todo su rostro y con algunas sesiones faltantes en su cabello negro debido a lesiones que sufrido durante su vida. Era un peligroso mercenario que supuestamente fue condenado a muerte, pero ahí estaba, justo frente a sus ojos.

—"Su hijo tuvo la amabilidad de salvarme del ejecutor y en consecuencia, ahora le sirvo a él." Afirmó mientras empujaba a la familia para que avanzara por el pasillo.

Al ver a ese hombre, el Duque se dio cuenta demasiado tarde de que su hijo planeaba matarlos a todos, la opción de reunir a los soldados en un futuro se veía demasiado improbable y desmentir las palabras de su hijo aún más.

Brohm tomó la única decisión posible para un exsoldado, él no permitiría que sus amados seres queridos le fuesen arrebatados sin que pudiera hacer nada al respecto. Luego de avanzar unos metros, fingió que se había torcido el pie debido al nerviosismo y cayó al suelo como resultado.

—"Deja de perder el tiempo y camina."

—"Es difícil caminar si me están empujando constantemente."

—"¡Cállate! Solo camina y…"

—"Él no se encuentra bien de salud, ¿acaso no lo ves?" Priscilla se colocó frente al presunto soldado para defender a su padre incluso a costa de su propia seguridad.

—En respuesta, el hombre crujió sus dientes con molestia y golpeo a Priscilla por capricho. "No te entrometas, mujer."

Priscilla cayó a un lado de la habitación como resultado del fuerte golpe, pero eso le dio la oportunidad de reaccionar a su padre. Brohm empujó con fuerza a su esposa quien parecía quieres reaccionar y se abalanzó contra el soldado más grande impidiéndole usar su espada con libertad.

—"¡Ahhh!" Gritó mientras sujetaba el gigantesco cuerpo del soldado frente a él. "¡Mirelia, llévate a Priscilla y escapen!"

—"¡No, cariño!"

—"¡No te dejaremos, padre!"

Desgraciadamente, no era posible para Brohm detener a un hombre de la estatura de Astor, por lo que inmediatamente la diferencia de fuerza entre ambos hombres se hizo notar. Astor pateó con fuerza al Duque, e intento sujetar a Mirelia para que el Duque perdiera las ganas de pelear. Sin embargo, mirelia no era un dócil cordero en apuros, ella tomó uno de los numerosos jarrones que decoraban el pasillo y se lo arrojó al soldado sin dudarlo.

—"¡Aléjate de mí!"

Con molestia Astor observó a su compañero quien no parecía burlarse de él por dejar que personas indefensas le dieran problemas.

—"Deja de actuar como tonto y ayúdame, Siro."

El hombre llamado Siro, parecía desganado ante la petición de su compañero, pero simplemente se unió a la pelea con la pereza que lo caracterizaba. El Duque Brohm estaba en un problema, ahora que eran dos atacantes, sus opciones se redujeron, ya que no había logrado neutralizar a ninguna de las personas que amenazaban la vida de su familia.

—"¡Corran, compraré algo de tiempo!"

—"No te dejaremos, padre." Priscilla al verse en una situación desesperada, libero su magia.

Desgraciadamente, la magia de Priscilla no era magia de ataque ella era lo que podría ser llamado un prodigio usando magia. Sin embargo, conocía poco o nada sobre la magia sin mencionar que su afinidad era la magia curativa, por lo que incluso si podía usar algún hechizo ofensivo no sería nada destacable.

En una situación en la que tenía poco o nada de tiempo para pensar, recitó el único hechizo de alto nivel que conocía.

—"[Clypeus]" Por lo general, los magos más experimentados pueden suprimir un cantico al completo reduciendo los hechizos a solo su palabra de activación. Por supuesto, como una heroína Priscilla concia y poseía esa habilidad.

En respuesta a su hechizo, una barrera azulada se desplegó entre los agresores y su familia, rápidamente tomó la mano de su madre y en el instante que iba a llamar a su padre, descubrió su error.

—"Así que si tenías afinidad con la magia después de todo." Afirmo su padre con orgullo en su voz. "Buen trabajo, hija. ¡Ahora váyanse!"

Su padre había terminado del otro lado de la barrera, quizá su inexperiencia o la caótica situación la había llevado a cometer tan desastroso error.

—"¡Noooo! ¡Papá!"

—"Vete Priscilla, no mires atrás."

Su padre le arrebató con gran habilidad la espada a una de las personas que lo atacaban, permitiéndole contratacar con libertad. Priscilla se negaba a dejar el lado de su padre, hasta que su madre la jalo del brazo.

—"Vámonos, hija."

—"¡No, no podemos abandonarlos! Desharé el hechizo y…" Priscilla recibió una bofetada de su madre.

—"Tenemos que irnos."

—"¡¿Cómo puedes abandonarlo sin…?!" Al ver las lágrimas que caían del rostro de su madre, Priscilla solo pudo cerrar la boca y dejarse arrastrar por su madre.

Empezaron a avanzar por el pasillo y antes de entrar a otro pasillo, Priscilla dio un último vistazo de la valerosa figura de su padre, para por lo menos decirle con la mirada que volvería por él. Sin embargo, solo vio la terrible imagen de su padre siendo apuñalado en repentinas ocasiones por los hombres con los que pelaba.

—"¡Noooooo! ¡Suéltame madre! ¡Mi padre necesita ayuda!" Mirelia ignoró las suplicas de su hija y siguió su escape hacia un lugar seguro.