Mirelia jalaba a su hija por los corredores de a mansión mientras buscaba desesperadamente un sirviente en el que pudiera confiar para solucionar la complicada situación en la que se encontraba. El anuncio del Duque había tomado el peor rumbo posible y no sabía cuánto tiempo detendría la barrera que había creado a su hija a las personas que las perseguían.
Ante la incertidumbre, Mirelia decidió que el mejor curso de acción era pelear. Después de todo, ella también era una ex soldado y no era una mujer indefensa, por lo que se dirigió a un pasillo que estaba decorado con varias armaduras antiguas.
La razón de tal decisión era sencilla, las armaduras en el pasillo también tenían toda clase de armas que podían ser usadas por ella. Luego dar una mirada rápida al pasillo, encontró una lanza que le serviría como protección.
—"¿Qué haces madre?" Preguntó Priscilla mientras recuperaba el aliento. Para ella era una pregunta natural, ya que nunca había visto a su madre usar un arma.
—"Escúchame bien Priscilla, debes buscar un refugio mientras detengo al sujeto que nos ha estado siguiendo." Dijo mientras observaba un lugar que supuestamente estaba vacío.
Antes de que su hija pudiese responder, alguien hablo desde un espacio aparentemente desocupado.
—"Oh, es bastante impresionante." Lo que parecía ser una ilusión se desmoronó, fue una imagen similar a un cristal completamente transparente rompiéndose. "Le ofrezco mis respetos, mi señora."
Un hombre con la cara pintada como un arlequín y un gorro navideño de color negro hacia una exagerada reverencia, mientras cruzaba sus piernas para bajar su cuerpo tanto como fuese posible.
—"¿Por qué no has intentado detenernos?"
—"Ajajaja, eso es sencillo. Quería disfrutar un poco más de su desesperación, eso sin mencionar que quería ver si me llevaban a algún interesante pasadizo secreto."
Mirelia perdió el interés en el intruso y simplemente preparo su lanza para enfrentarlo y con su mano izquierda colocó a Priscilla detrás de ella para poder protegerla.
—"Cuando la batalla empiece debes correr con todas tus fuerzas y esconderte en algún sitio seguro."
—"Yo también pelearé, madre." Priscilla dio un paso al frente, estaba completamente segura de poder ayudar a su madre contra el adversario.
—"Eso es admirable, ¿me pregunto cuanto duraran contra un adversario como yo?" Dijo mientras colocaba su dedo índice en su labio inferior.
Mirelia en algún punto de su vida fue conocida como la lanza divina y una persona como ella jamás le daría a su oponente la oportunidad de prepararse adecuadamente para el combate. Sin un solo segundo de vacilación, Mirelia se impulsó hacia el frente para perforar el cuerpo de su adversario de un solo golpe.
Su velocidad era tan inesperada que, no solo su adversario, también su hija estaba increíblemente sorprendida por el ataque que había realizado. Sin embargo, aun estando en una postura incomoda e inadecuada, su adversario esquivo su lanza saltando de una manera que puede ser descrita como cómica.
Con sus dos piernas extendidas, como si hubiese saltado un banquito, el extraño arlequín esquivó completamente el primer ataque de Mirelia. Sin embargo, el ataque de Mirelia estaba lejos de terminar, a una velocidad crepitante lanzó diez estocadas consecutivas usando la punta de su lanza para herir al adversario.
Al ver el mortal ataque, el extraño arlequín esquivo cada uno de los ataques como si fuese algún tipo de payaso en un teatro y luego de confirmar que estaba ileso, silbo con alivio.
—"Fiuuu, eso fue peligroso." Luego hizo un gesto como si hubiese recordado algo. "Oh, que grosero de mi parte." Decía mientras esquivaba el frenético ataque de Mirelia. "Mi nombre es Merigar." Esquivo una última estocada y luego hizo una reverencia. "Encantado de conocerla, mi señora."
La mirada de Mirelia era afilada y penetrante mientras observaba al extraño hombre que claramente se estaba burlando de ella.
—"…" No hubo respuesta, Mirelia no era del tipo de persona que habla demasiado durante una batalla y tampoco era un lujo que pudiera permitirse.
—"¿No es algo cruel que me ignore de esa manera?" Exhalo con pesadez. "Es una lástima, pero es mi turno de atacar." Repentinamente una gigantesca sonrisa se dibujó en sus labios y sacando una daga de color negro azabache la apuntó a la garganta de Mirelia.
—"No lo permitiré." Dijo mientras empezaba a recitar su conjuro en su mente. "[Clypeus]"
Un escudo de tono azulado detuvo el ataque de Merigar, quien amenazaba con herir a su madre. Priscilla suspiro aliviada cuando vio que su escudo había funcionada.
—"Ajajaja, muy impresionante, pero me temo que fue un poco lento."
Priscilla se sorprendió ante la afirmación y observo con más detenimiento a su madre, solo para descubrir que había una daga perforando su costado derecho.
—"Dime, dime, ¿qué opinas de mi golpe fantasma? ¿Duele verdad?" Dijo como un niño preguntando por la calidad de sus dibujos a sus padres.
Mirelia escupió sangre y cayó sobre una de sus rodillas, tras sujetar su costado por reflejo. Ella no podía explicar cómo es que aquel hombre había asestado un golpe, pero había pasado. Por ridícula que fuera la apariencia de aquel tipo, su habilidad era innegable.
De alguna manera había asestado un ataque completamente incomprensible, ya que nunca vio la mano del atacante acercarse a su cuerpo. Lo que supuestamente era un ataque fallido, había sido una peligrosa y certera puñalada.
—"¡Madre!" Gritó consternada mientras corría para ayudar a su madre.
Merigar jugaba con el escudo, como lo haría un mimo en un acto callejero mientras ignoraba a la chica que corría para ayudar a su presa.
—"Tranquila madre, te sanaré de inmediato." Priscilla tocó la espalda de su madre y nuevamente invocó su magia. "[Druid Sanitatem]" Un hermoso brillo de color cian empezó a brotar de sus manos y la herida de su madre se cerró completamente.
—"¡Oh, una sanadora! Parece que tu valor se ha incrementado."
—"¡Cállate!" Dijo Priscilla con molestia.
—"Vamos, no digas eso. Debes saber cuan raras son las personas con habilidades curativas, ¿cierto? Si te vendo en el mercado negro, probablemente no tendré que trabajar nunca más."
—"¡Dije que te callaras!" Priscilla respondió con molestia mientras ayudaba a su madre a incorporarse. Sin embargo, había algo raro, su madre seguía sujetando su costado con dolor.
—"¡¿Qué pasa mamá?!" Mirelia no podía responderle la pregunta de su consternada hija, debido a que estaba luchando por no perder la conciencia.
—"Lo sientes, ¿no es así?" Priscilla dirigió su mirada al borlón arlequín que hacia su propio monologo personal. "¡El veneno corriendo por tus venas, ajajajaj!" Luego de dar un par de saltos de felicidad por el lugar, giró su cabeza para observar a las mujeres.
—"Levántate mamá." Priscilla ayudó a su madre a levantarse con mucha dificultad.
El problema era que la magia de curación podía sanar heridas, pero no neutralizar toxinas o enfermedades. Básicamente, la magia curativa era muy útil cuando alguien recibe un corte mortal o pierde una extremidad.
Aunque los usuarios de magia curativa eran llamados médicos, estaba lejos de serlo. Sencillamente porque eran incapaces de sanar enfermedades o similares. Ciertamente había hechizos capaces de curar enfermedades, pero dichos hechizos pertenecían a una categoría tan elevada que probablemente las personas que podían manipular tal magia podían ser contadas con los dedos de una mano.
—"Vámonos mamá." Pricilla ayudaba a caminar a su madre a un lugar seguro antes de que el efecto de su barrera se terminara.
Merigar toco cariñosamente la barrera, mientras observaba a las mujeres escapar. El hombre parecía sentir cierto placer al alargar el sufrimiento de sus víctimas, por lo que la barrera no le molestaba en absoluto, sino todo lo contrario, solo hacía más divertida su cacería.
Priscilla no sabía que hacer mientras recorría los pasillos de su casa, su madre no estaba en condiciones de moverse y su barrera pronto se desharía. Frente a ella había dos caminos, uno llevaba a la cárcel de la mansión y el otro a la puerta de salida.
Con algo de duda y una ligera esperanza decidió ir al calabozo a pedir la ayuda de aquel preso que le había ofrecido sus servicios. En cuanto al motivo de su decisión, se debía a que el prisionero había mencionado que era un curandero de algún tipo y existía la posibilidad de que pudiese salvar a su madre, simplemente eso.
Le tomó un tiempo considerable bajar a la cárcel de la mansión y mientras bajaba sintió como el efecto de su hechizo terminaba, lo que significaba que aquel hombre ya había empezado a buscarlas.
Krom dormía en su celda como de costumbre, cuando dos mujeres abrieron las puertas de la cárcel de la mansión y cayeron pesadamente frente a la celda que él ocupaba. Priscilla se levantó dejando a un lado el cuerpo de su madre, corrió hacia la celda de Krom y sujetando los barrotes con una voz quebradiza dijo:
—"¡Ayuda a mi madre, te daré lo que me pidas!"
—"Ya veo… Al final decidió no seguir mi consejo… es una verdadera lástima."
—"¿De qué estás hablando?" Priscilla lo observo con la sorpresa pintada en su rostro.
—"No es nada. Ahora, ¿qué desea que haga, mi señora?"
—"Mi madre ha sido envenenada, ¿puedes curarla?"
—"Eso depende del veneno que hayan usado." Respondió.
—"En ese caso…"
—"¡Las encontré!" Dijo mientras irrumpía en la cárcel sin permiso. "Pero qué las hizo venir a un sitio como este." Dijo mientras giraba la cabeza. "No lo comprendo."
—"¡Mamá!" Priscilla olvido lo que iba a decir e intentó correr al lado de su madre.
—"Espera." Krom sujetó el hombro de Priscilla para que no se acercara al extraño arlequín que había entrado. "Tú eres mi rehén" Dijo a continuación mientras la sujetaba del cuello.
—"Ajajaja! Eso es lo que obtienes por buscar la ayuda de un criminal." Saltaba de manera burlona. "¿Quién puedes ser tu querido compañero?"
—"¿Yo? Un simple prisionero, ¿y quién eres tú?"
—"Digamos que soy alguien que comprende tu situación. Te diré algo bueno."
—"¿Qué puede ser?"
—"¡Eres un maldito!" Priscilla intentó protestar, pero su garganta fue presionada con fuerza, obligándola a guardar silencio.
—"Si me dejas torturar a esa mujer te liberaré, ¿Qué dices?"
—"Suena bien. Sin embargo, también quiero torturarla y no permitiré que te quedes con toda la diversión."
—"Ajajaja, me agradas. Está bien, te liberare para que podamos jugar juntos."
—"Me parece bien, amigo."
Merigar empezó a buscar las llaves de la celda mientras el Krom retenía a Priscilla entre sus garras. Después de dar una mirada rápida al lugar, encontró las llaves sobre un pequeño escritorio que se encontraba en un lugar cercano a la puerta de la cárcel.
—"Oh, mira las encontré." Luego de recoger las llaves como si hubiese encontrado un tesoro. Se acercó a la celda con una gran sonrisa, mientras observaba el rostro de Priscilla el cual no solo mostraba el malestar de estar siendo asfixiada, sino una profunda furia hacia las personas que la rodeaban.
Merigar abrió la puerta de la celda y aplaudió un par de veces para sí mismo, luego observo al prisionero para confirmar sus intenciones.
—"¿Te molestaría sostener a esta mujer mientras salgo? Sería un problema que escapara."
—"¡Oh, con mucho gusto!"
Merigar se acercó para sostener a Priscilla, cuando llegó frente a ella empezó a burlarse de ella abofeteándola ligeramente para evaluar la reacción de la persona que la sostenía, pero al ver que no hubo reacción lo ignoró y siguió su teatro.
—"¿Cómo se siente ser humillada, señorita? ¿Cómo se siente? ¡Ajajaja!"
Luego de sujetar a Priscilla por las mejillas, Merigar lamio su mejilla y termino en la punta de la nariz de Priscilla.
—"Pasaremos un largo y divertido tiempo juntos." Dijo con una sonrisa. "¿Me pregunto cuanto tiempo duraras antes de que la tortura te haga caer en la locura?" Luego Merigar notó que había estado ignorando al prisionero que sostenía a Priscilla. "Lamento la espera, es mi turno de sujetarla."
—"Sí, gracias."
Merigar estaba por sujetar el cuerpo de Priscilla cuando sintió un fuerte dolor en su abdomen, algo malo había pasado, pero la situación fue tan repentina que su cerebro no tuvo la oportunidad de procesar lo sucedido.
—"Tu… ¿Q-qué hiciste?"
Detrás de Priscilla, Krom se quitó la capucha que ocultaba su cuerpo, rebelando su apariencia. Incluso un demente como Merigar sintió un escalofrió cuando lo vio. Tenía unos ojos amarillo brillante, lo que de alguna manera era su piel era de un tono negro carbónico que parecía descascararse constantemente, dando la ilusión de que su cuerpo se estaba cayendo a pedazos y si macabra sonrisa se hizo más y más grande conforme el dolor en su abdomen empeoraba.
—"Tal como dijiste, ha llegado la hora de divertirnos, Ajajaja." Krom copio de manera mediocre la risa de Merigar, mientras atravesaba los barrotes de su celda como si nunca hubiesen sido un problema.