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Chapter 13 - Caos en la mansión Lombardi

Caos en la mansión Lombardi

El Duque Brohm Lombardi no sabía qué hacer, paseaba de lado a lado en su espacioso despacho mientras esperaba que las ordenes que había dado se cumplieran a cabalidad. Sin embargo, cierta duda asolaba su corazón.

—"Ese hombre de la capucha hablaba como si conociera muy bien nuestra situación familiar… Simplemente, sus instrucciones eran demasiado exactas." El Duque no podía confiar en las palabras que había escuchado de su prisionero, por lo que había cierto matiz de desagrado en su expresión.

Después de reflexionar un poco finalmente detuvo sus pasos para observar el patio desde la ventana de su despacho. A la distancia se podía observar a todos sus sirvientes correr de un lado a otro, haciendo los preparativos para el anuncio del Duque.

Todos los sirvientes parecían estar en un estado de ansiedad claramente visible, ya que en el mismo momento en el que la noticia referente a que el Duque daría un importante anuncio fue difundida, de manera casi inmediata, habían empezado a circular rumores de que el futuro heredero de la casa Lombardi sería nombrado en ese momento.

El duque simplemente pudo observar aquella escena con molestia, mientras pensaba si seguir el consejo de su prisionero o no hacerlo. Había mucho en juego, por lo que un paso en falso sería desastroso y si ese prisionero no fuese amistoso, sería una situación desastrosa para la familia Lombardi.

Lo que le causaba inseguridad era que, probablemente el consejo del encapuchado era demasiado especifico y él hombre en cuestión parecía saber lo que decía, pero eso no jugaba a su favor. Por el contrario, lo que hacía era poner al Duque en un estado de inseguridad.

Después de meditarlo unos minutos más, el Duque finalmente llegó a una conclusión.

—"No seguiré el consejo de ese hombre y haré en anuncio yo mismo."

Al final, decidió no seguir el consejo de dejar que Cristóbal hiciese los respectivos interrogatorios. Llegados a ese punto, el Duque no podía hacer más que rezar porque fuese la decisión correcta.

Mientras tanto en otro rincón de la mansión Lombardi, Miska corría apresuradamente al despacho de su hermano mayor. Una vez que estuvo frente a la puerta del despacho de su hermano, no se molestó ni en tocar la puerta, simplemente se precipitó al interior de la habitación.

—"¡Hermano! ¡Esto es malo, nuestro padre ha perdido la razón!"

—"¿Quién te dio permiso de entrar de esta forma Miska?"

—"Este no es momento para eso, Augusto. Nuestro padre está buscando al culpable de envenenar los alimentos de Priscilla."

—"No exageres, incluso si ese es el caso he sido muy precavido eligiendo personas diferentes cada vez, por lo que incluso si descubren a uno, solo perderemos a un sirviente sin valor."

—"E-es así" Miska se relajó visiblemente al escuchar esas palabras.

—"Ahora que te has calmado, ¿podrías pedirle a mi sirvienta que venga?"

—"Para qué solicitas la presencia de ti sirvienta personal."

—"¿Acaso esta familia está llena de estúpidos? Obviamente, porque es muy probable que las sirvientas tengan la información que me interesa en estos momentos."

—"No tienes por qué decirlo de esa manera."

—"Solo haz lo que digo y desaparece de mi vista. Eso claro, si aún quieres recibir lo que te prometí a cambio de tu ayuda." Augusto sonrió de una manera bastante macabra cuando le decía esas palabras a su hermana.

—"Está bien, le diré que venga." Miska le tenía miedo a su hermano, por lo que se fue sin protestar por el mal trato que había recibido.

Augusto, simplemente siguió revisando sus documentos mientras esperaba que su sirvienta personal llegara a su despacho. No pasó demasiado tiempo antes de que su sirvienta finalmente entrara a su despacho.

—"Me ha convocado, mi señor."

—"Has tardado demasiado, Fey." La sirvienta hizo una reverencia en señal de arrepentimiento.

Fey, era una mujer perteneciente a la raza de los elfos de las cavernas, su piel era oscura y sus orejas largas, tenía unas hermosas facciones que eran difíciles de ignorar que, junto a su escultural figura y cabello negro, la hacían una belleza en toda regla.

—"Perdóneme, mi señor."

—"No espero demasiado de ti, de todas formas. Ahora, dime ¿Cuál es el motivo de este escándalo?"

—"Han empezado a circular rumores de que el Duque nombrará a la señorita Priscilla como su legitima heredera, mi señor." Augusto, quien antes parecía estoico y aburrido repentinamente se levantó de su escritorio con sorpresa.

—"¡¿Qué dijiste?!" Con gran furia tomo su silla y la arrojo en dirección a Fey. "¡Ese viejo estúpido!" Fey no intentó esquivar la silla que le habían arrojado, debido a que hacerlo solo empeoraría su situación, eso lo sabía por experiencias previas.

La silla que cruzaba la habitación golpeo a la elfa en la cara, dejando una marca en su hermoso rostro y haciendo que sangre fresca empezara a emanar de su ceja. Sin embargo, Fey apenas y se movió mientras aguantaba desesperadamente el dolor que sentía.

Anteriormente, su destino por quejarse del dolor había sido tan cruel que no quería volver a pasar por algo como eso, por lo que se limitó a sollozar en su interior.

—"¡Eres una esclava incompetente, Fey!" Gritó con furia. "¿Cómo puede ser que esperaras tanto para informarme? ¿supongo que tu raza cayó en la esclavitud debido a su estupidez y debilidad?" Dijo mientras se acercaba a la Fey. "Agradece que no tengo tiempo de castigarte por esto." Debido a su falta de tiempo, Augusto se mimito a patear a Fey en el estómago, haciéndola caer de rodillas a sus pies, luchando desesperadamente por una bocanada de oxígeno. Luego de disfrutar de ver a la dolorida elfa, finalmente la tomo por el cabello y la sacó de la habitación por la fuerza.

—"Lago de aquí, pedazo de inútil." Luego de cerrar la puerta de su estudio con gran fuerza, se dirigió a uno de los numerosos libreros que decoraban su despacho.

Augusto, se paró frente a uno de sus libreros, luego se colocó del lado derecho del librero y empezó a empujarlo, dando paso a una pequeña puerta que estaba ubicada en la parte trasera del librero.

—"Y pensar que tendría que recurrir a esto… Todo es culpa del viejo por tomar decisiones precipitadas, soy yo quien merece el título de Duque, no esa incompetente." Luego de quejarse un poco, abrió la pequeña puerta con molestia y entro a un pequeño pasaje que había tras el librero.

En la entrada del pasaje había una pequeña antorcha que no parecía ser usada con demasiada regularidad, usando el hechizo de nivel aprendiz [Ignis] para prender la antorcha e iluminar el oscuro y estrecho pasaje para poder avanzar sin inconvenientes.

Le tomo unos diez minutos llegar a una sala un tanto polvorienta, se notaba que quien ocupara la sala no se molestaba en limpiarla, ya que había varias telarañas decorando la habitación. En el interior de dicha habitación, estaba seis hombres.

Todos estaban armados y dos de ellos llevaban capuchas, otro tenía todo su rostro completamente vendados, los otros tres vestían ropas que llevaría un aventurero.

—"Oh, ¿qué podría causar esta visita, mi señor?" Uno de los hombres llevaba un maquillaje muy similar a un arlequín y llevaba un gorro negro muy parecido a un gorro navideño.

—"Merigar, deja de actuar como tonto y prepárate. Ha llegado el momento." Las comisuras de la boca del arlequín se distorsionaron en una gigantesca sonrisa.

—"Ajajaja, dígame, dígame." Merigar se restregaba en el cuerpo de Augusto como si fuese un perro. "¿A quién debemos matar? Después de todo, fue usted quien nos liberó de la pena de muerte y nos dio un lugar donde vivir."

—"Aléjate, eres desagradable." Augustos luchaba por alejar al peculiar hombre que se restregaba contra su cuerpo.

—"Vamos, no sea tan frío conmigo." Merigar se abrazaba obstinadamente de las piernas de Augusto mientras este último, intentaba alejarlo usando toda su fuerza.

—"Uhum, dejemos esto para después. Ustedes, es hora de trabajar, dejen de holgazanear." Merigar, finalmente dejó de restregarse contra el cuerpo de Augusto y luego de incorporarse llamó a sus compañeros.

—En respuesta las seis figuras se incorporaron, eran cinco hombres y una chica de aspecto descuidado. "El señor augusto, finalmente nos dejará vengarnos de ese maldito Duque que nos condenó a muerte."

—"No he dicho nada todavía." Dijo Augusto.

—"¿Qué otra cosa lo traería a la guarida de gente como nosotros?"

—"¿Qué quieres decir?"

—"El más débil de nosotros fue un aventurero de rango maestro en el pasado, sin mencionar que yo soy un Graaaaaaan Maestro." Dijo exagerando su tono de manera cómica. "Si ha venido a nosotros es porque teme que los soldados frustren sus planes, pero con nosotros a su lado, nadie podrá oponerse a sus deseos, mi señor." Merigar hizo una sobreactuada reverencia, mientras empezaba a reír como un demente.