Un dolor de cabeza de acompaña mientras desvío la mirada de las luces de las lamparas del castillo al caminar por el pintoresco bosque para despejar mi mente. Solo quiero olvidar lo que un día, creí que era lo correcto y no lo es, y nunca lo será. Miro por última vez aquella residencia feudal, rodeada de varias hectáreas de tierra, a la cual llamo hogar. Tantos recuerdos, tantas imágenes, tantas voces vienen a mi en un solo recuerdo, haciendo que mi malestar general disminuyera y me sintiera relativamente mejor, sin embargo, el malestar que me produjo saber que hay un "chistoso" que esconde mis cosas. Ya he buscado en todas partes del castillo y no he podido conseguir ni siquiera una sola carta de las misiones de cuando era templario. El hermoso paisaje por suerte, me hace olvidar todo lo que tengo que dejar atrás y seguir mi camino para calmarme.
No creo que exista nada más pintoresco y solitario. El castillo está situado sobre una suave colina y domina un extenso bosque. Una carretera angosta y abandonada pasa por el frente de nuestro puente levadizo, que nunca he visto levantar: en su foso nadan los cisnes entre las blancas corolas de los nenúfares.
Dominado este conjunto se levanta la amplía fachada del castillo con sus numerosas ventanas, sus torres y su capilla gótica. Delante del castillo se extiende el pintoresco bosque; a la derecha, la carretera discurre a lo largo de un puente gótico tendido sobre un torrente que serpentea a través del bosque.
He dicho que es un lugar muy solitario. Juzguen ustedes mismo si digo la verdad. Mirando desde la puerta de entrada hacia la carretera, el bosque que rodea nuestro castillo se extiende quince milla a la derecha y doce a la izquierda. El pueblo habitado más próximo está en esa última dirección, a una distancia aproximada de siete millas.
Dejo de caminar y veo a mi alrededor. Estoy completamente solo, como siempre debí estarlo. Después de la muerte de Reinfelt, me he dado cuenta de muchas faltas que he cometido. Gracias a ella, me di cuenta de la corrupción que hay en la iglesia católica. Todas mis fantasías fueron abolidas en un segundo, como si fuera una pequeña pared cayéndose encima de mi.
Camino un poco hasta llegar al puente levadizo con un aire gótico que la rodea. Me paro encima de el y me arrestó poniendo mis brazos encima de la frágil barandilla de ésta.
Al ver todo iluminado por la hermosa luna llena amarillenta, me hace sentir nostalgia. Sé que a Laura le gustaría ver conmigo este tan ... ¿lúgubre? ... no sé cómo describirlo, se siente tan ... oscuro, solo, silencioso, depresivo ... no hay nada mejor que esto, para poder pensar las cosas con la cabeza fría.
Escucho murmullos por la carretera. Bajo la mirada y veo que no están los cisnes en el pozo del puente. Es algo un poco extraño. Es la primera vez que veo que no están. Miro a mi lado y me alejo de la barandilla del puente gótico.
Camino por el puente hasta llegar a la carretera donde creo que están los murmullos "Morirás" eso es lo que es escucho, pero ... ¿Por qué debería tener miedo a morir? Claro, no es lo mismo querer morir, a no tener nada porque vivir.
Me adentro por el bosque hasta llegar a un punto blanco, ya que no hay árboles cercas, y se puede observar mejor el hermoso y oscuro paisaje. Después de estar un rato contemplando todo a mi alrededor; decido caminar hasta aquélla voz. No llego a identificar si es la de una fémina o no.
—Solo labras tu condenación— Ésta voz es como si no estaba en este plano de la realidad, es como si ... más bien ... estaba en mi cabeza. Como si estuviese poseído por un ende del mal; pero no puedo irme al castillo como un cobarde. Por más, que ya no sea templario, no significa que no deba de respetar el decálogo de un caballero— Idiota.
Llego a escuchar ruido en dirección al castillo. Lo que antes era murmullo ahora es un llanto de dolor. Corro e intento de averiguar dónde viene el sonido. Una mujer; es una mujer la que está causando tanto alboroto.
—¿Estás bien, cariño? - Pregunté afligido por la señorita.
—Estoy lastimada, señor —Contesta entre cortada —Mi vida corre peligro, si vosotros salid de aquí, vuestra vida será perdonada por él. Déjenme aquí.
— ¿Él? ¿Dónde está? —Pregunto mientras agarro la navaja de mi pantalón —Yo... yo fui... un templario, yo te puedo rescatar. Está en mi decálogo.
—¿Templario? ¡Largaos! —Su semblante cambió de inmediato —¡Si le llega a pasar algo, no lo perdonaré!— Sé levanta con un poco de dolor, y con una mano en su costado.
—El decálogo de un buen Templario me dice que: Defenderás a los débiles. Te mantendrás firme ante el enemigo. Lucharás contra los infieles. Serás géneros con todos... Te protegeré, cueste lo que cueste...En todo momento y todo lugar, defenderás la justicia y el bien. Eso es lo YO creo.
Nos miramos a los ojos, y, puedo ver, un dolor, una aflicción, una pasión; sus ojos arden con una pasión, como si dentro de ella, hubiera una hoguera donde quema todas sus penas.
Una vez ... vi una mirada así, pero ... ya ni recuerdo como se llamaba aquella hermosa doncella, de larga caballera oscura como la noche sin estrella.
¿Quién será está mujer?