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Chapter 3 - El vestido de Giovanni

Momento... que yo me acuerde, ella está herida. Pero si bien, la veo que está en los mejores de los estados, como si nada le hubiera pasado en el bosque. Ahora que la detallo, se ve un poco sucia y descuidada.

—¿Te quiere bañar? —Pregunto mientras me acerco a ella. Victoria está sentada en el piso mirando por la ventana a la nada.

—Eso ya no se hace. Según la iglesia el baño es malo y perjudicial —en todo momento, no quita la mirada de la ventana.

—¿Y te importa lo que digan? ¿Dejarás que los corruptos que la dominan, digan lo que debes hacer o no? Si te das un baño, te sentirás más fresca —ella baja la cabeza y se ríe en voz baja.

—No hablas como si fueras un templario, Joseph —la manera en como habla, tan sería, tan fuerte y sincera, hace que me dé más curiosidad por conocerla y saber quién es—. El primer mandato del decálogo de un caballero es: Creerás en las enseñanzas de la iglesia y obedecerás sus mandatos... ¿Qué pasó con eso?— levanta su mirada y me mira fijo.

— Pues el mandato Número 7 dice: Cumplirás tu deber feudal siempre que no sea contrario a tu deber con Dios. ¿Ya me entiendes?

—Tu ganas —se levanta y camina hasta donde estoy yo (ella solo es ligeramente más pequeña que yo), me abraza y arrecuesta su cara en mi hombro—. Solo por esta vez —Me habla al oído y me produce un escalofrío tan... satisfactorio que no quiero que me suelte.

Camina hasta el baño, supongo que si le dará una limpieza a su cuerpo. Saco unos de los vestidos de mi difunta esposa y un cepillo. Camino del armario hasta la puerta del baño y le toco la puerta.

—Victoria, te traje ropa —no escucho ruido alguno —¿Está todo bien? —No escucho ni el aleteo de una mosca— Voy a entrar ¿eh? Con permisos.

Abro un poco la puerta y no veo nada. La abro de en par en par, y veo a Victoria completamente desnuda, apenas metiéndose a la bañera.

—Lo...lo siento, no quis... —me interrumpe.

—Tranquilo, sé que no era tu intención —veo como poco a poco se sumerge en la bañera con agua—. Todos amamos lo insano. Porqué la maldad nos da adrenalina y podemos actuar impulsivamente —me esquiva la mirada —Es como el amor.

—Te hace proteger a los que más amas, incluso en las noches más oscuras— digo con aire de nostalgia —. Es por eso que me convertí en templario... pero no fue... agradable.

Se para de la bañera y sus largos cabellos mojados tapan casi todo su cuerpo, pero lamentablemente no pudieron tapar sus senos y no puedo sentirme avergonzado.

—Creo que ya terminé de bañarme— le extiendo mis manos y le doy la ropa, mientras miro hacia arriba—. Gracias.

Salgo del baño para estar en mi cuarto. Agarro fuerzas y me siento en mi cama. No puedo quitarme la imagen de Victoria de mi cabeza. Su piel Blanca como la nieve, su cabellera de color miel, su nariz tan pequeña... ¿Cómo es qué no la conocí antes?

—Mi caballero... —escucho su voz coqueta. Volteo mi cuerpo, y la veo vestida con la ropa de Giovanni.

—Veo que ya terminaste de vestirte —digo burlón. Ella solo se ríe delicadamente.

—Si... ya estoy vestida —la manera con la que responde, me da a entender que me está ocultando algo. Así suelo hacer Laura cuando rompe algo —Tengo que hablar contigo de como llegue hasta acá— y como siempre, el tiempo me da la razón.

— ¿Quieres hablar en las afueras del castillo? —me acerco a ella y le pongo mi mano derecha en su hombro izquierdo.

—Me encantaría.

Ambos salimos del cuarto, aprovechando que no hay nadie cerca. Salimos al pasillo principal. Veo que Victoria está concentrada viendo las pinturas que están en la sala de estar.

—Victoria... vamos, me has dejaos con la duda de lo que iba a decir.

—Si, si... ya voy —nunca he visto a alguien tan concentrado en ver algo como lo está haciendo ella en este momento— Te has dado cuenta de que este cuadro se parece a mi ¿O son ideas mías?

Camino hasta donde está Victoria y miro el cuadro que está viendo. "Si se parece a ella. Es una extraña y hermosa sorpresa. Guardaré el cuadro en mi habitación"pensé al verlo con asombro. Después de un rato de contemplar la pintura, Victoria se voltea y pone ambas manos en mis hombros, yo se lo correspondo y la agarro por sus caderas; son ENORMES, no entiendo como una mujer tan joven puede tener unas caderas tan fértiles. Creo que son es lo mismo que la distancia que tengo de hombro a hombros.

—Que linda sorpresa ¿No crees? —no puedo parar de ver sus ojos. Son tan hermosos. Ya no son rojos, ahora son color miel — Quiero conocer más de ti.

Siento como algo dentro de mi sé a derrumbado, ¿Qué pensará ella si le cuento mi vida? ¿O quién soy? ¿Y si... ella después se quiere ir? ...creo que lo mejor será ser honesto y que pase lo que tenga que pasar.

—Supongo... que lo mejor es que conozca quien soy, solo si tú me dice quién eres ¿Es un intercambio equivalente? —Me acerqué un poco a su cara, como si la fuese a besar, solo para ver su reacción.

— ¿Ahora eres alquimista?— Me esquiva la mirada— No veo inconvenientes.

"Aprovecharé cada segundo que tenga, para saber quien es ella, y por qué quiero saber cada secreto que esconde su piel"