Nos quedamos mirando los ojos del otro y de un momento a otro, nos besamos sin darnos cuenta o que haya un motivo para ello. Un rato después, me separo de ella ya que llego a escuchar ruido, no vaya a ser la ama de llave o la misma Laura que se ha despertado.
—Será mejor que nos larguemos de aquí, no quiero que vuestro servicio se despierte y me vea ¡soy una extraña para ellos! ¿Qué pensarán de mi? ¿Qué pensará de vosotros?— Concluyó, pero su miedo no.
—Concuerdo contigo —Me asomo a ver que fue lo que sonó y veo que no hay nada —Vamos.
Camino hasta donde está ella y me la llevo hasta el gran jardín, que está a las afueras del castillo. Nos sentamos en el los hermoso rosales negros y rojos de la zona.
—Antes de comenzar. ¿Qué piensas de la peste que se está arrasando toda Europa?— Le pregunto a Victoria. Su cara me dice que sabe algo de esto— Se dice que está enfermedad es horrible.
—Todo esto —dice Victoria —hay que atribuirlo estrictamente a causas naturales. Esos infelices se contagia unos a otros sus supersticiones, y de ese modo refunden en su imaginación las terroríficas imágenes de que han sido víctimas sus vecino— veo que su semblante cambia por tercera vez en lo que va la noche—. Tales fantasías tan espantosas suelen acompañar a ciertos tipos de fiebres.
Me ha dejado sin palabras la manera en la que se dirije Victoria a mi, es la primera vez que me hablan con un tono tan fuerte y es capaz de decir lo que de verdad cree y piensa. Al parecer, si me gusta que me hablen así.
—Estamos en la manos del Señor. Nada puede ocurrir sin su consentimiento, y todo acabará felizmente para los que lo aman —emití una sonrisa cálida para que no se sintiera atacada.
— Todo, en el cielo y en la tierra, y bajo tierra, vive y actúa según el imperativo de la naturaleza- Indignada replica que ningún creador tiene que ver con la enfermedad- No creas en Dios, no creas que la fe moverá montaña ni sanará a los enfermos. Solo la alquimia ha de prevalecer.
—... —no sé como responderlo, me ha acorralado por completo —Es tu punto de vista. Si eso es lo que piensas te lo tendré que respetar.
Un silencio incómodo se nota en el ambiente, incluso, más que incómodo, es pesado, oscuro, no da ganas de seguir con la conversación.
— ¿Qué se siente ser un Templario? —Por suerte Victoria rompió el silencio.
—Es algo... divertido, en algunas ocasiones especiales.
—¿Cómo cuál?
—Cuando te toca defender a los débiles; saber que puedes ser útil para ayudar, es una sensación hermosa. Y es divertido combatir para defender tu ideales, y volverte más fuerte, física, metal, emocional y espiritual.
—Los templario usan espadas ¿No?— Más que pregunta, fue una afinación de su parte— ¿Qué se siente usarla?
—Observando cada giro de la espada —Digo muy concentrado en mis palabras y en mis ademanes- Impulsándote a la estocada mortal. El silencio antes del golpe... y el rugido que le sigue. Crece y crece, como si fuera...como una tormenta. Como si fuera el mismo Dios— la miro directamente a los ojos —Se siente glorioso.
—¿Sabéis algo? Acabas de compararte con Dios ¿Eso no es un sacrilegio? —Mis ojos casi se salen de mi cara. No había caído en cuenta de ese detalle—. Bueno, veo que apenas os dais cuenta de vuestro acto.
Aparece aquél silencio tan perturbarte, que está vez, es imposible que con otro tema se vaya está incómoda situación en la que Victoria me ha dejado. ¿Siempre he hablado así? Y si es así... ¿habré molestado a alguien con este tipo de ofensa al Señor? ¿O a unos de mis compañeros?
—¿Joseph, cariño, estás bien? —Su voz me saca de mis pensamiento. Parpadeo muchas veces, como volviendo en sí.
—Si, creo que lo estoy... -Siento dentro de mi algo como... ¿desvanecerse? ¿destruirse? ¿morir? Nunca he experimentado este sentimiento.
—Lo siento —dice Victoria con algo de nostalgia— La verdad a veces puede llegar a romper una nación.
Se me baja la tensión y mi cuerpo se descompone. Estoy todo sudoroso y con frío, como si fuera victima de una enfermedad grave. Lo que dice es verdad, y eso fue lo que le sucedió, a toda Europa.
—¿Me podrías hablar de ti? Sigo con la curiosidad.
Intento reponerme y me pongo de pie "vamos, aquí no puedo hablar de este problemático asunto"le digo con algo de preocupación. La ayudo a pararse y me la llevo hacia el bosque. Caminamos y caminamos por el jardín de rosales; se me hace el camino hasta el bosque muy largo, ya que, Victoria se la pasa admirado cada rosa de cada rosal sin importar el color que tenga.
—¿Me puedo llevar aquéllas dos?
Volteo y veo dos rosa blancas, no son las favorita de Laura, así que asiendo con la cabeza y las retiro de la tierra. Por error, también arranco una roja "la señorita Latifé se enojará si se da cuenta lo que hice"pienso, mientras veo como una de las espinas de la rosa roja se me incrusta más y más en mi mano.
Se lo doy a Victoria y seguimos nuestro rumbo; está vez, sin interrupciones de ningún tipo. Caminamos hasta llegar al puente gótico, sin haber dirigido la palabra al otro, no paraba de ver las tres rosas, pero sobre todos las blancas, pareciera como si estuviera botando luz. Es mera ilusión mía, o ésta mujer es una bruja, si es así, la quemaré con el fuego de la pasión. Una vez en el puente, empecé a recordarlo todo. Victoria me estaba hablando de algo, pero, de pronto, todo se me pone todo borroso y no llego a sentir de nada, hasta que...