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Chapter 26 - INSATISFACCIÓN

Una habitación sin polvo, sin el paso de la vejez, hubiera deseado que estuviera en ruinas y semi destruida para al menos creer que era verdadera. Alice se tumbó en la cama con la esperanza de que todo hubiera sido el producto de una pesadilla.

Cerró los ojos, intentando serenarse y buscando un momento de paz, pero los ruidos del bosque en vez de tranquilizarla empezaron a asustarla. Si la ansiedad fuera audible esta sonaría a bosque, que triste ya que la música que supuestamente recomendaban para los programas de relajación contenían los sonidos del bosque; las aves, la lluvia , los insectos , pero precisamente eso, no tenía nada de relajante. La soledad de la noche era más perturbadora que la sensación de las calles citadinas.

Intentaba evocar para sí el sonido del trafico, los transeúntes ebrios, las discusiones, las sirenas de emergencia, el maullar de los gatos y sus pasos gordos en el tejado. No, mejor eso último no, se estremeció de solo pensar que sonara algún crujido en el tejado, justo en ese momento donde agradecía a la luna por proveerla de luz ya que la oscuridad hubiera sido demencial.

Emplear la ironía del caos citadino para estabilizar sus emociones era un chiste de mal gusto, le faltaba solamente contar carros y taxis para invocar el sueño. Le dolía el cuerpo, le dolía el alma, no hace unas horas un muchacho atractivo había hecho despertar en ella su curiosidad por otros. No hace algunas horas había descubierto que no se debe dar nada por sentado, que todo puede ser peor.

Lentamente su mente se liberó, no lloraría más, no había nada más que derramar, ya se secó. Apenas se deshizo de esa actitud de perdedora lastimera, su respiración se acompaso en profundo sueño.

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El sudor de aquel hombre no paraba, el torrente de su cuerpo era infinito como el río que sonaba a la distancia. De pronto una voz ronca y rasposa salió de su garganta

--- ALICE...

Jhonny, quien descasaba con un ojo abierto lo escuchó con claridad, se timbró asustado, corrió rápidamente para socorrerlo.

La fiebre era más fuerte y la sensación de escalofrío hacia que tiritara su cuerpo. Las palabras se hacían más audibles.

-- ALICE , ALICE...

Repetía ese nombre desenfrenadamente como si fuera agua para un sediento.

---ALICE, ALICE... ALICE, ALICE...

---<¿Quién diablos es la tal Alice? ¿Su madre? ¿su hermana? ¿Su amante?>

Jhonny se preguntó curiosamente quién sería la dueña de este nombre que le generaba tal angustia a ese sujeto.

---¡Cálmate amigo!, te vas a arrancar la lengua.

Intento sostener su cabeza pero prefirió dejarlo así, comprendía que quizás la dama de la muerte tenía nombre y esta se llamaba Alice.

---¿Sabes qué? Si quieres ver a la tal Alice pues mejórate, porque si de aquí al amanecer continuas siendo una carga te dejaré aquí como alimento de los lobos.

Esas palabras tan crueles y llenas de frustraci��n salieron de sus labios, Jhonny también estaba insatisfecho, aunque había tomado la decisión de ser libre todavía había una familia que pudiera recibirle, pero ahora el estigma de la fuga lo señalaría, en el momento que dejó atrás la tropa, selló para sí la marca de la traición, reconsideró en un instante, podía decir gran parte de la verdad, que era de noche, que no encontró a nadie, que los apiló e incineró y que se demoró en alcanzarlos por enterrar los restos, bla, bla bla... no era tanto para el alarmé, al menos no todavía... lo menor que pudiera pasarle de no ir pronto sería que estuvieran sensibles y lo llevarán a una corte marcial a imponerle un castigo físico, lo peor era que ofrecieran su cabeza como ejemplo de aquellos que pensaran en una rebelión. No, no, no, eso no lo permitiría, no habría cambio de planes, prefería pasar por muerto.

Suspiró con algo un sentimiento de frustración e incredulidad mientras torcía sus labios. Se volvió a mirarlo para respirar profundo fijando sus ojos que brillaban por las brazas todavía ondulantes.

Jhonny ni siquiera había conocido todavía los brazos de una dama que no fuera su madre o abuela. Las niñas de su poblado preferían no involucrarse con debiluchos infantiles. Además, la única chica que conocía era la hija del señor Mcgregor, una muchacha pecosa, con cabellos castaños, rizados y rebeldes como su temperamento.

Jhonny se preguntó porque pensaba en ella en ese momento, su nombre finalmente se atrevió a pronunciar era Cristina Mcgregor, eso era lo más delicado que tenía porque su comportamiento era como el de un muchacho que era obligado a usar faldas.

Cristina solía amarrarlas entre las piernas para formar un pantalón abombado, se retiraba sus zapatos y corría por las praderas mientras perseguí mariposas e insectos. Se reía fuertemente y era escandalosa, armaba trifulcas y de vez en cuando golpeaba a los niños solo porque sí.

-- No sé porque la recuerdo, ni parecía una niña.

Levantó sus ojos y labios al cielo en una mueca divertida.

Imágenes de ella inundaron su mente, como las veces en las que visitaba la herrería y asomaba sus cabellos alborotados cerca a los hornos, sus ojos se encendían como leños ardientes de la emoción de ver al papá de Jhonny golpear el hierro .

--- Que afortunado eres.

Le decía a un Jhonny que no lo comprendía, pues ese trabajo lucia para él como algo agobiante y tortuoso, era demasiado pesado para él quien jamás alcanzaría ni la estatura ni musculatura de su padre, además el calor del mismísimo infierno no era para nada agradable.

--- Lo que pasa es que eres un flojo y cobarde, los hombres flojos y cobardes son unas niñas. Te llamaré desde ahora "hermana menor".

Fue horrible, ese día Jhonny se sintió humillado, la tomó del brazo y la llevó fuera, sacó fuerzas para arrastrarla y ella hizo también lo suyo para no dejarse. Ambos terminaron más verdes y decorados que la follaje de la pradera, bufaban con sus pechos agitados, cansados en el suelo con los puños apretados y los cabellos alborotados, solo que Jhonny llevó la peor parte, sus ojos inflamados y su boca rota lo daban como el gran perdedor, intentó pensar para sí que el resultado había sido de esa manera porque todavía le quedaba algo de caballero, pero a decir verdad, ella había sido más "caballero" que él... Finalmente, cuando logró calmarse ella exclamó una amplia y grosera carcajada al tiempo que le decía con su rostro de satisfacción y diversión.

--- ¿Sabes? igual siempre seremos hermanas.

Cristina la bulliniadora, la apodo así de ahí en adelante. Aunque a ella nunca se lo decía a la cara y mucho menos frente a otros. Todavía le dejaba algo de dignidad.

El día que la brigada seleccionó nuevos integrantes, Jhonny fue entregado a la guardia, Cristina observaba detenidamente. Se veía frustración y algo de envidia en su rostro. Jhonny sabía que los ojos del pueblo estaban allí, era penoso ver como las familias se despedían sintiéndose orgullos de entregar a sus hijos a la loable misión de garantizar la raza humana en nombre de Arthur, bla, bla bla, bla... Pero tampoco estaba mal salir de ese diminuto poblado y convertirse en un caballero de aventuras, su meta no era morir allí. Sintió una mirada penetrante, giró y vio a Cristina, ella no dijo nada, no sonrió, no frunció el ceño, no le sacó la lengua, no lo intimidó, solo lo miró fijamente a los ojos tanto que un vacío recorrió cuerpo.

Si regresara el tiempo que le hubiera dicho, no tenía idea, ni siquiera un adiós, un nos volveremos a ver, un te recordaré, nada tenía sentido en este momento, habían pasado ya un par de años y solo se preguntaba que habría sido de aquella ruidosa, entrometida y pegona amiga de juegos. Jamás lo sabría, jamás volvería.

--.

--- ALICE, ALICE ...

-- Ah!!! Ya cállate, déjame descansar!!!. Ah!!! ¡Muérete ya!

Lo dijo en voz alta entre los dientes, luego subió al árbol nuevamente, se acomodó y pretendió no mirar más, tal y como hizo con Cristina.

--

Dejó de hablar, se tranquilizó y su respiración se acompasó más relajadamente al tiempo que sus ojos parpadeaban más lentamente y la luz se hacía más difusa.