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Chapter 27 - DÉJA VU

Alice caminó por el bosque, llegó a la cabaña, ingresó y lo vio…

sí, lo vio a él observando fijamente la chimenea ardiente. Giró despacio como si estuviera esperándola para cruzar y fijar sus miradas.

Esta vez su rostro era visible, allí estaba John, aquel joven de 20 y algo de cabello castaño oscuro, de rasgos masculinamente perfectos y ojos de azul profundo. En un silencio incomodo esta vez ella no apartaría la mirada, lo confrontó y juzgó con ella.

Él se acercó para acariciar su cabello en exacta coreografía. Cepillar el cabello con sus dedos, moverlo y después besar su cuello.

---No.

lo dijo incomoda.

-Esta vez no. Tú y yo vamos a hablar.

Él frunció su ceño en una sonrisa, igual ya tenía las manos suyas sobre ella.

--- ¿No me deseas?

Alice abrió los ojos, él jamás había dicho una palabra y precisamente eso no era lo que ella tenía en mente, su rostro se calentó al recordar su último encuentro e ensueño.

Sin duda ella le había permitido más, le había autorizado con su mirada y con sus actos a hacer mucho más. Tragó saliva.

--- Ahora es diferente.

Él la abrazó desde atrás y la acercó a su cuerpo, regresando a su cotidiano papel pues en ese trance y lugar llevaban casi 5 años, era una cita natural, ya era un hábito. Luego rompió el silencio de su profunda respiración.

--- Tenía que encontrarte.

Le dijo rosándole el oído.La conversación fluyó como si estuviera hablando con el vecino de años.

--- ¿Por qué? ¿Para qué?

--- No lo sé… no sé el motivo. Es simplemente un impulso.

--- No, no es un impulso. Es una locura. No existes, no eres real.

Se negaba a dar la vuelta y verlo al rostro.

--- Nada es real, nada es irreal… qué estupidez seguir defendiendo lo indefendible. Son 5 años Alice, en los que he pasado mi adolescencia y juventud soñándome contigo. Despertando cada mañana con la erecta frustración de la tensión de una noche tras otra… Ver ahora tu rostro y preguntarme porque vivía obsesionado con una mujer que quizás jamás conocería.

Detuvo por un instante su arrolladora cantidad de fonemas. Alice no sabía cómo reaccionar a sus palabras, sonaban como una confesión directa y seca, sencillamente se apartó de él para afrontar mirarlo a la cara. Él sonrió irónicamente y continuó mientras sus manos apuntaban al lugar que los rodeaba.

--- Mira la cabaña. Esta cabaña llena de nosotros era mi única pista para llegar a ti. Algo enfermizo en mi interior me presiona para creerte real, quería que fueras real. Busqué, consulté y he estudiado por años algo que pudiera conectarnos y aquí estamos. Descubriendo que somos unos pendejos ignorantes.

Alice quedó muda. por más que fueran 5 años de encuentros furtivos, no dejaban de ser para ella solo aspectos de su reprimida intimidad, aspectos que nunca rebelaría a nadie. Eran sus momentos privados donde podía desbordarse en inmoral humanidad.

--- ¿Qué deseas de mí?

Le dijo ella sin sentimiento alguno mientras él empujo su lengua bajo su labio y giró sus ojos y cabeza en irónica sonrisa.

--- Deseo todo.

--- Sé más especifico, no comprendo.

--- Quiero tus sueños, tus pensamientos, tu alma , tu cuerpo, toda tu.

Alice abrió los ojos con sorpresa, su ceño se frunció con incredulidad.

---Que más quieres que te diga. Algo en mi está enfermo de atracción por ti. La conexión es tan profunda que ni siquiera en sueños podemos separarnos. Y es frustrante para mi ver tu falta de emoción, ni siquiera me reconociste y es la hora en que todavía dudas de lo irrefutable.

Respiró profundo mientras arrojó una fuerte exhalación de ira.

--Y aún así, yo te quiero conmigo.

La cabeza de Alice se movía en un gesto de negación. Que le estaba pasando, él se había salido de casillas, nunca dijo nada y ahora dice todo. Alice pensó que su mente había colapsado en una mala pasada y que salud mental solo reflejaba que estaba enferma y reprimida.

--- Y como finalmente para ti esto no es real, porque no continuamos lo de siempre.

Soltó aquello con un tono osado, malhumorado y lleno de reproche.

Alice dudó, igual estos eran sus sueños de contacto y placer, ¿por qué no? la cura de una mujer reprimida podría ser satisfacer sus frustraciones.

Su plan se había salido un poco de curso, bueno… tal vez se había salido mucho de control, pero desde que logrará sanamente reorganizarse y estabilizar sus emociones, tal vez todo volvería a su muy cotidiana y cómoda normalidad.

Alice tomó la iniciativa esta vez, se acercó, le acarició el rostro y lo besó. Su lengua que no fue capaz de moverse para proferir palabra se portó activa para acallar aquel discurso sin sentido.

¿Por qué no? ya eran costumbre los besos húmedos en ese sueño. No lo dejaría usar más absurdas palabras, solo quería que todo tomará su natural rumbo y no permitiría que su rutina se arruinará.

John con sus ojos muy abiertos intentó retirarla e iba a decirle algo más cuando Alice se presionó a él con más fuerza mientras lo jalaba hacia abajo. Bien, normalmente ella se dejaba y no era activa, pero esta vez no podía permitir un cambio de ánimo o interrupción. Era su sueño y ella lo controlaría .

John no insistió más, comprendió el ambiente y prefirió gustosamente pasar del lenguaje oral al corporal, tal vez con eso ella finalmente reconocería su existencia.

Se aferró a ella y le introdujo aún más profunda su húmeda lengua. Alice detuvo su respiración y abrió sus ojos parpadeando repetidas veces, luego se apretó en ondeante moviendo de labios y cabeza.

No había nada que perder, él era su galán de sueños y ella la damisela de inocencia fingida, ambos juntos en un lugar de hadas apartados de cualquier humanidad.

La apretó de su cintura y la elevó para llevarla al fondo de la caballa, en cinco años jamás habían cruzado tal puerta, de brazos tal noche de bodas ingresaron. Alice vio los libros, el armario de los vaporosos vestidos, la cama inmaculada y la ventana de las cortinas de velo y rayos de luna.

Sus bocas seguían ocupadas mientras producían sonidos pegajosos. Alice pasó de vertical a horizontal en cuestión de segundos y su ligereza recibió el peso de un ancho torso que no dudo en tomar su suave cuello y recorrerlo con su lengua. Su mente se desconectó, lo racional estaba fuera de servicio y la CPU solo procesaba los sistemas vitales y los instintos primitivos.

La habitación se inundo de feromonas y el vestido dejó simplemente de ser útil, voló por los aires cayendo melodiosamente.

Unas amplias manos se posaron en su generoso y contorneado busto, rodearon este con suavidad y ritmo circundante, subieron la cima, tocaron su punta hasta que se perdió la complacencia y apretó con ganas. Alice gimió en un placentero pero doloroso instante. A él no le importó, algo dentro de sí estaba molesto por la actitud que tomó ella, era su pequeña y lujuriosa venganza.

Alice notó como iba perdiendo terreno, intentó inútilmente dejarlo abajo, pero su fuerza era menor, decidió rendirse a sus ardientes toques pues no escondió lo desesperado que estaba por no ser capaz de resistirse, si tenía que demostrarle sus palabras pues lo haría en los términos que ella misma propuso, ya no era venganza, era frustración, aún así no podía dejar reprimir los deseos que tenía en ese momento.

<¿Quieres qué hablemos?, solo así te escucharé>

Tal vez Alice si había planteado un punto y era la tensión sexual que se había acumulado con los años, si desahogaran eso tal vez verían el panorama con objetividad y sencillamente sería como ella lo predijo, solo como un patético sueño húmedo adolescente lleno de personajes irrealmente molestos como bellos. Y él también, tal como ella pensaba, despertaría igualmente de su papel frustrado para madrugar y continuar su vida. Así, sin más.

Ambos no quisieron pensar más, parece que ella hacía minutos había dejado de hacerlo, su boca entreabierta, sus ojos cerrados y su rostro sonrojado daban cuenta del placer del roce de su desnudez. La empresa que ella inició quedó a manos de su socio, su inicial desborde audacia y dominio no duró ni siquiera el roce de sus manos, se rindió a su toque, muy, pero muy fácil.

La siguió tocando mientras deslizaba su mano por su vientre e introducía esta bajo la última barrera que quedaba, no había más, sumergió su dedo entre el camino húmedo y sin mediar prendió el botón en ON. Se sorprendió así mismo de lo bien que ella lo estaba pasando. Sonrió al ver ese rostro debajo de esos lentes, notando como su piel tomaba color, comenzaba a ponerse sudorosa y su torso acelerado le incitaban a tomarla.

Besaba su cuello, el lóbulo de la oreja y llegaba a sus labios al tiempo que agitaba su pecho y su intimidad. La voz de Alice se hacía más copiosa y su respiración en momentos se aceleraba o se entrecortaba. La montaña rusa de emociones le generaban a él una presión entre las piernas, debía liberarla o sino moriría allí. Sus dedos largos se humedecían entre un canal de aguas y la textura suave y estrecha le provocaba abrirse paso con avidez. Alice no pudo más, luego de acelerar la marcha ella se estremeció en un dulce y ahogado gemido. Ella perdió en su juego pues produjo el primer sonido comprensible.

--¡Ah!… No, no más, para, para.

La sonrisa del ganador no dio espera, dudo un instante en obedecer pues su cabeza ardía. Obedientemente se detuvo para darle un descanso, Alice se giró apretando sus piernas, encogiéndose y haciéndose muy pequeña mientras las sábanas perdían su ordenada forma.

Muy dentro de él sabía lo que ella había experimentado, le rozó con un dedo la piel de su espalda, haciéndola temblar nuevamente y extrayendo de su boca otro inaudible gemido.

Enterró los ojos con sensación de victoria, pero no se iría esta noche sin el gran premio. Lo decidió allí mismo, esta vez la tomaría la haría suya totalmente. Si todo era un simple sueño del que hablaba Alice, no habría temores a nada, porque sencillamente no habría sido nada.

Él se retiró lo que quedaba de su ropa mientras observaba a una Alice quien clavaba sus manos entre sus piernas y su cabeza en la desordenada sábana. Luego la giró, le retiró su última prenda, las gafas no eran necesarias pues deseaba mirar directo a sus ojos al tiempo que acariciara sus suaves muslos para abrirlos firmemente.

Alice abrió los ojos con cierto susto, sabía claramente lo que estaba pasando por su mente, todo fue tan rápido que la cabeza de él inmediatamente tomó posesión de ese muy escondido lugar, no habían pasado ni siquiera un minutos desde que ella había tocado el éxtasis para sentir como la lengua de él reavivaba el placer que contraía su cuerpo.

El aire cálido entraba por su boca sin reparo, sus ojos solo veían su vientre agitarse y unos ojos azules la miraban con gusto. Las manos de ella intentaron tomar su cabeza para alejarlo pero sus dedos terminaron enredados en su oscuro y suave cabello, sus caderas se ondularon y elevaron junto con su voz que resonaba entrecortada y melodiosa.

Esos ojos azules observaban a una Alice envuelta en trance, mientras su boca saboreaba el elixir que mojaba su mentón. Nuevamente la voz de ella llenó la habitación y la fuerza que aplicó para retenerla y empujar su cabeza le dejó saber lo complacida que ella estaba, la danza circular de su lengua presionaba el switch y se hundía en su interior.

Pero no era suficiente, faltaba más, su sed no se saciaría con ello, los últimos dos años habían sido los peores, esta vez se comprometería para siempre. Nuevamente ella tembló en un grito sordo y esa abrupta sensación de relajación le dejó entrever que estaba complacida.

Antes de que pudiera darse cuenta la ubicó entre sus piernas y se lubricó de arriba abajo justo en la entrada. Alice Abrió los ojos perezosamente, sus miradas se encontraron en silenciosa suplica, él lo hizo para que ella consintiera aquello y no lo odiara, y ella lo hizo porque sabía que de alguna manera sería doloroso, la mente puede ser muy realista.

¿Por qué no? la suerte estaba echada, no habría barreras, no habría nada que detuviera lo inevitable. Los sueños no embarazan.

Su galán de años sin previo aviso la tomó por la cintura, la elevó y de forma lenta y firme atravesó la entrada, su firme erección y sus manos la apretaron hacia él.

La voz de ella cambio, su rostro mostró un dolor plausible y el ceño se frunció cerrando fuertemente sus ojos mientras su boca se abría, sus manos apretaban la almohada en su cabeza y sus piernas se encorvaban.

El pacto de sangre estaba hecho, algo espeso y caliente fluyó de ella desde interior, perdió la compostura y su rostro también evidencio notables cambios, su respiración comenzó agitarse, su temperatura se elevó y sus caderas no podía dejar de moverse en compas armonía, no se detendría y de haber queja alguna él no haría caso a los lastimeros ruegos de que parara. La mesa del juego la planteó ella y él estaba dispuesto a jugarla hasta el final.

Comenzó despacio, sintiendo la excesiva y calurosa humedad, tenía miedo de abrir los ojos y mirar su evidente conexión física, estaba tan excitado que tal vez no duraría mucho. Finalmente contuvo la respiración y lo hizo, quería verle el rostro a su muy dispuesta compañera quien pasó de la sorpresa a gestos de dolor y de placer, su expresión era tan única que la atesoró inmediatamente.

Recorrió su mirada hacia abajo, pasó por el busto que se movía acompasadamente, miró su suave y plano abdomen al tiempo que sus manos sujetaban firmemente entre la cintura y la cadera, se veía como sumergía sus dedos en su provocativa y tierna carne. Bajó más, sudó nervios y completó la escena, inmediatamente su virilidad creció al tiempo que se estremecía y dejó salir un sonido de su boca, su cuerpo instintivamente aplicó más fuerza y rapidez, no era él, era su instinto más básico y primitivo quien tomó posesión de su entrepierna que lascivamente no dejaba de hacer ruidos húmedos también.

Ambos no pudieron evitar saturar la alcoba de diversos y placenteros sonidos, no soportando más la miraba fijamente en ella quien abría la boca esperando ser colmada por sus labios, la tomó en brazos y le dio a beber de sí mismo, tanto así, que en un sollozo inaudible él la llenó por completo. No se resistió más, ambos se estremecieron al unisonó y la contracción inferior de ella volvió a agitarlo. Finalmente se separaron lentamente mientras un fluido tibio y espeso se deslizaba por sus muslos.

No quedó más en esta conversación sin palabras, la cubrió y la abrazó fuertemente clavándose a su pecho como un niño mimado. Alice lo miró al rostro con curiosidad, parecía como si él quisiera decirle algo, la oración que llenaría el vínculo, pero no podía, igual no quería escucharlo, no arruinaría el momento por un sentimiento apresurado e insipiente, ambos finalmente eran los conocidos muy desconocidos que superaron años de frustración en el eterno sueño.

Alice suspiró entre sábanas.

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Jhonny despertó con los primeros rayos del sol. La hoguera se había pagado no hace mucho, dejando ver una línea de humo blanco.

Miró al sujeto del piso y se dio cuenta que ya tenía colores, cuando iba a posar su mano en la frente de él y medir su temperatura, una mano grande y firme le sujeto con fuera el brazo, mientras abrió sus ojos con sorpresa y desorientación.

Jhonny retiró su brazo rápidamente, aún así sintió dolor, el tipo que tenía enfrente era fuerte.

---Veo que despertó, lo encontré casi muerto ayer a la orilla del río y yo lo vengué de quien quería devorarlo.

Señaló con gracia lo que quedaba del cerdo ahumado, que por cierto era todavía era bastante.

El sujeto no parpadeaba para reincorporarse.

--- ¿Tiene nombre?

Tomó su cabeza y sobó su cien, mientras respondía vagamente.

--- Si, si… Me llamo John.

--- Miré, John, no sé de donde salió usted pero con su apariencia tendría mucho que explicar. Pero no, no importa, no diga nada.

Jhonny hablaba sin pensar, a lo bruto. Agitaba con negación sus manos para evitar que el desconocido respondiera a su estúpida afirmación.

John ni lo escuchó, pues no comprendía porque terminó allí. Lo último que recordaba era estar acostado junto Alice en su aparta-estudio, ella se había desmallado, la luz no regresaba y ya era muy tarde. Le llevó a su cama y la había observado hasta que sus ojos se cerraron.

Miró a su alrededor, un bosque así solo existía en contadas reservar naturales, esto no era nada conocido y mucho menos tan cerca de la cuidad. Pero algo muy dentro de sí le decía que así debía ser.

Johnny sacó de su mochila una vasija, reavivó el fuego y puso a hervir agua compartiéndole un poco de té.

-- Beba y coma esto, supongo que tiene hambre .

---Gracias.

John solo asentía la cabeza intentando con ello agradecer la generosidad de ese joven.

John hizo un esfuerzo por recordar más, y a su mente vinieron los sueños que desde los 15 había tenido. Abrió enormemente sus ojos y se mordió el labio inferior mientras su cara se ponía roja, tan roja como un tomate.

--- ¿Le volvió la fiebre?

John giró para mirarlo e intentar comprender lo que le decía.

---Sí, es que lo veo inquieto y se puso rojo de repente. Además, anoche sufrió de fiebre y durante ella no dejaba de repetir el nombre de una mujer… ¿Cómo era? ¡Ah sí! Alice.

John cerró los ojos y recordó su sueño de fiebre y frenesí. Solo pensó para sí, que Alice no estaría muy contenta cuando volvieran a encontrarse.