Alice Stingray una estudiante universitaria, con sus tan solo 20 años ha dedicado gran parte de su vida a cuestionar su entorno a través de su personalidad circunspecta, esto la ha dejado rezagada de facetas de su vida juvenil haciendo que su mundo se centre más bien en sus estudios y sus pasatiempos. Su falta de vivencias y el aislamiento de su vida se refleja en la mirada inocente que esconde tras unos anteojos, que más parecen ser un par de lupas.
—Amanecerá y veremos...
Dijo Alice para sí, mientras comenzaban las clases del día.
— Hola Alice. ¿Qué tal esas vacaciones?... No me digas que te pusiste a perder el tiempo en tus lecturas y tus escritos... definitivamente tú no vas a cambiar nunca.
— Calista por Dios... déjame en paz. Dijo Alice con cierto tono de fastidio.
Todo era tan extraño, sentía como sí desde que se levantó su día hubiera empezado en un constante Déjà vu.
La noche anterior había tenido un sueño extraño, aún así llevaba días, sin poder dormir bien.
En su mente no podía dejar de pensar en el rostro de un muchacho, que intentaba reconstruir a pedazos, tez blanca, cabello castaño oscuro, labios delgados, ojos ...ojos.
—¡Ah! ya es hora. Escuchó un grito fastidiosamente agudo pero familiar.
—¡Vamos! Alice.
— Ya voy. Respondió mientras se daba palmadas en las mejillas.
—¿Qué te pasa? Preguntó Calista mientras leía los mensajes de su iPhone... —¿Es que no has dormido bien? .
Alice no respondió absolutamente nada, entraron al salón, se sentaron y ella dejó su mente en blanco.
El profesor ya había empezado.
la universidad no era tan fácil como la secundaria, al menos en lo que respecta a los deberes, aunque para Alice esta le perecía mejor, a decir verdad ella había odiado la secundaria, tal vez nunca encajó, aunque se llevaba bien con todos sus compañeros jamás logró que la notaran realmente. Sus relaciones eran un teatro de amabilidad y buenas intenciones, ella solo debía actuar un papel y el que tenía parece que le quedó bien, la diplomacia era su fuerte.
Ahora con 20 años, faltando un año para graduarse de administradora, jamás había escuchado la voz de un muchacho en su oído y menos había visto los ojos penetrantes de alguno en la realidad, o más bien fingía no verlos, siempre arrogante, hacia como sí no le importará.
— Veo, que empezaron con ganas esté nuevo semestre. Primero que todo llamaré lista.
Alice tenía una amiga, Calista una joven de 22 años con un cuerpo fenomenal, su cabello con un tinte castaño rubio, largó y ondulado, la hacía sobresalir, era alta, llamativa, sabía usar sus encantos y aunque en la U no tuviera novio, ella tenía sus pretendientes... cada vez que salía a escuchar Heavy, metal, hard rock a un bar, se levantaba algún mechudo espectacular... si, eran amigas porque ambas amaban el Hard rock. Calista, era lo opuesto a Alice, ya que pone sus facetas frívolas por encima de su intelectualidad y aunque ha intentado hacer de Alice un remedo de ella, esta no lo permitía, mas bien, ambas conviven en tolerancia haciendo de esa amistad algo interesante.
—Sergio Anderson....
—Presente
—Gina Brown
—Aquí
Alice odió ese salón apenas entró, estaban todas las sillas en mesa redonda, no había atrás donde sentarse....—< que fastidio> Dijo susurrante.
—Sebastián Carpenter
—Por aquí
Tratando de no mirar a nadie, Alice solo giró su cabeza para ver a Calista pegada a su iPhone, era como sí ese teléfono fuera una extensión de su mano. Al principio a Alice le parecía incómodo, pero con el tiempo se acostumbró. Alice ni siquiera sacaba su móvil, para ella ese aparato era reloj y mp3, y muy rara vez tenía una llamada o hacia llamadas desde este.
—Tom Stevenson
—Presente
Cuando Alice regresaba a su posición original, sintió que frente a ella alguien la estaba observando, inmediatamente sus ojos se encontraron, tras los lentes de Alice se abrían sus grandes ojos negros, aquel joven era nuevo, jamás lo había visto. Su cara se sonrojó, sintió como sí la mirada de él se le clavará dentro ... < ¡Sus ojos!...así eran sus ojos>
— Azules. Dijo en voz alta ... Calista la escuchó.
— ¿Qué?
Alice no sabía qué hacer, aún así mantuvo su mirada fija mientras sus labios evidenciaban su pánico.
— Sonya Smith
— Yo.
No podía apartar la vista, por más que intentaba evitarlo, lo tenía enfrente, además su mirada la rodeaba de persistencia. Por un momento pensó que ese chico estaba mirando a Calista, pero no, ella esta estaba concentrada enviando mensajes.
Jamás en está realidad había sentido eso, estaba confundida e incómoda, como si perdiera una a una cada una de sus prendas.
—Alice
—Alice Stingray
—(...)
—¿Alice Stingray?.....¿ALICE STINGRAY?
—Alice te llaman. Sintió un codazo que la envió de regreso a tierra
— ¡Ah !.... Sí ...Aquí . Dijo sobresaltada mientras su mirada buscaba refugio en el piso.
— Calista Taylor
Presenté
Tenía miedo de subir la mirada, aún así lo hizo, nuevamente sus ojos se encontraron solamente que esta vez, en el rostro de aquel chico se dibujaba una sonrisa picara, burlona, coqueta.
—John , John Dark
Su boca se abrió, diciendo. —Presente.
Mientras seguía observando a Alice, Su voz gruesa y penetrante, invadía los oídos de todas las asistentes. Alice sintió que su respiración se detenía en ese segundo.
Calista levantó la cabeza y lo miró. Alice volteó su rostro para ver nuevamente el suelo, para no sentirse descubierta. Durante el resto de la clase no dejó de ver el piso. Se sentía castigada.
—Bueno, eso ha sido todo por hoy...no olviden que deben de entregar el trabajo la próxima clase...quien desee puede enviarlo por correo.
<¿Cuándo acabará? ....>
Se decía a sí misma mientras continuaba mirando el piso.
Escuchó pasos y voces que salían del recinto,
— Voy a contestar, te espero afuera. Le dijo Calista
Poco a poco se escuchaban menos ruidos, hasta que hubo silencio total. Respiró profundo, tomó valor y vio hacia el frente, la silla estaba vacía... sintió alivio, sintió como su cuerpo tenso se ponía más ligero, sencillamente descansó.
Tomó sus cosas y empezó a guardarlas. Torpemente un libro se le resbaló y cayó al piso.
Cuando se agachó para levantar el objeto vio una mano que lo recogió primero, subió la mirada y era él, si era él, esta vez estaban cerca, muy cerca. El azul de sus ojos, parecía un océano profundo, en ese rostro blanco con nariz perfecta, así de cerca Alice notó su cabello castaño oscuro, liso, cortó atrás con mechones al frente, sentía que sus gafas la protegían de esa mirada, como si fueran una barrera .
—- Esto es tuyo... ¿ALICE?
Lo dijo muy cerca de su oído, mientras se levantaba. Alice quedó inmóvil y su piel se erizó.
Una vez dicho esto, John puso en la mano de Alice el libro rozándole los dedos. Ella se estremeció. Después de eso él sencillamente se marchó.
Alice no se dio cuenta de que se había quedado sola, tardó unos cuantos segundos en volver en sí, salió y Calista seguía hablando por teléfono.
< Menos mal...no se dio cuenta>
Aunque eran amigas, a Alice nunca había tocado temas de chicos, al menos no por su parte, ella prefería escuchar, a veces opinar, pero nunca había iniciado ella una conversación de ese tipo. Ahora estaba confundida, aturdida, y algo apenada. No sabía qué hacer, ni que decir.
Calista colgó después de unos minutos, tiempo que empleó Alice en recobrar su tono blanco porcelana, se notaba que el sol casi no tocaba ese rostro.
Calista la miró de arriba a abajo.
— Muy linda tú.
Alice abrió los ojos, sintiéndose descubierta.
— ¿Cuándo será que vas a dejar de usar esas horquillas en el cabello?
Alice descansó...
—Aunque se te ven bonitas, pero, sabes que te dan un toque infantil, mejor suéltate el pelo.
Calista tenía razón, Alice tenía un hermoso cabello largo, negro y liso hasta el cuello pero ondulado hasta las puntas que llegaban casi a su cintura. Cabello que dividía a la mitad y recogía cada lado en la parte superior con horquillas. Dejando el resto suelto.
—Yo sé que también eres alta, pero siempre tenis, Alice...por favor cambia de ropa, muestra algo de piel mujer...
No solo eso, siempre eran jeans (vaqueros), tenis, gabanes, sacos, abrigos, bufandas...ropa simple y holgada que guardaba todo. Escondida tras la ropa, escondida tras los lentes.
— Un poquito de carne al aire no hace daño. Además con esa delantera que tienes es una pena, si fuera hombre te las tocaría y te pellizcaría el trasero. Jajaja.
Su risa retumbó por el pasillo, se notaba que estaba de buen humor. Algo realmente bueno le había pasado, seguramente era una cita.
— Pero no importa al fin y al cabo así eres tú. Y tú sabes que te quiero ¿Verdad?.
—Alice... ¡Hey! ALICE ..¡Oye!? tú has estado muy extraña el día de hoy. Mmmm... Por cierto, ¿no te fijaste en el estudiante nuevo?. Calista le picó un ojo.
— (....).... No. ... definitivamente No. Alice pasó saliva mientras lo decía.
— ¿Si, cómo no? No me tomes el pelo Alice.. eso no te lo puedo creer.
—Bueno está bien, lo que digas ¿y entonces como se supone que era el nuevo? Sacó fuerza para hacerse la desentendida.
— Ummm... Bien.. te lo voy decir .. Él es ... él es tan atractivo y ...y guapo, su voz, su voz era ... era maravillosa .. sabes, creo que me he enamorado.... le doy un cien sobre diez. Lo decía con una voz dulce mientras se tomaba las manos con una pose irónica.
— Como siempre. Dijo Alice intentando con ello dejar atrás sus nervios.
—Tan odiosa... el tipo está rebueno y tú solo dices eso, creo que deberías ir al oculista y que te recete nuevas gafas. Jajaja. Un poco más y me sangra la nariz.
—Qué exagerada, gobiernate mujer. Le dijo Alice mientras relajaba su mente y cuerpo.
Alice dejó que hablara, Calista era buena hablando y Alice escuchando, eran perfectas.
—Alice, de todas formas ¿Qué te paso en clase? Tú no eres así de distraída. Eso está muy raro. Su dedo acusador empujó la mejilla de Alice.
—No es nada. Le respondió mientras lo quitaba a la fuerza.
—Bueno, si tu lo dices. Está bien. Musitó Calista.
—Este día ha sido muy pesado, estoy cansada, a decir verdad quiero irme a casa. Dijo Alice con tono de agotamiento.
— Esta bien, descansa Alice. De todas formas yo ya tenía una cita así que nos vemos mañana OK .
—OK que te vaya como te lo merezcas .... dijo Alice mientras reía.
—Que cruel eres... pero te amo. Acostúmbrate de pronto un hombre te lo diga algún día.
Por supuesto, Calista sabía que eran bromas, así que esta se fue con una sonrisa en su rostro.