Elrick quien veía como su tropa de ex-campesinos armados festejaban la muerte de la bestia en medio del vino y la cerveza, se dieron espacio. Hacía meses que no se tomaban un descanso. Elrick escuchaba sus cánticos y alegorías que ruidosamente inundaban la tranquilidad del bosque.
Los bosques de Thurm no gozaban de tranquila reputación, desde antes de la transición se decía que eran el refugio de seres fantásticos y sobrenaturales, historias de hadas, duendes, brujas, bestias y demonios, hacían parte de las narraciones de los habitantes. Elrick sabía que eran ciertas y no unas simples leyendas gracias a sus enfrentamientos con bestias y demonios. Historias que solo despertaban en él rencor por esos habitantes paganos y sus actos demoníacos.
—Es bueno que celebren un poco, eso alienta la confianza de la tropa. Dijo Sir Jonas a Elrick mientras le acercaba una jarra de cerveza.
--- Celebremos amigo mío.
La mirada de Elrick parecía ausente y el reflejo de la hoguera en su rostro solo hacían más evidente la cicatriz en su ojo izquierdo, una marca que había obtenido de una bestia al poco tiempo después de haber sido reclutado para seguir los preceptos del rey. Habían pasado al rededor de 20 años desde el día que dejó su aldea, su todo.
En ese instante, el galope de un caballo se acercaba rápidamente a la fogata, pero cuando esté fue detectado era demasiado tarde...una luz resplandeciente...Cegadora, dejó atónita a la tropa, Elrick tomó su espada y observó como un destello incandescente envolvía los cuerpos embriagados de sus subalternos.
— "Noooo" . Gritó con impotencia.
Desde su posición veía un sombra a caballo que despedía rayos de un cayado, las rocas a su alrededor se levantaban y a su paso solo dejaban destrucción. Los gritos y el fuerte olor a carne quemada penetraban sus sentidos.
—¡Enfrentadlo! Gritaba mientras intentaba organizar lo que quedaba de su tropa.
Aquellos valientes intentaban vagamente bajar a ese ser del caballo, la armadura que cubría el brío de ese negro animal provocaba miedo, su cabeza cubierta de un metal oscuro lo hacía ver más como un dragón de ojos rojos y con cada respiración parecía que saliera fuego y humo, el jinete llevaba un túnica azul índigo, fina, aterciopelada que cubría su rostro, a decir verdad no era una figura temeraria, más el poder que tenía y la destrucción y muerte a su paso daba a entender qué era muy peligroso.
—¡Hechicero!... Escuchó Elrick entre el pánico de sus subordinados.
<"No , no podía ser "> Él pensó.
los hechiceros habían sido perseguidos, desterrados y masacrados, muchos de ellos se exiliaron a Avalon, huyendo de la transición.
<¿Por qué? > Se preguntaba. <¿Era que todavía quedaban?>
Se suponía que ya no habían y que ellos simplemente fueron enviados a limpiar los bosques de las aberraciones creadas por esos hechiceros, no para enfrentarlos.
Elrick sabía que era insuficiente, el poder de un solo hechicero era demasiado, durante las cruzadas muchos murieron y en esas luchas se ganaban por cantidad y resistencia, algo con lo que Elrick en este momento no contaba.
El sonido de carne chamuscándose y el fuerte olor impregnó el bosque, las espadas de aquellos valientes solo impactaban chispeantemente a la nada y un campo de fuerza protegía al hechicero.
Jhonny quien había estado celebrando ansiosamente, no pudo seguir el ritmo de sus compañeros quienes bebían licor como si fuera agua. Su falta de experiencia y poca resistencia lo habían hecho alejarse de la compañía por miedo a las burlas de sus camaradas, ya que efectivamente, había devuelto hasta su primer tetero.
—Malditos, tenían que hacerme beber esa porquería que quien sabe de dónde la sacaron.
Se sentía realmente mal , mientras lavaba su rostro y su ropa en un río cercano.
—Qué asco, prometo por mi madre que no volveré a beber.
Decía debido a los dolores de estomago que lo hacían retorcerse.
— Y sí eso es hoy, no me quiero imaginar mañana.
Su cuerpo no podía contener la cantidad de fluidos que salían de su boca. Era en vano lavarse ya que parecía una tarea interminable.
—A todas estas, en el campamento deben sentirse felices. No es para nada, haber matado a esa bestia.
Pensaba mientras yacía en la orilla acostado boca arriba y con una mano en su estomago.
— Vahh!!... ni siquiera habrán notado mi ausencia.