Al día siguiente Atlas se despertó y antes de salir del cuarto saco una pastilla de alimentación y la comió, enseguida su cuerpo se sintió más fuerte, Atlas se puso rápido la camisa y los zapatos "deprisa Vasco debemos salir de Porto antes de que salga el sol" Atlas abrió la puerta y salió de la habitación, Vasco lo siguió rápidamente.
La señora de la posada ya se encontraba preparando el desayuno en la cocina, normalmente tendría una ayudante con ella pero con sus pocos inquilinos prefirió hacerlo ella misma.
"Buenos días señora Popols ya nos vamos" saludo Atlas.
"suerte muchacho" le dijo la señora sin mirarlo.
"Espero nos veamos de nuevo" dijo Atlas antes de salir.
"Hasta la próxima" se despidió Vasco que lo seguía, la anciana siguió a los jóvenes con la mirada hasta que salieron de su posada antes de ir de nuevo a la cocina y terminar su pescado tostado para el desayuno.
Atlas y Vasco caminaron en dirección de la puerta norte de la ciudad esta era la más segura para Atlas por que colindaba con el mercado y siempre había mucho flujo de personas pero cuando llegaron al mercado "maldición" dijo Atlas cuando vio 4 hombres vestidos con armaduras de cuero con acabados rojos en la puerta estos eran claramente los guardias de la ciudad y lo peor era que nadie entraba nisalía de la ciudad, Atlas no pensaba arriesgarse a ir a una guerra.
"Nía"
"¿qué necesita el capitán?" pregunto la voz en su cabeza.
"Busca una salida de la ciudad sin guardias"
"Como ordene" apenas Nía acepto sin que nadie lo notara 20 cámaras de exploración se alejaron a toda velocidad de los alrededores de Atlas y se dispersaron por la ciudad.
Mientras esperaba Atlas se acercó y hablo con algunos comerciantes para no llamar la atención.
"Reportando al capitán" hablo Nía "la salida del este no está custodiada"
"Este" Atlas se alejó rápidamente del mercado, la puerta este colindaba con un barrio bajo por lo que aunque había muchas personas nadie le presto particular atención a los dos jóvenes, Atlas y segundo pasaron la puerta y Atlas logro respirar con tranquilidad.
De Porto a Bread Sugar habían aproximadamente 7 días a carroza o 20 a pie "si tenemos suerte podremos tomar una carroza en la siguiente aldea" dijo Atlas más que para Vasco para sí mismo.
Los jóvenes caminaron dos días antes de llegar a una pequeña aldea llamada Ibor, apenas entraron en la aldea algunas miradas extrañas se posaron sobre ellos, el ambiente aquí era peor que en Porto solo había ancianos o niños en la calle y las mujeres se veían cansadas, después de todo desde que sus esposos se fueron tuvieron que hacer el trabajo tanto de ellos como el suyo lo que las hacía ver demacradas.
Atlas y Vasco caminaron un poco en la aldea pero no vieron ninguna carroza por lo que desanimados se sentaron cerca de la plaza.
Yil era una mujer joven había vivido toda su vida en Ibor y cuando estuvo en edad se casó con su amigo de la infancia Bast, Yil y Bast hacían una buena pareja y estaban felices, Bast era dueño de una pequeña parcela que había heredado de su padre por lo que no tenían ninguna necesidad por lo que en menos de un año de casados Yil quedo embarazada y dio a luz un varón, todo iba viento en popa hasta hace unos 5 meses cuando el decreto del barón llego a su aldea.
"¡todos los hombres sanos entre los 16 y los 30 tendrán el honor de defender su patria de los asquerosos invasores Briginos en la frontera sur bajo el estandarte del barón Porto, repórtense todos en un mes en Porto o habrá consecuencias!" grito el hombre antes de clavar el edicto en el poste central de la plaza e irse por donde vino.
Bast no quería problemas por lo que con todo su pesar se despidió de su familia y con solo lo que podía cargar en una pequeña bolsa de cuero partió días después a Porto.
Desde entonces Yil había estado trabajando sola en la parcela y al mismo tiempo cuidando de su hijo por lo que había sido muy pesado para ella y así igual para muchas.
Yil se acercó al pozo en la plaza de la aldea dispuesta a sacar un baldado de agua para las necesidades de su casa, después de sacarlo del pozo se dispuso transportarlo hasta su casa, este era un oficio que hacia comúnmente incluso cuando su esposo estaba pero el cansancio acumulado le gano y sus brazos adoloridos soltaron sin querer, el balde derramo el agua en el suelo.
"Maldición" dijo la mujer mientras un tornado de enojo y tristeza se sacudía dentro de ella, era feliz hasta hace unos meses tuvo suerte y selecciono a un buen esposo razón por la que no estaba sola pero ahora no había nadie que sostuviera su espalda y la desastrosa duda de si su esposo tendría la suerte de volver sano a casa o si desde ahora siempre serían solo ella y su hijo.
Yil se acurrucó en el suelo y tapo su rostro para llorar, ninguna de las otras mujeres la critico de hecho muchas de ellas habían llorado solas y sintieron ganas de ayudarla pero cada una estaba muy ocupada en su oficio.
Yil solo abrió de nuevo sus ojos cuando sintió que alguien tomaba la cubeta, un joven de piel clara, cabello negro largo y liso con muy buen aspecto la saludo con una sonrisa "permítame ayudarla" dijo el joven.
"n-no es necesario lo haré yo" dijo Yil poniéndose rápido de pie "por favor" pidió la cubeta.
"Insisto déjeme hacerlo no pediré nada a cambio ni siquiera entraré en su casa" insistió el joven con una sonrisa deslumbrante.
Yil quería seguir negándose pero necesitaba el agua y sus brazos dolían demasiado "por favor" pidió, además la sonrisa de este joven y su aspecto apuesto y tranquilo hizo que ella enseguida descartara muchas sospechas sobre él, de hecho es algo normal, una mujer sospecharía menos de alguien apuesto que de alguien feo, seguramente si el joven frente a ella hubiera sido feo no hubiera cedido.
Atlas asintió y camino con la cubeta hacia el pozo, su fuerza había crecido mucho desde que todos los días sin falta había hecho los ejercicios correctos y Nía curando sus ligamentos musculares 5 x 1 su figura ya no era la de un joven flacucho si la de un hombre fuerte, para él no fue difícil sacar llenar la cubeta y volver a donde estaba Yil "guiame" le pidió Atlas.
La mujer un poco sospechosa aún se puso de pie y camino sin decir una palabra hasta su casa, una linda cabaña cerca de este pozo al llegar Atlas puso la cubeta en su puerta "me despido" dijo con una sonrisa antes de girarse.
Yil se sintió mal al dejarlo ir así pero no se le ocurrió nada más que un "muchas gracias" luego de eso se dispuso a entrar en su casa.
*Puagh* "¡waaaaaa!" Un chillido de escucho