"¡Roca a babor!" grito uno de los marineros mientras jalaba el largo madero en sus manos y luego lo volvió poner en su sitio.
La neblina era demasiado espesa para Atlas era como estar solo en un mundo totalmente blanco si no fuera por que a veces escuchaba los gritos de los marineros daría por hecho que ya estaba muerto, debido a la poca visibilidad Cristóbal había dado varas largas a varios marineros quienes las extendieron más allá del barco y cada vez que estas varas tocaban algo y se sacudían estos gritaban para anunciar el hecho, aun así todo era totalmente difícil para el porqué no podía ver nada y el ambiente del barco era terrorífico como un barco fantasma, los días pasaron pero el barco seguía sin salir de la muralla blanca y el ambiente era cada vez más tenue y áspero, los nervios de cada uno de los marineros estaban llegando casi que a su punto máximo, Atlas no había tenido ningún trabajo en esto días lo que en vez de ser bueno lo había preocupado más después de todo con más tiempo libre tenía más tiempo para pensar en como moriría ahogado o como sería devorado por un shura, los días pasaron y pasaron pero en la muralla blanca con la inexistencia del sol, la luna o las estrellas el tiempo se volvió relativo para todos los marineros, durante estos días solo comieron pan y agua que lograban encontrar cuando el cocinero sacudía las campanas.
*Truum* un día Atlas se despertó de repente debido a un tremendo sonido que golpeo sus oídos, el chico se sentó en la cubierta donde había estado durmiendo desde que entraron en la muralla blanca, se rascó un poco los ojos y lo noto "puedo ver" dijo cuando logro ver más allá de el "puedo ver" repitió antes de rascarse los ojos con más fuerzas "¡salimos de la muralla blanca!" grito con fuerza y alegría pero al parecer era el único que la sentía, todos los marineros que habían despertado tenían una clara mirada de desesperación, al inicio Atlas no entendió el porqué pero luego de mirar al cielo lo comprendió.
Aún se podía ver que era de día pero el sol era casi tan oscuro como el de la noche, las olas eran enormes amenazando con hundir el Intrépido y como si eso fuera poco miles de rayos descendían con furia hacia las aguas "¡llegamos al fin del mundo!" grito un marinero con terror.
"¡estamos muertos!" grito el otro para recalcar.
Atlas estaba aterrado había estado en tormentas antes pero esta era la madre de todas las tormentas ni siquiera un gran barco como el Intrépido podría soportar la furia de esta tormenta "es el fin" se dijo para sí y su corazón se hundió en pesar.
"¡Atlas!" una voz valiente lo llamo y el joven la busco con la mirada y fue hacia ella.
"¿Qué planea capitán?" pregunto el joven con un poco de esperanza, Cristóbal había sido el que llamo a Atlas y espero hasta que este estuviera cerca para lanzarle su catalejo y señalarle con su dedo el horizonte.
Atlas no entendió, pero aun así acomodo el catalejo cerca de su ojo y miro "qué diablos" no pudo evitar exclamar, a tal vez media lengua el mar era tranquilo y brillante como un paraíso totalmente diferente al inferno tormentoso donde estaban ahora.
"Sí extendemos las velas con el aire de la tormenta podremos salir de ella en menos de media hora" explico Cristóbal y estaba en lo cierto las corrientes de aire en este lugar era tan fuertes que los sobreros de todos los marineros habían volado y se sentía mucha resistencia al caminar contra ella, además misteriosamente como si fuera magia todo el aire venía de la muralla blanca y empujaba hacia la salida de la tormenta como si los estuviera incitando a seguir adelante.
"Pero capitán si soltamos las velas el aire las despedazara" dijo Atlas.
"Creo que no tenemos otra opción" dijo Cristóbal y aunque Atlas quiso pensarlo su mente estaba nublada por el miedo por lo que no pudo negarse.
"¡señores esta tormenta solo tiene media lengua podemos salir de ella!" grito Cristóbal, pero ya nadie en el barco estaba interesad en oírlo él los había traído ahí en primer lugar "¡suelten toda la vela!" grito de nuevo pero ninguno de los marineros se movió un centímetro.
"Maldición, ¡montón de ratas ¿quieren vivir? suelten las malditas velas!" grito molesto el primer oficial y al oírlo los marineros se movieron para soltar todas las velas, en diez minutos las velas estaban sueltas y el barco había alcanzado una velocidad inimaginable "¡sujétense!" grito el primer almirante mientras se aferraba a una de las barandas del barco, el Intrépido se chocó contra las inmensas olas con poder y furia aunque cada vez la estructura del mismo se deformaba más.
Con la velocidad que tenían en 20 minutos ya se encontraban cerca de salir de la tormenta y la esperanza había regresado a cada uno "¡estamos cerca!" avisó él capitán y cada uno pudo ver con sus ojos la marcada diferencia casi irreal porque en un centímetro el agua se sacudía con fuerza pero al siguiente el agua era tranquila como la de un manantial "que clase de magia loca es esta" susurro Atlas.
"¡ya casi!" grito un marinero expresando la emoción de todos.
*brrrr* *prack* un sonido sacudió el alma de todos "¡las velas se están rajando!" grito otro marinero lleno de desesperación.
"Maldición" susurro Cristóbal antes de golpear el timón al que se había sujetado, en menos de dos segundos la velocidad del intrépido había bajado casi a cero y aunque la tripulación podía ver la paz a solo unos metros de sí el barco no se movía para acercarlos.
Todos guardaron silencio antes de empezar a llorar o a maldecir de nuevo, el señor Rock se encontraba callado justo al lado de Cristóbal e incluso en su rostro se veía la desesperación.
"¡Capitán!" grito alguien haciendo que la mirada de todos se fuera en su dirección.
"Que los dioses nos amparen" susurro Cristóbal al ver la inmensa ola que había aparecido junto al barco, esta ola era enorme y se acercaba al barco a toda velocidad, la ola no tuvo piedad y menos de un minuto ya estaba sobre el intrépido, Atlas cerro sus ojos con fuerza y eso es lo ultimo que el joven recuerda.