Cuando desperté en este nuevo cuerpo, automáticamente asumí que al ser un animal, había perdido el valioso recurso del conocimiento humano. Sin embargo, al carecer de manos y no tener idea de mi ubicación, ese conocimiento resultaba limitado. Decidí postergar su exploración y aprovechar el tiempo para descansar, sin saber qué peligros aguardarían al amanecer. La noche fue dura; por primera vez desde que adopté esta extraña forma, tuve la oportunidad de reflexionar sobre mi situación y planear mi futuro. No deseaba pasar el resto de mi vida como un animal. Extrañaba a mi familia y amigos. Aunque inicialmente decidí salir del país para comenzar una nueva vida, no tenía en mente transformarme en otra especie en un lugar desconocido.
Anhelaba volver a dormir en una cama, bajo un techo y entre paredes, sin preocuparme por ser atacada por algún animal salvaje. Dada la situación actual, me conformaría con simplemente volver a ser humana. Con estos pensamientos, me sumí en el sueño.
Al despertar, obtuve una vista más clara del bosque que me rodeaba. Aunque solo veía árboles en un bosque vasto y, a lo lejos, un río. Ningún indicio de civilización a la vista. ¿Había reaparecido en un nuevo mundo desprovisto de seres humanos? Esperaba que no; sería una situación desastrosa, y me resistía a pensar tan negativamente. Decidí dirigirme hacia el río, sabiendo que los seres humanos necesitan agua para sobrevivir. Siguiendo su corriente, esperaba encontrar algún lugar habitado.