Del anciano Titón la concubina emblanquecía en el balcón de oriente, fuera ya de los brazos de su amigo;
3
en su frente las gemas relucían puestas en forma del frío animal que con la cola a la gente golpea;
6
la noche, de los pasos con que asciende, dos llevaba en el sitio en donde estábamos, y el tercero inclinaba ya las alas;
9
cuando yo, que de Adán algo conservo, adormecido me tumbé en la hierba donde los cinco estábamos sentados.
12
Cuando a sus tristes layes da comienzo la golondrina al tiempo de alborada, acaso recordando el primer llanto,
15
y nuestra mente, menos del pensar presa, y más de la carne separada, casi divina se hace a sus visiones,
18
creí ver, en un sueño, suspendidaun águila en el cielo, de áureas plumas, con las alas abiertas y dispuesta
21
a descender, allí donde a los suyos dejara abandonados Ganimedes, arrebatado al sumo consistorio.
24
¡Acaso caza ésta por costumbre aquí pensé-, y acaso de otro sitio desdeña arrebatar ninguna presa!
27
Luego me pareció que, tras dar vueltas, terrible como el rayo descendía,y que arriba hasta el fuego me llevaba.
30
Allí me pareció que ambos ardíamos; y el incendio soñado me quemaba tanto, que el sueño tuvo que romperse.
33
No de otro modo se inquietara Aquiles, volviendo en torno los despiertos ojosy no sabiendo dónde se encontraba,
36
cuando su madre de Quirón a Squira en sus brazos dormido le condujo, donde después los griegos lo sacaron;
39
cual yo me sorprendí, cuando del rostro el sueño se me fue, y me puse pálido,como hace el hombre al que el espanto hiela.
40
42
Sólo estaba a mi lado mi consuelo, y el sol estaba ya dos horas alto,
44y yo la cara al mar tenía vuelta.45
«No tengas miedo -mi señor me dijo-; cálmate, que a buen puerto hemos llegado; no mengües, mas alarga tu entereza.
48
Acabas de llegar al Purgatorio:ve la pendiente que en redor le cierra;y ve la entrada en donde se interrumpe.
51
Antes, al alba que precede al d��a,cuando tu alma durmiendo se encontraba, sobre las flores que aquel sitio adornan,
54
vino una dama, y dijo: «Soy Lucía;deja que tome a éste que ahora duerme;así le haré más fácil el camino.»
57
Sordello se quedó, y las otras formas; Te cogió y cuando el día clareaba,vino hacia arriba y yo tras de tus pasos.
60
Te dejó aquí, mas me mostraron antes sus bellos ojos esa entrada; y luego ella y tu sueño a una se marcharon.»
63
Como un hombre que sale de sus dudas y que cambia en sosiego sus temores, después que la verdad ha descubierto,
66
cambié yo; y como sin preocupaciones me vio mi guía, por la escarpadura anduvo, y yo tras él hacia lo alto.
69
Lector, observarás cómo realzomis argumentos, y aún con más arte si los refuerzo, no te maravilles.
72
Nos acercamos hasta el mismo sitio que antes me había parecido roto,como una brecha que un muro partiera,
75
vi una puerta, y tres gradas por debajo para alcanzarla, de colores varios,y un portero que aún nada había dicho.
78
Y como yo aún los ojos más abriera, le vi sentado en la grada más alta, con tal rostro que no pude mirarlo;
81
y una espada tenía entre las manos, que los rayos así nos reflejaba,que en vano a ella dirigí mi vista.
84
«Decidme desde allí: ¿Qué deseáis
-él comenzó a decir- ¿y vuestra escolta? No os vaya a ser dañosa la venida.»
87
«Una mujer del cielo, que esto sabe,-le respondió el maestro- nos ha dicho antes, id por allí, que está la puerta.»
90
«Y ella bien ha guiado vuestros pasos-cortésmente el portero nos repuso-:venid pues y subid los escalones.
93
Allí subimos; y el primer peldaño era de mármol blanco y tan pulido, que en él me espejeé tal como era.
94
96
Era el segundo oscuro más que el perso hecho de piedra áspera y reseca, agrietado a lo largo y a lo ancho.
99
El tercero que encima descansaba, me pareció tan llameante pórfido,cual la sangre que escapa de las venas.
102
Encima de éste colocaba el ángelde Dios, sus plantas, al umbral sentado, que piedra de diamante parecía.
105
Por los tres escalones, de buen grado, el guía me llevó, diciendo: «Pide humildemente que abran el cerrojo.»
108
A los pies santos me arrojé devoto; y pedí que me abrieran compasivos, mas antes di tres golpes en mi pecho.
111
Siete P, con la punta de la espada,en mi frente escribió: «Lavar procura estas manchas -me dijo- cuando entres.»
112
114
La ceniza o la tierra seca erandel color mismo de sus vestiduras;y de debajo se sacó dos llaves.
115
117
Era de plata una y la otra de oro;con la blanca y después con la amarilla algo que me alegró le hizo a la puerta.
120
«Cuando cualquiera de estas llaves falla, y no da vueltas en la cerradura
-dijo él- esta entrada no se abre.
Más rica es una; pero la otra, antes123de abrir, requiera más ingenio y arte,porque es aquella que el nudo desata.
126
Me las dio Pedro; y díjome que errase antes en el abrirla que en cerrarla, mientras la gente en tierra se prosterne.»
129
Después empujó la puerta sagrada, diciéndonos: «Entrad, pero os adviertoque vuelve afuera aquel que atrás mirase.»
132
Y al girar en sus goznes las esquinasde aquellas sacras puertas, que de fuertes y sonoros metales están hechas,
135
no rechinó ni se mostró tan dura Tarpeya, cuando al bueno de Metelo la arrebataron, y quedó arruinada.
138
Yo me volví con el sonar primero, y Te Deum Laudamus parecía
140escucharse en la voz y en dulces sones.141
Tal imagen al punto me veníade lo que oía, como la que suele cuando cantar con órgano se escucha;
144que ahora no, que ahora sí, se entiende el texto.