Chereads / La Divina comedia / Chapter 49 - PURGATORIO CANTO XI

Chapter 49 - PURGATORIO CANTO XI

«Oh padre nuestro, que estás en los cielos,1no circunscrito, sino por más grande2amor que a tus primeras obras tienes,3

alabados tu nombre y tu potenciasean de cualquier hombre, como es justo darle gracias a tu dulce vapor.

6

De tu reino la paz venga a nosotros, que nosotros a ella no alcanzarnos,si no viene, con todo nuestro esfuerzo.

9

Como por gusto suyo hacen los ángeles, cantando osanna, a ti los sacrificios, hagan así gustosos los humanos.

12

El maná cotidiano danos hoy,sin el cual por este áspero desiertoquien más quiere avanzar más retrocede.

15

Y al igual que nosotros las ofensas perdonamos a todos, sin que mires el mérito, perdónanos, benigno.

18

Nuestra virtud que cae tan prontamente

no ponga a prueba el antiguo enemigo, mas líbranos de aquel que así la hostiga.

21

Esta última plegaria, amado Dueño. no se hace por nosotros, ni hace falta, mas por aquellos que detrás quedaron.»

24

Para ellas y nosotros buen camino pidiendo andaban esas sombras, bajo un peso igual al que a veces se sueña,

27

angustiadas en formas desiguales y en la primera cornisa cansadas, purgando las calígines del mundo.

30

Si allí bien piden siempre por nosotros,¿aquí qué hacer y qué pedir podríanlos que en Dios han echado sus raíces?

33

Debemos ayudarles a lavarselas manchas, tal que puros y ligeros puedan ganar las estrelladas ruedas.

36

«Ah, la justicia y la Piedad os libren pronto, tal que podáis mover las alas,que os conduzcan según vuestros deseos:

39

mostradnos por qué parte a la escalera más rápido se va; y, si hay más caminos, enseñadnos aquel menos pendiente;

42

pues a quien me acompaña, por la carga de la carne de Adán con que se viste, contra su voluntad, subir le cuesta.»

45

Las palabras que respondieron a éstas que había dicho aquel que yo seguía,

47de quién vinieran no lo supe; pero48

dijeron: «Por la orilla a la derecha veniros, y hallaremos algún paso que lo pueda subir un hombre vivo.

51

Y si no fuese un estorbo la piedraque mi cerviz soberbia doma, y tengo por esto que llevar el rostro gacho,

54

a aquel que vive aún y no se nombra, miraría por ver si lo conozco,

para hacer que este peso compadezca.57

Latino fui, de un gran toscano hijo: Giuglielrno Aldobrandeschi fue mi padre; no sé si conocéis el nombre suyo.

58

60

La sangre antigua y las gloriosas obras de mis mayores, arrogancia tantame dieron, que ignorando a nuestra madre

63

común, todos los hombres despreciaba y por ello morí; sábenlo en Siena,y en Campagnático todos los niños.

66

Soy Omberto; y no sólo la soberbiame dañó a mí-, que a todos mis parientes ha arrastrado consigo a la desgracia.

69

Y aquí es preciso que este peso lleve por ella, hasta que Dios se satisfaga:Pues no lo hice de vivo, lo hago muerto.»

72

Incliné al escucharle la cabeza;y uno de ellos, no aquel que había hablado, se volvió bajo el peso que llevaba,

73

75

y me llamó al mirarme y conocerme, con los ojos fijados con gran pena, pues andaba inclinado junto a ellos.

78

«Oh -yo le dije-- ¿No eres Oderisi, honra de Gubbio, y honra de aquel arte que se llama en París iluminar?»

81

«Hermano --dijo--- ríen más las cartas que ahora ilumina Franco, el de Bolonia;

83suyo es todo el honor, y en parte, mío.84

No hubiera sido yo tan generoso mientras vivía, por el gran deseo de superar a todos que albergaba.

87

De tal soberbia pago aquí la pena;y aun no estaría aquí de no haber sido que, pudiendo pecar, volvíme a Dios.

90

¡Oh, vana gloria del poder humano!¡qué poco dura el verde de la cumbre, si no le sigue un tiempo decadente!

93

Creisteis que en pintura Cimabue tuviese el campo, y es de Giotto ahora, y la fama de aquel ha oscurecido.94

96

Igual un Guido al otro le arrebatala gloria de la lengua; y nació acaso el que arroje del nido a uno y a otro.

99

No es el ruido mundano más que un soplo de viento, ahora de un lado, ahora del otro, y muda el nombre como cambia el rumbo.

102

¿Qué fama has de tener, si viejo apartas de ti la carne, como si murierasantes de abandonar el sonajero,

105

cuando pasen mil años? Pues es cortoese espacio en lo eterno, más que un guiño en el más tardo giro de los cielos.

108

Aquel que va delante tan despaciode mí, en Toscana entera era famoso;y de él en Siena apenas cuchichean,

109

111

en donde era señor cuando abatieron la rabia florentina, que soberbiafue en aquel tiempo tal como ahora es puta.

114

Color de hierba es vuestra nombradía, que viene y va, y el mismo la marchita que la hace brotar verde de la tierra.»

117

Y yo le dije: «Tu verdad me empuja a la humildad, y abate mi soberbia;pero quién es aquel de quien hablabas?»

120

«Es -respondió-- Provenzano Salviati:y está aquí porque tuvo pretensionesde llevar Siena entera entre sus manos.

123

Anduvo así y aún anda, sin descanso, desde su muerte: tal moneda pagaaquel que en vida a demasiado aspira.»

126

Y yo: «Si aquel espíritu que deja arrepentirse al fin de su existencia, queda abajo y no sube sin la ayuda

129

de una buena oración, antes que pase un tiempo semejante al que ha vivido,¿Cómo le consintieron que viniese?»

132

«Cuando vivía más glorioso –dijo-, en la plaza de Siena libremente vencida su vergüenza, se plantó

133

135

y allí para salvar a cierto amigo,en la prisión de Carlos condenado,de tal modo actuó que tembló entero.

138

Más no diré y oscuro sé que hablo;pero dentro de poco, tus vecinos

140harán de modo que glosarlo puedas.Esta acción le sacó de esos confines.»141