Chereads / Alma Negra / Chapter 29 - 29

Chapter 29 - 29

—¿Quién demonios eres? — preguntó, y lo solté.

Tenía que pensar en algo rápidamente.

—Soy un compañero de la universidad.

—Debes tener los cojones bien grandes, como para atreverte a interferir en la conversación de mi hija y mía.

—Sí, los tengo, y bien puestos.

Daisy me miró.

—Vete de aquí, por favor— me pidió Daisy.

—No pareces ser compañero de ella, luces muy mayor para aún estar en la universidad.

—¿Y qué te importa?

—¿Sabes con quién estás hablando, muchacho?

—Me importa un huevo quien seas, ante mi, solo eres un cobarde que le pega a las mujeres. Si tienes los cojones de levantarle la mano a una mujer, sé hombre y atrévete a meterte con alguien de tu tamaño.

—No tengo interés de golpear a un escuincle. Te lo advierto; ten mucho cuidado de por donde vas. Ve dentro de la casa, Daisy— le dijo, ella me miró y bajó la cabeza, antes de entrar a la casa.

Tiene suerte de que Daisy ya me vio, o de lo contrario, lo hubiera cortado en trozos y se lo daba de comer a sus perras hijas.

—Y tú lárgate de aquí, sino quieres ir a la cárcel— me mostró su placa, y reí.

—¿Te crees que una pendeja placa, va a hacerme cagar en los pantalones? Debe estar acostumbrado a eso, pero a mí no me detiene nada y, una estúpida placa no será la excepción.

—¿Te crees muy hombre, muchacho? — vi la intención de llevar su mano al bolsillo y le agarré la mano, acercándome así a su oreja.

—Yo que tú tendría cuidado, no querrá conocerme molesto. Tengo muy poca paciencia y, tú me la estás colmando. Le aconsejo que no vuelva a amenazarme, o para la próxima, no voy a contenerme y arrastraré tu cara por el pavimento. ¿Le quedó claro? — le solté la mano, y sonreí—. Tenga una linda noche.

—¿Cómo te atreves amenazar a un oficial? No vas a ninguna parte.

—Trata de detenerme.

Caminé a mi auto y le saqué el dedo del medio antes de subirme; encendí el motor y bajé la ventana.

—Asegúrate de anotarla bien— le dije, refiriéndome a la placa del auto.

Aceleré, dejando así la marca de las llantas en la carretera. El viejo condenado tiene mucha suerte. Debí acabar con él ahí mismo.

Daisy:

—¿Quién es ese hombre, Daisy? — preguntó mi padre molesto.

—Ya te lo dijo, papá, es un compañero de la universidad.

—¿Me ves cara de pendejo?— me dio una bofetada haciéndome caer al suelo—. Quiero que me digas quién es, y todo lo que sepas de él.

—No sé nada, papá.

—¿Ahora te harás la estúpida? — me dio una patada en el brazo.

—Te juro que no sé, es nuevo en la universidad y no somos cercanos ni nada parecido, no sé ni su nombre.

—Que casualidad, parecía como si hubieran estado juntos, él apareció segundos después de tu haber llegado a la casa. ¿Vas a hablar o debo castigarte?

—Ya te dije, papá, no sé nada de él.

—¡Mentirosa!— me dio otra patada, pero está vez fue en la cara.

Me tapé por el ardor que sentí y él se agachó delante de mí.

—Hazle caso a tu padre, Daisy — me pidió mi madre.

—No sé quién es, mamá.

—Ella nunca dice nada. ¿Es tu nuevo novio? ¿Es él con quién has estado saliendo, y llegando tarde a la casa?

—No, te juro que no es así.

—¿Cuándo será que vas a aprender? ¿No te he enseñado lo suficiente?— me agarró el pelo bruscamente.

—Lo siento.

—No sientes nada— me soltó el pelo, y se levantó para quitarse el cinturón—. No has aprendido nada de tus hermanas, Daisy. Deberás estar más tiempo con ellas, para ver si logras aprender algo. Estoy cansado de que sigas siendo tan insolente.

John:

Llegué al apartamento, y Daniela salió al escucharme abrir la puerta.

—Creí que no llegarías. ¿Resolviste tus cosas?

—Sí.

—Me hubieras avisado, y yo no te molestaba.

—No importa, no estaba haciendo nada importante.

—¿Es tu novia?

—¿Estás loca?

—¿Por qué te pones así? Solo pregunto. Se parecía mucho a Juliana, no sabía que te gustaban las gorditas.

—No las estés comparando, las ganas de ella de parecerse a Juliana.

—Que hermano tan bueno tiene mi hija.

—No digas tonterías. ¿Qué necesitabas de mi?

—Quiero llevar estos regalos para Gael y Kamila, pero son muy pesados. ¿Me ayudas a llevarlos al auto?

—Trabajabas en un negocio para hombres, ¿y me estás diciendo que no puedes con dos estúpidas bolsas?

—Como se nota que estás de buen humor, John.

—Ya cállate, yo las llevaré.

—Gracias.

Esta mujer siempre tiene sus mañas.