Lisa:
¿Por qué me siento vacía?
Eran las preguntas que podía hacerme, aún estando en la oscuridad.
Pude ver a mi padre frente a mi, pero no podía hablar. Vi una silueta oscura de alguien apuntándole con un arma y, por más que quería advertirle, mi voz no salía.
¿Por qué no puedo moverme?
Su rostro mostraba una profunda tristeza.
El sonido de un disparo bastó, para que mi padre colapsará en el suelo.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué me quitan las personas que más quiero?
Podía escuchar la voz de mi hermana Inka. Su voz sonaba tan distante y cortante. Podía escucharla cantando su canción favorita, pero no de la misma manera que lo hacía.
«Eres una traidora»
Podía escuchar sus reclamos, con una voz llena de resentimiento y desprecio, pero no podía responder.¿Por qué me llama traidora?
Pude ver a Akira, con esa misma mirada aterradora.
«Si no me sirves, no te necesito»
Escuché los gritos de mi hermana y pude ver a Akira persiguiéndola. Al instante, su voz dejó de escucharse y todo se tiñó de rojo. Podía encontrarme en un cuarto lleno de mucha sangre. No podía moverme, no podía hablar, no podía hacer nada más que mirar.
Pude ver a Kanji mirándome con desprecio. Pude sentir sus asquerosas manos en mi cuerpo. Un dolor, unido a un escalofrío, recorrió por mi espina dorsal. Pude sentir como mi cuerpo se iba revolcando por el dolor dentro de mis entrañas. El suelo se tiñó de rojo y sangre emergió de mi. ¿Mi bebé?
Escuché muchas risas al unísono, y pude ver a mi padre y a mi hermana riendo. ¿Por qué se ríen?
«Te odio»
En la voz de Kanji podía percibirse el desprecio, el odio y el resentimiento. Pude recordar con claridad todo lo que pasó.
No tengo nada. No me queda nada. Me lo arrebataron todo. Por eso me siento vacía.
«MÁTAME»
Mi voz retumbaba en mi cabeza.
Desperté con un chillido y, pude sentir mi cabeza dando vueltas. Una sensación extraña podía sentir en mi cuerpo. Abrí lentamente mis ojos y miré las cortinas azul cielo, que estaban cubriendo parte de la habitación. ¿Dónde estoy?
Sentía que algo sujetaba fuertemente mi mano y, fijé mi mirada a mi costado y encontré a Akira recostando su cabeza sobre la cama. Me sobresalté retirando su mano de mi. Intenté levantarme rápidamente de la cama, pero estaba conectada a una máquina.
—Lisa, por fin despiertas —dijo Akira, acercando su mano a mí.
—¡NO ME TOQUES!
—Soy yo Akira, ya todo está bien.
—¡NADA ESTÁ BIEN! ¡NO TE ME ACERQUES! —grité, intentando pararme de la cama.
Al poner los pies en el suelo, sentí un fuerte mareo que hizo que me sujetara de la cama.
—No puedes pararte todavía. Puedes caerte, déjame ayudarte—intentó acercarse.
—¡QUE NO TE ACERQUES, MALDITO ASESINO!
—No quiero lastimarte.
—¿NO TUVISTE SUFICIENTE? ¡VETE DE AQUÍ!—mi cuerpo temblaba de tan solo de verlo.
Sentía tanta ira y odio hacia él.
—Me iré, pero prométeme que dejarás que la empleada te atienda. No puedo irme tranquilo dejándote en este estado.
—NO TENGO QUE PROMETERTE NADA. NO QUIERO VER A NADIE. ¡LÁRGATE!
El doctor entró al cuarto con una enfermera y una inyección.
—Voy a administrar un calmante a la paciente, Sr. Akira.
—¡Espera! Lisa, por favor, cálmate. No quiero que te droguen. Acuéstate tranquilamente en la cama e intenta descansar.
—¡NO ME DES ÓRDENES, MALDITO DESGRACIADO!
Sentía tanto odio y resentimiento por él, que no pude controlar mis ganas de golpearlo. Intenté acercarme, pero la enfermera me sujetó. Intenté forcejear para soltarme, pero me acostaron en la cama.
—Tenemos que hacerlo, Sr. Akira. No podrá razonar con ella todavía. Lo entiende, ¿Verdad?
Akira suspiró y bajó la mirada.
—Házlo— caminó a la puerta.
—¡ERES UN MONSTRUO! ¡TE ODIO!— grité con todas mis fuerzas, antes de sentir el pinchazo de la inyección.
Pude sentir mi cuerpo cansado, mis fuerzas iban disipándose cada segundo que transcurría. Perdí el conocimiento en poco tiempo.
Akira
—¡Maldición!
—Sr. Akira, debe tener paciencia. Tiene que entenderla. Está enfrentando un momento difícil. Estará así por un tiempo. Puede ser un proceso largo e indefinido, todo depende de ella. Tienes que calmarte un poco y apoyarla—dijo el doctor.
—Me duele verla así. Sabía que me odiaba, pero no estaba preparado para escucharlo. Quisiera hacer tanto por ella, pero al no poder hacer nada, es frustrante.
—Ahora lo mejor que puedes hacer es apoyarla y darle tiempo.
—No sé qué hacer en momentos como este. Quisiera estar cerca de ella, poder abrazarla y mostrarle mi apoyo, pero ni siquiera puedo hacerlo.
—Estará así por un tiempo, Akira. Pasó por mucho, es normal que no quiera que nadie esté cerca de ella, que la toquen o que la miren. Debe ponerse en su lugar. En el mayor de los casos, la víctima se recupera luego del tiempo. Lisa se ve una chica fuerte, podrá salir de esto.
—Es todo lo que quiero— mis lágrimas no tardaron en volver aparecer.
—Debes descansar también, Akira. Aún estás herido y, si quieres poder cuidar de ella, debes recuperarte primero.
—¿Crees que podré descansar? No tengo tiempo para eso. Debo encontrar a ese maldito cretino primero. Tengo muchos asuntos que atender.
—En ese estado no va a poder hacer nada, Akira. No sea terco. Debe recuperarse si quiere encargarse de eso. ¿Quiere apoyar a Lisa? Entonces debe cuidar su herida y descansar. Ella aún no despertará y estará bien cuidada. Solo descanse un poco.
—¡Joder! No me queda de otra.
—Le voy a administrar un calmante, puede quedarse en la otra habitación. Le cambiaré las vendas antes de hacerlo.
—Esta bien.
No tardé en sentir ese sueño al médico inyectarme.
—No pudiste protegerme. Nunca fuiste fuerte. Por tu culpa tu padre se molestó. Todo fue tu culpa.
—Llegué tarde, mamá. Siempre supe que fue mi culpa. Yo quise evitarlo, quise ayudarte.
—Pero no lo hicistes. Ya es muy tarde.
—Perdóname, mamá. Soy un cobarde. Por mi culpa he destruido lo más preciado que tengo.
—No puedes proteger nada. ¿Cómo pude tener a un hijo tan cobarde? Hubiera sido mejor que no hubieras nacido.
—Mamá, no digas eso.
La figura de mi madre se desvaneció por completo.
—¿Te duele? Que importa. A mí me dolió más. Todo fue tu culpa. Maldito el día que te conocí. Eres un bueno para nada, ni siquiera pudiste salvar a nuestro hijo. Eres lo peor, Akira.
Podía escuchar sus gritos, su desesperación y no estuve ahí para ella.
—Eres débil, Akira. Lo dejaste escapar. Por eso y más, te odio.
Desperté y me senté en el borde de la camilla.
—¡Lo mataré! —grité.
La puerta se abrió y era Keita.
—Sr. Akira, ¿Se encuentra bien?
—Sí —me levanté de la cama.
—¿A dónde va?
—Vamos a buscar el cuerpo del padre de Lisa. Quiero preparar todo lo de su funeral.
—¿Está seguro, señor? Aún no ha descansado del todo bien.
—No lo necesito. Descansando no voy a conseguir lo que quiero.
—Sí, señor.
Mi teléfono sonó y era la madre de Lisa. No sé ni que decirle. Debe estar aún preocupada. No debo decirle que está en el hospital. No creo que pueda soportar eso, pero tampoco quisiera mentirle. Lisa necesitará de ella. Será mejor que hable con ella antes. Lo más probable quiera alejarme de Lisa, si sabe que por mi culpa está así.
—Buenas tardes, Señora. ¿Cómo ha estado?
—Bien, ¿Y tú? ¿Qué ha pasado con mi hija? No sé ha comunicado conmigo, ¿Pasó algo?
—Me gustaría hablar con usted en persona. ¿Será que puedo ir a verla?
—Claro que si, pero ¿pasó algo malo? Suenas extraño.
—Me dirijo a su apartamento en este momento.
—Esta bien. Lo espero — colgué la llamada.
No sé si haga bien diciéndole esto a su madre, pero debo de hacer algo por Lisa. Ella necesitará de su madre ahora más que nunca. Sé que me odiará, pero solo espero que no quiera alejarla de mi. No podría soportarlo.