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Chapter 31 - Día 28

Primero lloraron, se cansaron, durmieron, y ahora ya estaban más o menos recuperadas, o puede que su recuperación fuera simplemente rápida, pero cuando comprobé el estado de las chicas por la mañana, Pelirroja me saludó amablemente.

Las otras cuatro todavía me tenían miedo, pero no podía remediarlo. Para que llegaran a un acuerdo tendría que pasar el tiempo. Entre los bienes que les robé, había un kit de cocina, el cual usé para prepararles un pseudo-guiso.

Bueno, haber hecho mi primera comida civilizada desde hacía un tiempo me hizo feliz. Sería por mi propio orgullo, pero el pseudo-guiso tenía buen gusto.

Comer es absolutamente esencial y, mientras la comida esté rica, puede llegar a curar el alma, así que es como una medicina.

Mientras comíamos, vi que las chicas se calmaban y empezaban a bajar la guardia. Em- pecé a conocerlas más detalladamente.

Si hay algo que puedo hacer, a fin de saber cómo puedo ayudarlas...

No se me ocurría nada mientras las escuchaba.

Por cierto, olvidé mencionarlo pero, menos Pelirroja, las otras cuatro eran [Profesión Comerciante].

En esa atmósfera tan tierna y agradable, me enteré de que una de ellas era [Profesión

Tasador] y [Profesión Herrero], por lo que sería capaz de afilar las cuchillas de nues- tras espadas. Si conseguía las instalaciones que necesitaba, me prometió que fabricaría el equipamiento que yo quisiera.

Dos chicas bastante parecidas resultaron ser hermanas, ambas eran [Profesión Sastre] y [Profesión Cocinero], así que acordé con ellas que se encargarían de la cocina y la ropa en un futuro. Como esperaba, no podía decirles que confeccionaran la ropa de los goblins que eran sus enemigos, así que solo les pedí que hicieran la ropa que estaban acostumbradas a hacer para ellas mismas.

Pero con respecto a cocinar para todos, les dije que de momento tendrían que apañarse. La última de las mujeres con aspecto frío e inteligente era [Profesión Alquimista].

Debido a eso, le pedí que hiciera pociones para nosotros. Sin embargo, debería escoger

a alguien para que las supervisara en caso de que sirvieran comida envenenada. Si eso ocurriera, sería espantoso.

¿Por qué?

Pelirroja había trabajado en la granja, pero francamente eso no me servía para nada, así

que a partir de ahora decidí hacerla participar en el entrenamiento para que se hiciera más fuerte. Las mujeres tenían que ser capaces de protegerse a ellas mismas, especial- mente en situaciones como esta.

Después de comer, habríamos procedido con el entrenamiento si hubiéramos seguido nuestro horario normal, pero hoy era un día diferente. Empaquetamos todas nuestras cosas para mudarnos. Si se preguntan por qué teníamos que mudarnos, la respuesta es que con toda la generación adulta de vuelta a casa, la cueva se nos había quedado pe- queña.

Hasta ahora, cuando los goblins nacían, la mayoría moría enseguida. Pero eso había cambiado. Por eso íbamos a mudarnos a la antigua base minera de los orcos.

Al reubicarnos allí, no tendríamos problemas con el espacio y, sobre todo, al tratarse de una mina reforzada para prevenir desprendimientos, era lo suficientemente resistente para nosotros. Otro de mis objetivos era recolectar el mayor número de piedras espiri- tuales posible.

Mandé a Gobukichi-kun con un grupo de diez goblins en cabeza, los demás acabaron de recoger y salieron una hora después. Hubo muchos voluntarios con mochilas, así que pudimos mudarnos en poco tiempo.

Gobumi-chan y Gobue-chan escoltaron a las humanas, junto con los pocos en quien po- día confiar esta tarea. La caminata nos tomó más de una hora pero finalmente llegamos a nuestro destino.

Al parecer, algunos otros orcos habían vuelto para adueñarse de la mina, pero el grupo de Gobukichi-kun ya los había matado. Yo recibí sus corazones y lo que quedó de los orcos fue repartido entre los miembros del primer grupo a modo de recompensa.

Después de eso, empezamos a distribuir el interior de la mina.

Aunque al andar escasos de decoración, solo decidimos fácilmente dónde colocar el al- macén de armas y comida, y pulimos el sitio donde íbamos a dormir.

Obviamente, no nos olvidamos de preparar los baños, cavando agujeros.

Cuando terminamos el asentamiento general, dejé el resto a manos de Gobujii y empecé a preparar la morada de las mujeres. Por suerte, la tarea fue fácil gracias a mi [Tierra Control].

Terminé rápidamente una herrería para Herrera-san, una cocina para las Hermanas y un taller para Alquimista-san. Y, por último, sus estancias.

Para sus habitaciones, les fabriqué una cama normal. Cogí un marco de madera y con mi

hilo fabriqué un colchón. Era una estructura rudimentaria pero bastante cómoda.

Disponíamos de piedras espirituales como fuentes de agua y luz, así que eso no iba a su- poner ningún problema. Con un poco de creatividad, también conseguí que Herrera-san pudiera fabricar objetos simples.

Pasamos el resto del día limpiando y realizando tareas rutinarias.

Las hermanas prepararon la cena. Como era de esperar de unas [Profesión Cocinero], estaba riquísima.