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Chapter 34 - Día 31

La fuerte lluvia continuó desde ayer, por lo tanto pasamos el día dentro de la cueva.

El día transcurrió como de costumbre. Después de que la práctica matutina terminara, iba a enfrentarme a un Gobukichi-kun completamente equipado en una batalla de prác- tica un tanto seria, por lo tanto me equipé la armadura de lobo negro que hice ayer y la alabarda, que todavía no había intentado usar en una batalla real.

Mi nueva armadura consistía en unos flexibles pantalones y un largo abrigo, ambos hechos de cuero negro. Había equipado en mi mano izquierda un sólido guantelete de hierro forjado y en mi mano derecha utilicé el caparazón reforzado y el escudo redondo que había sido mejorado en muchos aspectos. No tenía nada que me cubriera la cabeza y en los pies tenía un par de botas resistentes que los goblins mayores trajeron de los aventureros.

Debido a que mi piel también era negra, este equipo me hacía casi invisible durante la noche.

El equipamiento de Gobukichi-kun fue reemplazado con varios artículos que obtuvimos durante el ataque orco. Su arma principal era un [Hacha de Media Luna] que ardía de- bido a su [Cuchilla Ígnea] hecha por la incorporación de piedras espirituales de fuego en un hacha de batalla que descubrí. Su defensa era un escudo de torre de hierro negro proveniente de un escudo redondo hecho de caparazón reforzado , el cual tenía una alta fuerza defensiva debido a lo pesado que era, además fue reforzado con magia.

Su armadura se hizo a partir de la del líder orco. Usando mi hilo la reforcé al agregarle trozos de caparazón y piel de lobo negro, lo que elevó el poder defensivo y la movilidad.

Parecía como si fuera una fortaleza en movimiento, su armadura junto con su cuerpo que se había ensanchado por su especialización en vanguardia, resultó en una habilidad de combate que no era algo con lo que se deba bromear.

En verdad, Gobukichi-kun se había vuelto fuerte.

También lo pude sentir durante el entrenamiento normal, pero verlo completamente armado de verdad me hizo entender lo mucho que había mejorado.

Básicamente, yo, quien me había fortalecido a mí mismo con una variedad de habilida- des, confundiendo a mis oponentes mediante el uso de diversas técnicas, y ganando uti- lizando métodos para atacar sus espaldas; estaba en desventaja en una situación como esta, en donde tenía que luchar cabeza a cabeza, sin ninguna habilidad, contra un rival genuinamente fuerte como Gobukichi-kun.

Él sigue siendo un rival al cual puedo ganar usando mis habilidades, pero que mi alabar- da, con la fuerza de todo mi cuerpo detrás de ella, fuera casi perfectamente bloqueada por su escudo de torre, como esperaba, todavía es chocante. Todos y cada uno de sus golpes también eran muy pesados pero sobre todo su diestro manejo del hacha es digno de admiración.

Parece que él sabe por experiencia cómo blandir un hacha más afilada, rápida y pesada.

Bueno, las armas que ha utilizado desde la primera cacería hasta ahora han sido garrote ? hacha ? hacha bélica. Siempre han sido similares, por lo que esa era probablemente la razón.

En nuestra aldea goblin el que mejor maneja las hachas es él, sin lugar a dudas. Además, la llama de su [Hacha de media luna] es más problemática de lo que pensaba que sería. Tengo la habilidad [Resistencia al fuego], así que las [Cuchillas ígneas] de su [Hacha de media luna] no me lesionaron, sin embargo, la resistencia no quita lo ardientes que eran las llamas. A causa de las llamas abrasadoras, mi visión se comenzó a poner borrosa y cuando el mango de mi alabarda se puso extremadamente caliente por la larga exposi- ción al fuego, me rendí.

Continuando con eso, pasamos mucho tiempo organizando batallas simuladas. Luego pasé algún tiempo en la fabricación de ropa, recogí las piedras espirituales extraídas, comí la comida preparada por las hermanas, y luego me fui a dormir.

Y entonces, cuando todos se habían ido a dormir, ese evento ocurrió.

Ocho cuerpos se movían hacia el lugar en el que las cinco mujeres humanas estaban durmiendo, y mi habilidad [Sensor de presencia] detectó sus movimientos.

Cuando observé lo que me despertó, vi la figura de unos goblins susurrando entre ellos,

hablaban con entusiasmo acerca de agredir a las mujeres.

En el momento en que vi eso, agarré con una mano la alabarda que guardaba cerca de mi lado de la cama y después los perseguí. Me aseguré de hacerlo sigilosamente con el fin de obtener una prueba concreta de que tenían la intención de agredir a las mujeres que dormían en el lugar. Una prueba concluyente que no pudieran refutar era extrema- damente importante.

Tenía que atraparlos después de que lo hicieran, para que así no pudieran excusarse diciendo que cometí un error.

Una vez estuve seguro, blandí mi alabarda hacia el cuello del goblin más cercano.

Su cabeza voló, atraída por la gravedad cayó al suelo y comenzó a rodar, luego la pisoteé y la aplasté de un tirón. Después de aplastar la cabeza, mis botas quedaron sucias, pero en ese momento no me importaba. Me aseguré de cauterizar el corte en la garganta del goblin cuando lo decapité; eso evitó la molestia de tener que limpiar después.

El olor de la carne quemada despertó mis instintos de batalla. Me atrevo a decir que me estaba riendo mientras hacía esto. El repentino asesinato a sangre fría causó instantá- neamente que la atmósfera se pusiera seria.

El estado de las miradas que se dirigían hacia mí era de perplejidad y confusión, hacien- do caso omiso de esta situación, empecé a capturar al resto de los goblins usando mi hilo. En cuanto a los goblins capturados, me di cuenta de que eran todos los subordina- dos del ex líder goblin.

Entonces, antes que nada determiné que el ex líder goblin retorciéndose delante de mis ojos con la entrepierna abultada, quién atacó a Pelirroja, fue el primero en tocar el tema.

Traté de escuchar su historia antes de decidir si le permitiría seguir viviendo, al parecer, él era incapaz de reprimir sus deseos sexuales. Cuando le pregunté por qué no se des- ahogaba con una hembra goblin, pareció ser que una vez que uno prueba el cuerpo de una mujer humana, el cuerpo de una goblin hembra ya no le puede satisfacer. El placer era diferente.

¡¿Qué no entiendes esto?!

Ese fue su argumento. A la mitad del debate le pegué para que se callara porque las chi- cas que fueron agredidas tenían parte de sus ropas desgarradas. Había escuchado todo lo que necesitaba saber.

El día de ayer hice algunos finos cárdigan hechos a base de mis hilos, así que se los entregué a las chicas que estaban temblando abrazando sus propios cuerpos. Debido a que si se quedaban con la ropa rasgada podría ser una tentación para los otros goblins.

Cuando terminé de entregarles la ropa, al mismo tiempo que le frotaba la espalda, hablé e intenté calmar a Pelirroja, que se aferraba a mí mientras lloraba. Seguí hablándole con paciencia, al parecer se estaba calmando lentamente, aunque seguía llorando. Una vez Gobukichi-kun, Gobumi-chan, y Gobue-chan llegaron, les di la orden de poner a los goblins que había atado con mi hilo en el salón de práctica cerca de la entrada. También les dije que despertaran a todos los que todavía estaban dormidos.

Dejé el cadáver y la cabeza aplastada en el suelo.

Después de dar la orden, Pelirroja parecía haberse calmado una vez que le di un poco de tiempo; aunque todavía no quería soltar mi ropa. De alguna manera, ella no me soltaba hiciese lo que hiciese, lo cual era confuso. Todavía estaba temblando ligeramente, por lo que no era razonable tratar de obtener una respuesta. Aunque de hecho pensé que sería mejor no agobiarme con tener que cuidar de su salud mental a partir de ahora; pero no pude evitarlo así que la llevé conmigo. Las otras cuatro chicas, aunque seguían temblan- do, me siguieron a lo largo del recorrido, ya sea porque odiaban separarse de mí, quien las había rescatado según lo prometido, o porque pensaron que ya era tiempo de ver las cosas con sus propios ojos, o posiblemente alguna otra razón.

Habiéndome asegurado de que nadie estuviese dormido y de que se hubieran reunido en el salón junto a la entrada, señalé a los goblins detenidos con la punta de mi alabarda. Les expliqué que lo que estos chicos hicieron fue esto y aquello, y les dije esto y lo de más alla... En definitiva, que se lo hice entender, y luego empecé la tortura.

Para empezar, les corté un poco la punta de sus dedos con un cuchillo de caza. Caute- ricé la herida con fuego para evitar que no sangraran hasta morirse y usé un hechizo de curación para restaurar la vitalidad y la fuerza de sus cuerpos. Procedí poco a poco, teniendo el máximo cuidado de que no murieran.

Sus gritos eran escandalosos, así que les puse en la boca una mordaza de hilo. Eso tam- bién era para evitar que se mordieran la lengua. Bueno, aunque se mordieran la lengua no se iban a morir rápidamente, así que hacerlo era probablemente inútil.

Sí, estaba ignorando a todos los presentes mientras lo hacía. Física y mentalmente, ellos marcaron distancia.

No obstante, lo hice para demostrar a las chicas que la promesa que les hice no era solo palabrería, debería ser fácilmente comprensible. En primer lugar, cabe señalar que había un gran número de goblins que no seguían mis órdenes como el actual líder, sino que seguían las órdenes del anterior líder.

Sin lugar a dudas, ignorar este tipo de cosas traería problemas en un futuro, así que por el bien de nuestro futuro hice esto para cortar de raíz cualquier posible problema.

Si volvía a resultar en un Por no hacer esto fui apuñalado por la espalda y morí, todo habría sido en vano.

Los seis goblins fueron tratados mediante diversos, únicos y llamativos métodos y, al

final, solo quedó uno.

El último goblin, el ex líder hobgoblin, suplicó por su vida con los ojos, pero a pesar de que estaba convirtiéndolo tan amorosamente en un saco de arena, ese tonto no podía entender ni una sola cosa, no podía ver ningún valor en su existencia.

Dentro del grupo, él mantuvo una posición acorde con su fuerza, pero como pensaba, fue inevitable.

Los tontos siempre serán tontos.

No entiendo a esos tipos que ni siquiera podían acatar el mínimo número de reglas que establecí, son tan simples que incluso los idiotas pueden entenderlas.

El hecho de que las cosas terminaron de esta manera fue a causa de las intenciones de este tipo, cosechas lo que siembras.

Aun así, ni siquiera yo mataría a sus seguidores simplemente porque no me agradan. No a menos que tenga un pretexto para matar a mi oponente, como este tipo. Desde un ini- cio, situaciones en las que dos poderes conviven en armonía dentro de una organización son extremadamente raras.

Debido a eso, sin dudarlo, le quemé el brazo una y otra vez, lo atormenté con agua, lo puse debajo de una piedra pesada mientras lo azotaba, manteniéndolo apenas con vida mientras lo torturaba continuamente.