Punto de vista de Charles
Me llamo Charles. En enero me uní a «Espada de los Débiles», una asociación de aven- tureros. Nos encomendaron una simple misión como escoltas. Mi arma es una espada larga de acero. No es un objeto mágico, por lo que es de rango [Normal], pero parece ser una excelente espada para cortar. Fue forjada por un famoso [Profesión Herrero] con acero del bueno.
Cuando se compró, fue necesaria una considerable cantidad de oro, no se puede compa- rar con los objetos que yo puedo permitirme normalmente.
Obviamente no la compré , ni tampoco es un objeto que robé de una tienda. Cuando me emancipé del pueblo donde nací y crecí, ese fue el objeto que mi tío, que fue un aventu- rero en el pasado, me dio.
Mi tío es el que me ha dado todo lo que tengo, un padre putativo y el objetivo al que quiero superar en la vida.
Podría hablar de él largo y tendido. Cuando empecé a tener consciencia de las cosas, más o menos a los 11 años, un grupo de monstruos asesinó y se comió a mis padres después de atacar el pueblo entero.
Yo también estuve a punto de morir, pero mi tío que casualmente volvió con la espada larga en la mano e infinidad de hematomas, consiguió deshacerse de los monstruos y se convirtió en héroe del pueblo. Él perdió su pierna derecha en la batalla y la otra se le quedó entumecida de por vida. Pero eso no es nada, aunque para una persona aven- turera mi tío se queda en un pueblo sin posibilidades. Yo volví con él y me crié allí. Los problemas no cesaron después de eso.
Y allí estábamos mi tío, que no aceptó la ayuda de todo el pueblo, puesto que había perdido su pierna derecha pero podía mover satisfactoriamente su mano izquierda, y yo que me negaba a crecer. Teníamos unas tierras que mi padre nos dejó, pero en gran parte fui yo el que se encargó de cultivarlas, de algún lado teníamos que sacar la comida. Las aventuras por las que mi tío tenía que pasar eran inimaginables, así que tampoco estuvo tan mal. Cada día me gustaba más.
Pasamos los siguientes 5 años juntos. Y cuando cumplí 16, pensé que quería una vida estable y le pedí con fervor que quería ser como él y luchar contra muchos enemigos. Quería ser un aventurero igual que el hombre al que admiraba, igual que mi tío, y co- merme el mundo. Se lo pedí con la esperanza de que lo aceptara con relativa facilidad.
Bueno, esos eran la mitad de mis motivos, la verdad es que en ello también tuvo que ver mi amiga de la infancia Rushana, dos años mayor que yo, que conquistó a mi tío Takeshi en secreto, quienes mantuvieron una relación y al final se casaron.
En otras palabras, decepcionado por ese amor decidí darme una oportunidad. Es un motivo despreciable, aunque encontrar una mujer en un pueblo tan pequeño era una tarea difícil, así que algún día habría acabado saliendo de allí. Además, vivir con una pareja de recién casados es molesto para los oídos a la hora de dormir, acabé pensando que estorbaba allí. Empecé a compaginar el campo con las prácticas, y así lo hice durante el último año, pero terminé las prácticas básicas y tuve que marcharme para convertirme en aventurero. Y aquí estoy.
Empecé por motivos deplorables, pero terminé las prácticas con mi tío muy orgulloso de mí mismo. Conseguí un arma estupenda y me puse la meta de llegar a ser [Profesión
Soldado], que es un rango bastante alto.
No es que tuviera los humos subidos, pero es que cuando cojo una espada, la victoria o la derrota se decide en un instante. Debo decir que no me lo tomaba tan en serio como para ganar siempre. Conocía bien lo que era ser un héroe de la mano de mi tío y maes- tro, pero no era arrogante, aunque tampoco sutil, solo era un poco chulo. Creía que todo llegaría con el tiempo.
Pero entonces la conocí a ella, Rubellia. Su corto pelo rojizo realzaba su belleza. Me enamoré por primera vez.
No sé si fue un descuido pero no pude remediarlo. Aunque ella no sintiera lo mismo por mí, hacía que me descuidara, y perdía todos los combates contra ella. Ocasional- mente lograba sacar mi fuerza imparcial y ganarla. Pero en los siguientes duelos seguía ganando ella. Era realmente buena y yo un mal perdedor. Sin embargo, así nos fuimos haciendo fuertes y mejoramos más o menos a la par.
Probablemente mientras luchábamos, creo que empezó a interesarse por mí. Rubellia, una belleza sin igual. Esa no era la razón, pero tenía una belleza natural que cuando son- reía, toda su cara transmitía serenidad, y mi corazón se aceleraba sin querer. Por algún motivo su sempiterna sonrisa me recordaba a la de Rushana.
Rubellia me gustaba de verdad a pesar de no poder concentrarme. Traté de hablar más con ella en mis ratos libres cuando me di cuenta. Y Rubellia resultó ser muy parecida a mí. Como yo, había perdido a sus padres muy pronto, y su tío le había enseñado a luchar para ser una aventurera. Teníamos mucho en común. No está bien que lo diga yo mismo pero hacíamos buena pareja. No, nunca llegué a confesarme, y nunca llegamos a ser pareja tampoco. Pero es que no encontré la ocasión. Es difícil confesarse a una chica. En realidad creo que soy demasiado insensible para eso.
Charles, ¿cuándo te declararás a Rubellia?
Bajo mi punto de vista, ¿no es evidente que me gusta si me llevo bien con ella y siempre la escojo como compañera de prácticas? Durante la misión que el grupo de los merca- deres (comerciantes) «Tenderete del Dios Estelar» nos encomendó escoltarlos hasta llegar a la frontera de la ciudad amurallada de «Trient» vi a Rubellia rodeada de más personas que de costumbre. Sin embargo, siempre que noto algo así, soy partidario de preguntarle a la persona directamente, si lo que creía era verdad, me enfadaría, pero puede que Rubellia solo estuviera haciendo amigos. Me sentí aliviado cuando me miró y, avergonzado, escuché su versión. Me reí de la situación e intercambiamos miradas confidentes de mejores amigos.
Me declararé cuando terminemos la misión.
Pensé que ya iba siendo hora de romper mi corazón insensible. De algún modo, sentía que tenía que decírselo. Y ella me miró, disipando mis dudas. Sus ojos grandes y simétri- cos me ayudaron a tomar la decisión. No me arrepentía para nada de haberla conocido y pensé que estábamos destinados a estar juntos.
En ese momento, yo acababa de cruzar la carretera cuando fuimos atacados por sorpre- sa.
Un grupo de goblins nos atacó. Primero emboscaron y asesinaron a los experimentados, que eran los que sabían luchar mejor de todos nosotros.
Les lanzaron flechas con la punta envenenada que les causaron una muerte lenta que ninguno de ellos pudo sobrellevar, todos empezaron a sacar espuma por la boca. Unos novatos como nosotros no teníamos nada que hacer, nuestra tarea solo era acompañar y ganar experiencia, estando a cargo de los comandantes superiores y el jefe del clan. Los experimentados que tendrían que habernos dado instrucciones en una situación como esa estaban todos muertos. Cuando un grupo tan inmaduro pierde a su líder, está claro lo que va a ocurrirles a las personas que quedan en pie. Si tienes miedo y huyes, mueres. Y si eres un verdadero aventurero y te enfrentas a los goblins, mueres también. Yo tenía tanto miedo que no podía moverme, creo que eso es lo más humano.
Luché con mi Espada del Amor, dirigiéndola al primer goblin con el que intercambié una mirada. Mis colegas iban armados con dagas y hachas. Básicamente, los goblins picaron el anzuelo pensando que sería un combate igualado. Como mucho admito que son fuertes, pero no tienen inteligencia para usar armas. Y el tonto que se me acercaba no era una excepción. Si hay algo que incluso un novato sabe, es que los tirachinas y los garrotes no sirven de nada, eran una presa fácil en un combate cuerpo a cuerpo. Pero su grupo no podía subestimarse, nos habían atacado con flechas envenenadas.
Algún listillo habrá entre ellos, presiento que nos van a traer más problemas que un grupo de goblins normales.
Nosotros éramos menos y nos matarían rápidamente si atacábamos a lo loco, eran obs- tinados. Dos de ellos debieron de pensar que yo podría ser el enemigo más fuerte que quedaba y vinieron hacia mí a la vez. Cuando eso ocurre, no es fácil de manejar. Decidí
atacar solo a uno y conseguí hacerle una herida severa, pero ellos también me dieron y me eché para atrás cuando no pude aguantar más el dolor para evitar que me matasen. Aproveché la oportunidad para atacar al otro, pero un tercero vino inmediatamente, y volví a tener dos oponentes en vez de uno.
Ojalá fuera capaz de matarlos de un golpe, pero no puedo.
Apretando los dientes por la frustración, veo como el dolor va aumentando gradual- mente en ellos. Pero estoy tenso porque ya han venido a atacarme varios enemigos diferentes.
Ya estoy contigo, te ayudaré a luchar contra ellos.
Eso pensé al ver por casualidad la figura de Rubellia. Ella también luchaba desesperada- mente. Por cada herida que yo recibía, mataba un goblin. Pero un enemigo se le acercaba a ella por detrás, así que grité para avisarla. Reaccionó a tiempo y derrotó al enemigo usando su escudo de manera estratégica. Sin embargo, el golpe abrió una brecha en su escudo, que hizo un efecto rebote y acabó siendo letal.
No tuve tiempo para pensar, pero de algún modo conseguí parar la inmediata ofensiva de otro goblin. Y, como vi que era un blanco fácil, lo empujé y lo atravesé con mi espada por un lado, cortándolo en dos a pesar de su feroz resistencia. La parte de arriba de su cuerpo salió rodando, rígida y ensangrentada, y la parte de abajo cayó al suelo. Otro se puso a dar vueltas y gritar por haber perdido a su compañero, también quise cortarlo por detrás, pero logró esquivarme. Entonces contraataqué con un ashi barai, para tirarlo al suelo y desde el suelo matarlo. El goblin perdió el equilibrio en ambos pies, pero supo cambiar su peso para atrás, devolviéndome mi propia técnica. Yo me levanté rápidamen- te usando el mismo impulso que me tiró, y clavé mi espada en la espalda del goblin, que le perforó el corazón. Así le quité la vida.
Iba a ser duro, pero sentía que de algún modo todavía tenía posibilidades de vencer.
Cuando se tienen los sentimientos a flor de piel, ¿qué significa eso?
Era una maga. Un goblin mago está casi al nivel de un hobgoblin. Era una hembra, por sus rasgos, y llevaba un bastón en su mano izquierda. De un solo movimiento, generó una llamarada de fuego ardiente que acabó quemándolo todo a su alcance. Un brillante destello lo quemaba todo a su paso. Por poco no me dio una de esas rápidas bolas de fuego, la esquivé inconscientemente. Tuve mucha suerte. Sabía que no habría una se- gunda vez.
Nota del traductor: Aquí se hace bastante ininteligible la historia. Este capítulo está muy mal traducido al inglés... Ya hice mucho esfuerzo en ponerlo todo coherente. De todos modos, la batalla continúa y termina de la siguiente manera:
El hobgoblin me mató, justo cuando esquivé la magia, cortándome la cabeza con su espada desde mi punto ciego. Pude ver con mis propios ojos mi tronco desplomándose desde mi cabeza amputada. También vi como noqueaban y apuñalaban a otros a mi al- rededor. Habían matado a la mayoría de mis compañeros varones. Vi morir a otro justo delante de mí, y a una mujer siendo capturada.
Rubellia estaba luchando con un gran hobgoblin. No había mucha diferencia en destre- za, pero sí en tamaño. Al poco tiempo, Rubellia es derrotada.
¿Va a violarla un goblin ahora? Seguro que la quieren violar. Quieren usarla para engen- drar a hijos goblin, violándola hasta la muerte. No puedo resistirlo, es superior a mí. ¿Por qué ya no puedo hacer desaparecer esa imagen de mi cabeza?
Sí, es lamentable. No podía mantenerme consciente por mucho más. Lo veía todo negro. Allí perdí todas mis esperanzas de futuro. Empecé a no escuchar ni sentir nada. Solo oscuridad, una oscuridad que me envolvía en silencio.
¿Esto es la muerte? Es oscura y fría.
Dios... por lo menos le eché una mano a Rubellia.