PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Regrese al gremio de aventureros, camine hacia la barra para hablar con Hersel quien cumple el rol de recepcionista del lugar, coloque el saco frente a sus ojos, este lo verifico de inmediato comprobando la veracidad de los ingrediente solicitados del encargo.
—Realmente lo conseguiste, 10 cabezas de goblins –Dijo el hombre con cierto aire de asombro.
— ¿Qué?, ¿creíste que no iba a conseguirlo? –Le pregunte yo.
—Como una persona sincera, no lo creí ni por asomo.
—Bueno, admiro tu honestidad, además de las cabezas de goblins, también traje un "bono" extra, mira al fondo del saco.
Hersel retiro las cabezas de las feas criaturas narizonas para encontrarse con la cabeza del lagartijo ser que me dio problemas, su rostro se vio más estupefacto que cuando vio la de los goblins.
—Esto es… esto es… no hay duda alguna –Dice mirando detenidamente la cabeza en todo los ángulos —¿Dónde… donde lo encontraste?.
—Me ataco en el bosque cuando regresaba al gremio, casi me termina matando –Contesto yo.
— ¿Qué?, ¿dices que te topaste con un "hombre lagarto de las cenizas" en el bosque de Argoh?, ¡eso es imposible!.
Según Hersel esta criatura pertenece a una raza de bestia humanoides salvajes llamadas "hombres lagartos", sin embargo la especie original tiene escamas verdes, esta variante de escamas roja es conocida como "hombre lagarto de las cenizas" por tener la capacidad de emplear magia de fuego, es una especie más fuerte que su contraparte anterior.
Hersel me explica que el bosque de Argoh no es habitad de hombres lagartos, sin embargo puede llegar a aparecer uno en escasas oportunidades, pero nunca jamás su variante de fuego, perplejo no encontraba explicaciones para tal fenómeno, ya que dicha especie habitaba a varios kilómetros al norte y oeste cerca de los límites del reino viviendo en cuevas volcánicas, era imposible toparse con una en esta región carente de un volcán para su modo de vida.
—Solo hay una explicación obvia –Comenta acercándose un aventurero de cabello negro algo canoso, barbudo, vistiendo una capa marrón, que rozaba por los 30 o 40 años y en su espalda cargaba una ancha como larga espada.
— ¿Y cuál sería esa explicación?, Terius –Le pregunta Hersel revelando su nombre.
— ¿Para qué ocultarlo?, es obvio que este niño se lo robo a alguien.
Tal acusación llego a oídos de todos los aventureros presentes que voltearon sus miradas hacia nosotros.
—Disculpa, ¿en qué te basas para acusarme? –Pregunte yo.
—Por favor, ¿en verdad quieres hacernos creer que tu solo te cargaste a una de estas cosas?, si claro y yo soy el príncipe bastardo perdido del reino de Thardia –Contesta con sarcasmo el tal Terius.
—Vete al carajo.
El tipo se me acerco y mirándome tan de cerca cara a cara con un rostro discrepante me habla en tono hostil.
—Deberías tener más respeto a tus mayores, mocoso –Me dice él como si de una amenaza se tratara.
—Me acusas de robar y me pides respeto, nuevamente, vete al carajo.
—No me empiezas a caer bien, niño.
—Tampoco me cae bien tu aliento de mierda de vómito y cerveza.
El público exclama al unísono "oooooh" mofándose de Terius por dejar que un "niño" le hablara de ese modo, el aventuro se retira sin quitar ese despreciable sentir por mí, de seguro ahora me había ganado un enemigo, pero ese problema era para el Rozuel del futuro.
—En cualquier caso, hablare con mis "superiores" al respeto sobre esto –Dice Hersel.
Pronto el buen hombre se retira cruzando una puerta roja que parecía inaccesible, al cabo de unos minutos Hersel regresa trayendo novedades.
—Te tengo buenas noticias, además de la recompensa por el recado de los goblins, puedo ofrecerte unos 300 Bals si me entregas la cabeza del hombre lagarto que obtuviste –Propone él.
Entre el recado cumplido y la entrega de la cabeza del lagartijo, obtendrá un total de 500 Bals (200 del encargo + 300 por la cabeza del lagarto), acepte y le entregue tanto el saco con las cabezas de goblin como de ese maldito palurdo escamoso.
La recompensa se me es entregada en 5 monedas de plata cuyo valor cada uno correspondía a 100 Bals, como había dicho anteriormente el Bals (dinero empleado, al menos en este reino) se distribuye en monedas de cobre, plata y oro.
El Bals en monedas de cobre se halla en valores de; 1 y 10 Bals, seguido de las monedas en plata que se hallan en valores de; 50 y 100 Bals, y por último la más valiosa el Bals en monedas de oro que se hallan en valores de; 1000, 5000 y 10.000 Bals. Para hacer un resumen.
MONEDA DE COBRE: 1 y 10 Bals.
MONEDA DE PLATA: 50 y 100 Bals.
MONEDA DE ORO: 1000, 5000 y 10.000 Bals.
Me retiro triunfante, pronto el sol en una hora u hora y media se ocultaría por completo, era momento de volver a la posada y descansar. Iba camino al mismo local donde me hospede anoche, en mi recorrido me topo en una angosta calle de la aldea con una caravana de varios mercaderes dirigidos por un obeso enano con ropaje de noble sobresaliente que tenía un feo bigote oriental y cola de caballo, ellos transportaban en una extensa carreta de metal movido por una decena de musculosos caballos, una jaula de acero en el que se encontraba encerrado un ciclope.
Un ser gigantesco de un solo ojo cuyo tamaño llegaba a 5 metros de altura, su única vestimenta era una especie de taparrabos amplio para cubrir sus vergüenzas, carecía de cabello en absoluto pero en la punta de su cabeza un pequeño cuerno resaltaba. La bestia agitaba la jaula tratando de liberarse, pero esta era tan resistente como el candado que mantenía la cerradura de su prisión.
—Sigue haciéndote el duro maldito monstruo, no vas a lograr destruir esta jaula hecha a medida para los de tu tipo, su composición metálica como mágica la hace una jaula casi indestructible, jejejeje –Se burlaba el mercader encargado de manejar el coche que llevaba la carreta con el monstruo.
Miraba impresionado porque era la primera vez que veía semejante criatura mitológica, pero mis ojos pronto se posaron sobre algo sospechoso, una daga de la nada se aparece clavándose justo en el candado de la jaula, con buena vista distinguía en ella un símbolo o marca, era como un sol negro con el dibujo de una daga de toque místico en el centro.
¡BOOM!
La daga explota repentinamente como acto de magia y destruye el candado de la jaula, pronto esta termina abriéndose y para horror de todos el mismísimo monstruo sale de su confinado espacio, con ferocidad e ira reprimida ruge haciendo notar su presencia a los que estaban a su alrededor.
Los mercaderes responsables de traer tal monstruosidad corren despavoridos en busca de la ayuda de aventureros para detener lo que ellos no podían parar, la bestia ruge mirando a todas partes para hallar algo que devorar, todos se habían alejado de esta monstruosidad pero por alguna razón yo no lo hice, ¿no tengo miedo o soy estúpido?.
Inevitablemente la criatura posa sus ojos sobre mí, lo más cercano a él y extiende su brazo para atraparme, medía 5 metros pero no estaba armado, además era lento y por si fuera poco estaba totalmente vulnerable (casi desnudo y nada que lo que protegiera), tenía ventajas.
Desenfunde el AK-47 y apunte al gigante en su zona más delicada, su ojo, dispare y en cuestión de unos tiros le di, la criatura herida retrocede cubriéndose en su único glóbulo ocular con ambas manos mientras gritaba del dolor.
Estando prácticamente ciego y con sus miembros superiores ocupados, aprovecho el momento y apunto al cuello, si la anatomía del gigante es similar a la humana, entonces ha de tener una arteria carótida, abro fuego tras enfocarme en el blanco asignado, de unos cuantos tiros asesto y la sangre de la bestia enorme fluye como manantial de su cuello.
Con una mano intenta cubrir la inevitable herida que pone su vida en juego, pero la enorme cantidad de líquido rojo perdido comenzaba a agotar su esperanza vital, se tambalea mareado y de inmediato cae al suelo boca abajo, para fortuna de la aldea, impacta sobre la calle y no edificios.
Seguía vivo, gimoteando herido, pero aun respirando, me muevo hasta acercarme lo suficiente a su nuca y disparo desde allí el resto del cargador hasta que se me acaban las balas, el ciclope a este punto dejo de emitir síntoma alguno de dolor, ni se movía, ¿finalmente ha muerto?, eso esperaba.
Me retire cuanto antes de que llegaran las autoridades del lugar, por mucho que haya querido hacer de héroe, no tengo intención de llamar demasiado la atención, pero esta situación fue provechosa para probar mi rifle de asalto contra una amenaza como un ciclope y fue un éxito.
Llegue a la posada donde me hospede anoche, pedí de cenar algo con carne y de oferta tenía un delicioso estofado, después de llenarme el estómago y pagar por la comida, pedí una habitación y además poder usar el baño para duchas, dicho baño consistía en un amplio espacio el que te metías adentro desnudo acompañado de una cubeta de madera llena de agua y un trapo, tomabas asiento en el piso y mojando el trapo comenzabas a limpiar tu cuerpo, tal sistema primitivo era empleado como manera de bañarse en este lugar. Después de terminar me fui a mi habitación y tras dar un relajante estirón a mi cuerpo me recosté sobre la cama.
Me desperté como a las 9 y media de la mañana y de allí tras prepararme me fui al gremio de aventureros, llegue justo a las 10 y lo primero que hice fue echarle un vistazo al tablón de anuncios para buscar otro encargo con el que lucrar hoy, cuando inesperado alguien llega al sitio captando la atención de todos.
Se trataba de aquel obeso enano de feo bigote oriental y cola de caballo, estaba acompañado de dos de esos mercaderes de la caravana que trasladaban a ese ciclope, aquel sujeto gordo me señalo diciendo "allí estás" y se acercó a mí.
—Finalmente te encuentro, quiero hablar contigo –Dijo con una mueca algo cínica —Como las formalidades son un fastidio, iré al grano, soy Nardez Gramour, un reconocido mercader de estas tierras y quisiera platicar contigo, ¿Rozuel es cómo te llamas?, ¿no?.
—Sí, así me llamo, ¿de qué se trata? –Pregunte yo.
—Ayer mientras mis empleados fueron en busca de ayuda para tratar con el ciclope, yo me quede y observe a una distancia segura el cómo tú te enfrentaste al ciclope y lo mataste… ¡con eso! –Señala el rifle AK-47.
Todos los aventureros presentes estaban atónicos al escuchar que fui capaz de matar a semejante criatura, pero lo que más me preocupaba, era que llame la atención innecesaria a un sujeto que me daba mala espina.
— ¿Dónde… donde has conseguido tal y poderoso artefacto mágico? –Pregunta el gordo mercader —¿¡Quien creo tal maravilla destructiva!?.
—Yo la fabrique –Respondo con la verdad.
Pero el tal Nardez comienza a reírse histéricamente junto a sus hombres mientras replicaba "Si claro, un niño lo hizo".
—Que no me creas es tu problema –Le comento yo.
—Como sea, tan solo véndemelo y ya –Me dice él.
—¿Perdón?.
— Esa es la razón del porque estoy aquí, ¡quiero adquirir esa sublime arma para mí!, si es posible quisiera fabricarla en masa, si es capaz de hacer tal cosa contra un ciclope, ¡no puedo imaginar la fortuna que podría hacer vendiéndola en todo el reino de Luthe, no, más bien en toda Avalia!, ¡literalmente revolucionaria el mercado de los artefactos mágicos de combate!.
Esa forma codiciosa de expresarse, esa despreocupación por las consecuencias de realizar tales maniobras al explotar algo peligroso al mundo, si, en cierto modo me miraba a mí mismo en esa antaña época mía cuando mi negocio se dedicaba a repartir la muerte servida en metal.
Mire con desdén a este tipo, me asqueaba su aspecto y forma de hablar, detestaba todo lo que salía de su boca, cada mísera palabra, quería darle con la culata del arma en el rostro, pero me contenía, bajo ninguna circunstancia le entregaría mi rifle a este tipo.
—Olvídelo, mi arma no está a la venta –Le contesto yo con un tono antipático.
—¿¡Que!?, ¡no escuche lo que creo que escuche! –Replica de forma fanfarrona —¡100 mil Bals, te ofrezco esa cantidad!.
Con el dinero que me ofrecía, podría pagar la propuesta de ese mercader para fomentar el comercio con Windaz, o incluso podría pedirle a este gordo hacerlo como demanda aparte, pero no… bajo ninguna circunstancia debo darle el rifle y menos comerciar con esta escoria humana.
— ¡Me niego!, esto se queda conmigo y punto final.
La respuesta hizo que el gordo bastardo del mercader pusiera una horrenda cara enrojecida por la ira cuyas venas en su frente se notaban, tanto que comenzó a protestar haciendo berrinche como un niño.
—¡Mocoso insolente!, ¿¡tienes idea de con quién te estas metiendo!?, ¿¡TIENES LA MENOR IDEA!? –Me amenaza el tal Nardez.
—Me da igual quien seas, este artefacto es mío y se queda conmigo, fin de las negociaciones –Vuelvo a repetirle.
—Es imperdonable… ¡imperdonable!, ¡IMPERDONABLE!... ¡¡IMPERDONABLE!!... ¡¡¡IMPERDONABLE!!!...
Se retira del gremio tras repetir una y otra vez la misma frase, su temperamento era un desastre pese a ser un adulto, todos los aventureros tratando de disimular lo escuchado y visto vuelven a su rutina pero son pésimos actores y puedo notar sus miradas a escondidas.
—También tenía mis dudas sobre que es esa cosa que llevas contigo –Me dice Hersel en relación al rifle AK-47 —Y pensar que es un artefacto mágico capaz de darse contra un ciclope, increíble, ahora entiendo de donde viene toda esa confianza.
—Que, ¿estas interesado en comprarlo también? –Pregunte yo.
—Claro que no, mis días como aventureros terminaron hace tiempo –Responde con sinceridad —Aunque debo decir que tienes agallas chico, el hombre al que acabas de hacer enojar pese a su aspecto, no es cualquier tipo.
—Je, ¿qué va a hacerme?, ¿encerrarme en una celda para niños?.
—No, pero digamos que si tú tuvieras algún asunto con el gremio de mercaderes, bajo ninguna circunstancia conviene tener a ese tipo en tu contra.
Tenía una mala sensación, las palabras de Hersel expresaban una verdad absoluta, ¿podría esa persona grosera tener tanta influencia entre los mercaderes?, solo quedaba esperar lo peor si resultara ser cierto.
Mi humor tras lo ocurrido no me alentaba a tomar un encargo que requiera fomentar encuentros peligrosos, por ello, escogí por este día un trabajo simple de rango 1, recoger unos quince hongos rojo especiales que crecen en las cercanías del bosque de Argoh, la paga es de tan solo 30 Bals, pero como dije no estaba de humor para combates por este día.
Me dirijo a la entrada bosque y con un saco prestado por Hersel, identifique los hongos de inmediato, me tomo unas dos horas encontrar 15 en totales, una vez en mi poder, volví al gremio y los entregue recibiendo mi recompensa monetaria, hasta el momento he cumplido dos encargos y no he subido de rango.
Apenas eran cerca de las 2 de la tarde, muy pronto para descansar, pero realmente no estaba de humor, los nervios me consumían sobre que podría hacer ese miserable gordo para afectar mi objetivo.
De repente un hombre viene a buscarme en el gremio, era un mercader, pero este no venía en nombre de ese gordo bastardo, sino que era un empleado de Harold Wilter, el sujeto con quien hice aquel trato de comercio si juntaba 20 mil Bals.
— ¿Es usted el joven Rozuel? –Pregunte el hombre.
—Si.
—Mi jefe el señor Wilter le busca para hablar de algo urgente, ¿podría acompañarme por favor?.
Le seguí hasta que me llevo a un bar de fina comida como bebida, allí adentro en una mesa esperaba el mismísimo Harold con un rostro de pocos amigos, ya presentía que esto se iba a volver una charla ruidosa, apenas me senté, el tipo golpea la mesa con su puño cerrado expresando frustración.
— ¿¡En que estabas pensando!? –Me pregunta él bastante molesto.
—No lo entiendo… -Contesto confuso.
— "Nardez Gramour", ¿te suena ese nombre?.
—Si…
Ahora empezaba a comprender a donde iba parar esta charla.
— ¡Ese tipo ha puesto a todo el gremio de comerciantes en tu contra!, todo aquel que se involucre contigo corre el riesgo de verse comprometido a que su reputación sea manchada y caiga en la bancarrota por ese gordo, debido a que tiene mucho poder influyente entre los mercaderes, ¿¡que demonio le hiciste para tenerlo como enemigo!? –Pregunta Harold.
—Me negué a venderle algo que quería–Conteste yo.
— ¡Insensato!, tu osadía ha comprometido con lo que tanto te empeñas en cumplir.
—Momento… eso significa, ¿qué vas a retractarte sobre nuestro acuerdo?.
— ¿Y qué esperabas?, Nardez Gramour es un maldito ambicioso que no dudaría en usar tácticas sucias para aplastar la competencia, se sabe que arruino a incontables mercaderes que se atrevieron a ponerle un dedo encima tanto física como socialmente, no pienso correr la misma suerte que ellos.
— ¡No puedes hacer esto!, teníamos un trato.
—Y tú lo jodiste al meterte con la persona equivocada, ¿de verdad crees que todas tus acciones conllevan a consecuencias beneficiosas?, incluso la mayoría de los mercaderes destacados pensamos en nuestros acciones a la hora de comerciar, pero tú, escogiste "invertir" en un mal negocio, chico, Gramour no es un fanfarrón cualquiera y que eso te sirva de lección, adiós niño y suerte con tu problema.
— ¡Espera!... debe haber algo que pueda hacer, ¿no puedes reconsiderarlo de alguna forma?.
Harold no se retiró al hacerle esa pregunta, con una mano en el mentón se puso pensativo y se le ocurrió algo a la mente.
—Podríamos… hacer negocios de una manera "oculta", mientras Gramour no se entere todo estará bien –Propone Harold.
—Me parece excelente, si es una solución me basta –Opine yo.
—Pero aquí está la parte difícil para ti chico, hablamos de realizar operaciones de comercio lo suficiente secreta para que los contactos de Gramour no se enteren, no te saldrá barato.
—Espera… ¿significa que el precio…?
—Sí, te costara 50.000 Bals y solo podremos sostener este método de comercio por un periodo de dos años.
— ¡Es casi el triple de la oferta anterior y para el colmo cambias la duración del comercio de 5 años a solo 2!.
— ¿¡Y que esperabas!?, me arriesgo bastante y esta operación de comercio es complicada como delicada, de incrementar el periodo de años, no saldría beneficiado, seré directo contigo, ¿lo tomas o lo dejas?.
Si lo que este sujeto dice es cierto, entonces no hay ni una sola persona en todo el gremio de comerciantes a mi favor, no tenía opciones, visitar otros lugares para hallar a otros comerciantes tampoco era una opción rentable, estaba contra la pared.
—Está bien… tenemos un trato –Dije sin opciones para rechazarlo.
—Esperare entonces hasta que juntes la cantidad designada, de momento, ni se te ocurra acercarte al gremio de mercaderes o a mí, Gramour tiene ojo y oído en muchas partes –Me comenta Harold para luego levantarse e irse tras cubrirse el rostro con una capa.
Regrese a la posada donde suelo hospedarme más temprano de lo usual y rento una habitación para pasar el resto del día en ella. Con frustración doy un puñetazo en la almohada de la cama tratando de calmar este pesado sentir, las cosas no han hecho más que empeorar.
Recostado boca arriba en la cama, saco de uno de los bolsillos del cinturón un pequeño fragmento de metalito para mirarle de cerca, esta pequeña porción es un preciado recuerdo, ya que de esta fue por el cual realice mi primera creación (la pistola), decidí conservar lo que sobraba tras usarlo tanta veces, obteniendo un amuleto nostálgico, mirarlo en cierto modo me relajaba y me recordaba a mi hogar.
—Lo hare… cueste lo que cueste, lo voy a conseguir –Levanto mi puño dominante con confianza creyendo en mis palabras, alentando mi ánimo para lograr mi meta.
Continuara…