En alguna parte del continente principal, cerca del gran desierto montañoso, había un auto flotante moviéndose a buena velocidad con tres pasajeros muy particulares, dichos eran, obviamente, Pilaf, Shu y Mai. Los tres tenían expresiones peculiares, una especie de combinación entre miedo, tristeza y decepción.
Los eventos transcurridos en la noche del día anterior los habían dejado con profundos traumas.
Aunque, finalmente lograron calmarse cuando notaron que su boca se secaba de tanto tenerla abierta, antes no les entraba una mosca y les dejaba un mal sabor de boca… que ya tenían sin la necesidad de la mosca.
"Entonces…", El primero en hablar después de tanto tiempo era Shu, "¿qué procede?", y preguntó la más obvia pregunta.
"Recuperar la tecnología, obviamente", el hombrecillo dijo con molestia en su voz, lo difícil sería conseguir financiamiento de alguien para poder reconstruir su imperio desde cero.
"¿Y antes de eso?", Mai, sabiendo de ese problema, colocó la carta sobre la mesa.
"Ahm", ahí si que Pilaf mostró una cara de confusión.
'¿Cómo es que me tocó estar con éste jefe?', se preguntaron Mai y Shu simultáneamente.
"¡Hey!", una voz demandante sonó sacándolos de sus pensamientos, y los tres notaron a dos motocicletas posicionándose a sus lados, "¡Deténganse de una buena vez!", los que manejaban las motocicletas tenían una vestimenta militar de diseño impecable de un color verde opaco, aunque lo verdaderamente llamativo se ubicaba en sus hombros, un símbolo vagamente familiar, dos triángulos equiláteros rojos unidos por una punta formando el símbolo de un moño con una R en el interior de cada triangulo…
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Éste lugar era uno de los más agresivos en toda la tierra, teniendo temperaturas bajo cero extremas, sin embargo, esto no era impedimento para unos particulares practicantes de las artes marciales y una filosofía deva, eran de los artistas marciales con una de las escuelas más antiguas de todas, se cree que llevan alrededor de 5000 años entrenando monjes de gran renombre, hasta recientemente, que entraron en reclusión.
Debido a esto, un joven y pequeño monje miraba la ventana de su recámara con una expresión aburrida, su vestimenta, era el clásico gi de kung fu shaolin anaranjado, con cuerdas sosteniendo un calzado parecido a unas sandalias que eran llevadas hasta las rodillas, pantalones holgados y una polera holgada, también sostenida por varias cuerdas, el joven, como todos los habitantes de ese masivo lugar místico, tenía una reluciente calva, solo que éste si era especial en cierto modo, pues carecía de una nariz.
"Haaah", el joven se levantó y caminó fuera de su recámara, pasando al lado de varios otros monjes que lo ignoraban como si fuera aire, llegando eventualmente a una masiva sala dónde habían, varios monjes meditando con un incienso encendido. El joven caminó frente al que exudaba mayor sabiduría, un monje alto de barbas alargadas, con una vestimenta expresamente grande, con 6 particulares puntos en el centro de su frente, cicatrices de quemaduras, el joven se inclinó demostrando respeto ante el monje, inclinándose. "Maestro".
El monje abrió sus ojos ligeramente.
"Pequeño Krilin", el monje barbón habló con calma y paz en su voz.
"Maestro, ¿no hay ningún trabajo que pueda hacer para el templo?", Krilin suprimió las palabras 'y para alejar mi aburrimiento', de su pregunta y miró al maestro con ojos expectantes. El monje se quedó quieto a la pregunta y cerró los ojos.
Krilin miró esto decepcionado y se fue de la sala.
Caminando por el patio del templo, Krilin vio a varios monjes entrenar a pequeños monjes con menos edad que él. Para apaciguar su aburrimiento, decidió unirse al entrenamiento.
Éste templo era uno de los muchos Shaolin que existían en el mundo, y éste recibía el particular nombre de "Templo Orín".
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Después de que Gokú se fue de la capital del Oeste, Bulma no pudo evitar revivir los aprendizajes obtenidos durante el viaje, y esto la obligó a correr hasta su cuarto, pasando los amplios pasillos de su hogar, Bulma llegó a su habitación, un cuarto de moderado tamaño con una cama grande en la esquina superior derecha opuesta a la puerta, varios muebles para ropa, libros y demás elementos, Bulma tomó el cuaderno en el que había estado escribiendo lo que pasaba en su viaje y escribió.
'Septiembre 7-8'
Bulma entonces narró lo sucedido en el monte Frypan, haciendo expreso énfasis en los fenómenos transcurridos tras el Kamehameha de Roshi y el fuego de Red Son, luego en los kamehameha de Gokú, los alientos de energía de Gokú modo bestia y luego anotó las palabras que Shen-Long le dijo.
"Esa energía…" Bulma reflexionó en voz alta, "La voy a llamar Brío"
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Red Son estaba en una amplia playa al borde de los montes Paozu, se había tardado un día en llegar hasta ahí corriendo.
"Huh, me tardé un poco", Red Son se acarició la nuca manteniendo su expresión de sus cejas fruncidas, luego posó sus ojos sobre el mar, "Huele salado", admitió y comenzó a calentar, no sabía nadar, pero eso no iba a ser un impedimento para llegar a la casa de Mutten Roshi.
"Allé voy", dijo ingresando al mar, ignorando el creciente peso de su ropa y comenzando a moverse en éste, un chispazo de miedo surgió en sus ojos, pero fue rápidamente suprimido, y enfocó su mirada en el horizonte, golpeando el agua en un intento de moverse, el proceso era algo tedioso y sentía como perdía un poco el aliento por lo que, habiendo avanzado bastante adentro de la costa, se detuvo a descansar un momento y continuó.
La noche caería eventualmente. Y su nado continuaría sin importarle.
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La noche envolvería las montañas mientras una fuerte ventisca nevada azotaría al templo, algunos monjes aprovecharían esto para entrenar, Krilin vería esto desde adentro, con su misma expresión de aburrimiento.
"Haah", otro suspiro se le escaparía y caminaría de nuevo a la sala donde los monjes meditaban en calma, con los mismos inciensos.
Krilin repitió el proceso de en la tarde, y el Maestro lo volvió a ignorar.
'Creo que…' Krilin comenzó a pensar, viendo cómo los últimos años se habían estado volviendo monótonos, y varios discípulos Senior también manifestaban perder el respeto por él, 'me voy a retirar'. Sus ojos se posicionaron sobre el incienso de su maestro. 'Bueno, las artes marciales requieren de una voluntad de acero'.
Krilin tomó el incienso y se tocó 6 veces en la frente, aguantando y adquiriendo ojos llorosos.
Los 7 maestros meditando abrieron los ojos.
"Krilin, ¿qué haces?", el maestro alto preguntó achicando los ojos.
"¿No es obvio?", preguntó Krilin aguantando el llanto, ello provocó que su voz saliera aguda, "Me estoy graduando para retirarme del templo", los otros 6 maestros fruncieron el ceño.
"Impudente", dijo uno de los maestros.
"Si quieres, irte, lárgate, no molestes nuestra meditación", espetó uno de los maestros con furia.
"¿A dónde vas a ir?", preguntó el alto maestro mirándolo con calma, sin perturbaciones.
"Voy…", Krilin hizo una pausa después de pensarlo, "Voy a ir con el Ermitaño Tortuga".
Los 7 maestros en simultáneo sintieron una vena en su frente marcarse con agresividad, sin embargo, el alto maestro alzó una mano, y en acto siguiente.
"Muy bien… así que vas a ir con ese viejo pervertido", dijo tomando a Krilin de la calva.
"¿Eh?", Krilin sintió como el hombre lo llevaba y avanzaba por el patio del Templo.
"Entonces ve a visitar al Ermitaño Tortuga… ¡Y NO VUELVAS!"
Krilin sintió su entorno cambiar rápidamente, mientras borrones blancos llenaban su visión y el frío lo tocaba íntimamente envolviendo su cuerpo en un mortal y peligroso abrazo.
Comprendiendo rápidamente que había sido lanzado del templo, parpadeó rápidamente enderezándose en el medio del aire.
'Nonononono', En su mente comenzó a repetir aterrado, "Nononononononono", y en voz alta.
"NO, NO, NO QUIERO MORIIIIIIIIIIIIIIIR", el aullido desesperanzado de un joven resonó en las heladas montañas del norte.
Sus ojos rápidamente divisaron un amplio y frondoso árbol del cual, sin dudar, planeó hasta él y focalizando sus aprendizajes endureció su cuerpo y brazos.
"Que sea lo que Dios quiera", dijo Krilin con un mar de lágrimas saliendo de sus ojos.
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Mientras el mundo se movía, Gokú estaba sobrevolando los cielos de la parte inferior del continente, particularmente, estaba yendo al Este. Regresando a los montes Paozu.
Gokú sabía que quería viajar un poco más, pero no sabía a dónde, así que dejó que sus sensaciones lo guiaran, surcando los cielos, varios recuerdos oscuros le vinieron a la mente.
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Esto sucedió cuando Gokú tenía un aproximado de 4 años.
En este punto, las únicas cosas que Gokú recordaba es que había sido introducido al mundo de las artes marciales por su abuelo, no de modo intencional, pues sucedió en algún punto mientras Gokú se recuperaba de unas heridas recibidas por pelearse con un dinosaurio.
Gokú vio que Son Gohan hacía varios movimientos con tu cuerpo, que parecían estar calculados, que parecían usar de la fuerza con precisión y sin dar lugar a desperdicios. Éste hecho maravilló al pequeño Gokú, que obviamente tenía grandes intereses en pelear. Así que, sin importarle sus heridas, comenzó a entrenar con su abuelo.
¿En qué momento le empezó a llamar abuelo? Quizás cuando prendió la palabra, quizás cuando aprendió su significado.
En algún punto, Gokú preguntó sus dudas.
"Abuelito, ¿qué son éstos movimientos que hacemos?", preguntó haciendo diversas poses de batalla que había aprendido de Son Gohan.
El tranquilo anciano se sentó en la silla frente a la choza, la luz del sol era cálida y hacía una sinergia armónica con las hojas mojadas de la vegetación en el entorno, había llovido hace poco.
"Estamos practicando artes marciales", respondió con una sonrisa.
"¿Y qué son las artes marciales?" Gokú preguntó entusiasmado.
"Las artes marciales, algunos las llaman artes militares o algo así, pero cualquier término que se utilice quiere decir lo mismo: ¡usar el cuerpo como un arma!", dijo adquiriendo un entusiasmo parecido al de Gokú, parecía ser que Son Gohan era un hombre profundamente enamorado de las artes marciales. "Y cuando un arte marcial hace uso de un arma externa solo se vale de su ayuda para mejorar las capacidades innatas del cuerpo, esto es ¡la fuerza innata!" Gokú escuchó atentamente.
"Si bien es cierto que las artes marciales iniciaron como un método para que los débiles se pudiesen defender de los fuertes, eventualmente se comenzaron a incluir filosofías que actuaban de acuerdo a los movimientos de las artes marciales, por ejemplo, en el kung fu, ¡la posición de la grulla!", dijo el hombre saltando y poniendo la pose de la grulla del, "¡del tigre!", Son Gohan puso la pose mencionada, "¡del mono!", y volvió a cambiar su pose, "¡de la mantis!", dio un par de ataques con ésta pose, "¡Del dragón!", Son Gohan puso la pose mencionada y luego hizo el puño de dragón, ejerciendo fuerza e impactando contra el viento directamente, a lo lejos una ligera bola de aire impactó contra el ignorante tronco de un árbol.
"¡Guao!", Gokú miró maravillado y comenzó a imitar las poses que había visto.
Son Gohan se rio al ver los intentos de Gokú para imitarlo.
"Pero sabes Gokú", cuando Gokú hubo finalizado de imitarlo, éste se sentó un poco decepcionado al no lograr los efectos de Son Gohan, su cola se enroscó sobre él mismo entristecido. "Las artes marciales requieren de un entendimiento profundo de la filosofía a la que está ligada, de lo contrario, como habrás notado, solo serán poses elegantes que pueden ayudar a ejercer poca o buena fuerza del practicante, a lo mucho ayudaría a uno a combatir con gente un poco más fuerte que él, a menos claro, de que la otra persona supere las capacidades ordinarias por un margen preocupante, entonces ahí ya no tendrían nada que hacer", Son Gohan agitó su cabeza con una ligera sonrisa, parecía estar recordando algo gracioso. "Claro, que, en tu caso, es distinto, tú ya tienes una fuerza innata superior y que, además, es capaz de someter al hombre más fuerte que puede haber por ahí afuera", Son Gohan se rio de Corazón…
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