Un mes después
Me había estado quedando con Kevin y su madre todavía. Ahora que las investigaciones continúan y no están haciendo tanto alboroto, decidí continuar con mi plan.
Hoy, regresé a la casa de mis padres. Kevin no estaba de acuerdo, pero debía buscar el dinero y las prendas de valor que guardé. Todo estaba en el mismo lugar de esa noche. Lo necesario lo llevé a mi auto, y manejé a la joyería para salir de todo eso y sacarle algo de dinero.
«Me lo merezco por ser la mejor hija del mundo»
Según me dieron el dinero, lo guardé todo en mi cartera. Fui a buscar a Kevin y a despedirme de su mamá; ya habíamos dialogado sobre esto y ella accedió, solo porque el idiota de Kevin le suplicó. El único requisito era que viniera a visitarla mínimo una vez al mes.
«Tengo solo un mes para domesticarlo»
Kevin me siguió en su auto a mi antigua casa, y muchos recuerdos invadieron mi mente. La casa estaba hecha un desastre, y tenía escrito un sinnúmero de cosas como: «Casa Maldita» «Demonios» «No entrar» ; y muchas cosas más, que no quisiera ni mencionar. Todas las casas de alrededor estaban con el letrero de «Se vende». Tal parece que nadie quiere vivir más aquí.
—Ah, que nostalgia— solté, acompañado de un suspiro.
—Tú no estás pensando vivir en esa casa, ¿Verdad, Emily? — soltó asustado.
—¿Por qué no? ¿Tienes alguna queja?
—Esa casa tiene muchas historias.
—¿Historias?
—Mi mamá me contó sobre ella, y la historia está en todos los periódicos y noticieros.
—¿Qué dicen?
—Dicen que hace años vivía una familia de psicópatas, con una niña de once años. Sus padres secuestraban personas para torturarlas y alimentarse de ellas. Al parecer, eran caníbales. Encontraron carne humana en el refrigerador, huesos en el sótano y cadáveres frescos; no saben si alimentaban a la niña con eso también. ¿Te imaginas? Otra cosa que decían era que, habían hecho un pacto con el demonio y que sacrificaban personas por eso. Han tenido esta zona cerrada por mucho tiempo, luego del accidente que terminó con la vida de esa pareja. Nadie se ha atrevido a habitar la casa, ni siquiera los alrededores.
Reí ante su entretenida historia.
—¿Y qué dicen de la niña?
—Nadie sabe de la niña.
—¿Y tú crees en eso?
—Fue un caso aterrador y todo el mundo lo mencionaba mucho. Hay mejores casas, Emily. Busquemos otra.
—Me quedaré aquí— caminé a la entrada, y él me siguió.
—Emily, por favor.
—Si eres tan gallina, regresa con tu madre.
—¿Cómo podríamos quedarnos aquí?
—Quedándonos.
Abrí la puerta, y la casa estaba hecha un desastre también por dentro, pero nada que no pudiera arreglarse con limpiar y pintar.
Caminé a la mesa del comedor, estaba toda sucia y llena de polvo. Era como si pudiera ver la tarta de cumpleaños encima de la mesa, a mi padre sentado en esa silla, y yo sentada en su regazo. Podía escuchar ese disparo en mi cabeza.
Ese oficial debe estar teniendo una buena vida ahora, luego de haber acabado con la mía y la de mis padres; es por eso que lo haré vivir un infierno. Deseará no haberse metido con mi familia.
Le di un golpe a la mesa, y Kevin saltó del susto.
—¿Por qué haces eso?
—Fue el demonio de esa niña que se metió en mi cuerpo— caminé hacia él, y retrocedió asustado—. Cobarde.
—No hagas esas cosas, Emily.
—Me ayudarás a limpiar. Iremos a la tienda y compraremos lo necesario.
Fuimos a la tienda y compramos todo, luego regresamos y nos pusimos manos a la obra.
Al principio, tomó algo de tiempo y el idiota de Kevin estaba asustado para hacerlo, pero terminó ayudándome más de la cuenta.
Al terminar de limpiar por dentro un poco del polvo, bajé al sótano y Kevin me agarró la mano.
—No bajes ahí.
—Ya cállate.
Bajé las escaleras, y fue como si hubiera entrado a otro mundo. Estaba oscuro, pero la linterna de mi teléfono me ayudó. Todo se veía intacto, incluso aún había uno que otro cuchillo de mi madre tirado en el suelo.
—¿Cuándo pondrán la luz?
—Al señor lo contacté por teléfono y quedó en venir en la tarde. Aguántate mientras tanto.
—Este lugar da miedo. Siento escalofríos. Es como si me estuvieran mirando.
—Los muertos deben estar mirándote. Quien sabe si detrás de ti haya alguien que esté esperando a que voltees a mirarlo— reí, y subió las escaleras corriendo—. Maldito cobarde de mierda.
Miré alrededor, y sonreí.
«Estoy en casa, papá, mamá. No puedo esperar para hacerle pagar todo lo que nos hizo»