En la noche:
Ya había venido el señor para poner todo a funcionar en la casa. Tenía cara de espanto, y me preguntó en varias ocasiones de si estaba de acuerdo en quedarme aquí. La gente es tan cobarde.
Salimos al supermercado, y luego regresamos a la casa. No veía la hora de comer adecuadamente. Miré a Kevin, y tenía su cuello descubierto.
—¿Te va gustando cómo va quedando la casa?— le pregunté, mientras iba preparando la comida.
Él me estaba ayudando, y estaba tan cerca, que me sentía algo caliente. Aún no hemos llegado a eso, y no puedo negar que siento ganas. No sé cuánto más pueda aguantarme.
—Está quedando bien, pero no quiero estar solo en ninguna parte de la casa.
—¿Me estás dando permiso a entrar al baño contigo? — reí.
—Hablo en serio. No sé cómo puedes hacer esto. ¿No te da miedo, Emily?
—No, me gusta este lugar. Me siento más relajada que en la casa que vivía con mis padres.
—Siento mucho haberte recordado algo indebido.
—No importa. Terminemos.
Cenamos, y me quedé lavando los platos, mientras Kevin se bañaba.
La casa se veía distinta a la última vez que estuve aquí, a pesar de todo estar en el mismo sitio.
Cuando Kevin se bañó, entré a bañarme. Siempre después del baño, mi papá estaba ahí esperándome, y saber que ahora no está, hacia que esa rabia y frustración, incrementara.
Salí del baño desnuda, y vi a Kevin recostado en la cama. Me acerqué lentamente, y me metí en ella.
—¿Cansado?
—Un poco, ¿Y tú? — me miró sorprendido al verme desnuda.
—Ni un poco— me subí sobre él, y se puso nervioso.
—¿Qué haces, Emily?
—¿Qué crees que hago? Llevamos unos meses saliendo, y aún no hemos hecho estas cosas. Siempre me evitas, ¿Acaso no te gusto?
—No es eso. Claro que me gustas, pero no quiero que pienses que solo te quiero para eso.
—Eres muy lento. Si no tomo la iniciativa, ibas a dejarme con estas ganas por dentro, por mucho tiempo más. Eres muy cruel, ¿Sabías?
—Lo siento.
—Cállate— lo besé con desespero, y acaricié su torso.
Era la primera vez que lo tenía a mi entera disposición de hacer lo que quisiera con él, y no iba a contenerme más.
Llevé sus dos manos a mis senos y los apretó, algo que me provocó mucho. No se sentía de la misma forma, a cuando soy yo quien me los toco. Así directamente, él nunca los había agarrado. Sus manos suaves e inexpertas, sujetando alrededor de ellos, era increíblemente placentero.
Al sentir su erección debajo de mi, no pude evitar mover mis caderas y simular que me estaba penetrando; algo que provocó gemidos involuntarios de su parte. Su cuerpo no dejaba de temblar, a pesar de hacerlo solo por encima de su pantalón. Ya moría de ganas de ver sus expresiones al estar dentro de mi. ¿Qué pensará cuando se dé cuenta que también es mi primera vez? Quiero que sea con él, no con alguien más.
Me salí de encima de él y me coloqué entremedio de sus piernas. Nunca lo había visto completamente desnudo y quería hacerlo. Bajé su pantalón con todo y bóxer, y pude apreciar su erección, la tenía justo enfrente de mi. Era la primera vez que contemplaba un pene tan de cerca, y la punta estaba muy húmeda.
—¿Estás segura de esto, Emily?— preguntó con su voz temblorosa.
Lo miré y sonreí.
—Eres mío, Kevin— lo metí en mi boca, y pude percibir su delicioso sabor.
Los gemidos de Kevin eran constantes, y tiernos. No podía dejar de ver sus reacciones. Cerraba sus ojos con fuerza, y su cuerpo temblaba involuntariamente. Se sentía bien al verlo tan excitado, y que la causante de eso, sea yo. Trataba de lamer cada parte de él, sin dejar una sola área sin que mi lengua probara.
—Espera, Emily— dijo con un hilo de voz.
Me detuve, y lamí mis labios.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta?
—Si continuabas yo… — sonreí al ver su timidez—. Quiero hacerte sentir bien, Emily.
Me recosté a un lado de la cama, y él se fue entremedio de mis piernas. Pude sentir el calor y humedad de su lengua, y cada parte de mí se estremeció. A pesar de hacerlo lentamente, las sensaciones que eso provocaba en mí, eran muchas. Llegó un momento en que, se fue intensificando ese hormigueo en mi interior, que tuve que detenerlo. Ya quería sentirlo dentro de mi, y no podía esperar un segundo más.
—Quiero sentirte, Kevin— extendí mis brazos, y acomodó su cuerpo entremedio de mis piernas.
Luego de varios intentos fallidos, pude sentir la presión que estaba ejerciendo para entrar dentro de mi, y automáticamente mi cuerpo se tensó.
Él me besó inesperadamente, y pude sentir que ese beso fue mucho más intenso que el de otras ocasiones; quizá, porque esta vez no fui yo quien se lo robó.
Al sentir que me penetró, ambos nos quejamos a la vez. Su respiración estaba agitada, tanto, como la mía. Se movía despacio, y se quejaba a la par.
—Esto es increíble— dijo entre gemidos.
Era un dolor moderado, que de alguna manera, me hacía sentir extremadamente caliente; tanto, que quería experimentar más ese dolor. Si es él quien lo provoca, puedo recibirlo todo. Deseaba que me causara más dolor; sí, quería ser lastimada por él.
Puse mis piernas alrededor de su cuerpo, y enterré mis uñas en su espalda.
—Hazlo más rápido, por favor— le supliqué al sentir mi cuerpo tan sensible.
Él aceleró sus movimientos, y podía sentir como mi interior se iba acostumbrando a ese dolor y a su tamaño; aunque también sentía como iba abriendo paso más allá en cada estocada.
«Quería ser destruída por él, solo por él»
Enterré más mis uñas al sentirme ardiendo, y él se quejó, pero no dejaba de jadear. Su expresión de niño tonto, se había transformado en uno lujurioso; algo que de cierta forma, me tenía ardiendo.
Podía percibir un hormigueo muy en el fondo de mi. Me estaba volviendo loca con esas emociones y sensaciones, tan jodidamente estimulantes.
Kevin ya no podía más. Sus movimientos bruscos culminaron, al sentir esa última y profunda estocada, más ese calor que provocó un escalofrío en todo mi cuerpo. Pude percibir claramente esa descarga.
Kevin me dio un beso, y recostó su cabeza en mi pecho. Fue irresponsable de ambas partes; sabía que no debía hacer esto sin protección, pero no planeaba hacer algo hoy. Todo fue tan de repente, que ya de nada vale arrepentirse.
—Mañana saldré del problema, pero ahora, ¿Por qué no continuamos, Kevin? — sonreí.
—¿Qué?
Reí por su expresión de asombro.
«No había forma de que lo dejara escapar esta noche»