A la mañana siguiente:
Debía salir a hacer una cosas, y preferí dejar a Kevin durmiendo. Fue una noche larga y candente, debía estar bastante cansado. Mi cuerpo se sentía genial y adolorido, pero valió la pena.
Necesitaba prepararme comprando todas las herramientas, equipo y ropa que iba a necesitar. Lo más probable me odie cuando despierte y no me vea, pero no podía traerlo conmigo.
Compré todo lo que necesitaba, y anoté toda la información para asegurarme de no olvidar nada.
Mientras estaba en los últimos días en la universidad, había entrado a la oficina del director, y en un descuido, logré memorizar la dirección de Leyla, una de las amigas de Amy. Mi intención era conseguir la de ella, pero no tuve tiempo, así que debía usar la única carta que tenía a mi favor.
Fui a la dirección y me mantuve a una distancia prudente, pero no observé ningún tipo de movimiento. De hecho, no parecía que hubiera nadie en ese momento en la casa. Me quedé en espera por unas horas, hasta que vi que llegó un auto; de ahí se bajó con su mamá. El vecindario se veía muy solitario, y no sabía por cuánto tiempo estaría así, así que, debía darme prisa.
Miré a todas partes y me vestí en el mismo auto; me puse doble guantes y metí las sogas dentro de la mochila que estaba planeando llevar en mi espalda, junto a la cinta. El cuchillo lo guardé en mi abrigo y me bajé del auto.
Entré al patio de la casa, y fui mirando por las ventanas; las dos de al frente estaban cerradas, así que opté, por ir a las demás y verificarlas. Había una entreabierta, y tuve que abrirla lentamente, tratando de no hacer ni un mínimo ruido que las pusiera en alerta.
Al entrar por la ventana, la cerré, y miré alrededor. Estaba en la antesala. Las luces estaban encendidas y miré en dirección a la cocina, pero no había nadie. No sé en qué parte de la casa estén, y debía tener cuidado de no ser descubierta.
Paso uno: Entrar a la casa.
Paso dos: Localizar a la víctima, que en este caso son dos.
Caminé hacia la cocina y vi la escalera para subir al segundo piso, fue cuando escuché sus voces.
«Están arriba»
Caminé justo al frente de la escalera, cuando escuché unos pasos, y me agaché justo en el costado.
—No tardes— escuché la voz de su mamá, y el sonido al bajar.
Saqué el cuchillo de mi bolsillo, y esperé hasta que se metió a la cocina para poder seguirla.
Al dar la espalda, me agaché, cruzando hacia la mesa y me quedé vigilándola por unos segundos. Esperaba otro descuido para poder acercarme más.
En el precioso momento que abrió la nevera, me acerqué sigilosamente y coloqué mi brazo alrededor de su cuello tapando su boca, y acerqué el cuchillo a su rostro.
—Callada, y quizá, no te haga nada. Te quitaré la mano de la boca, pero si haces un mínimo ruido, voy a descuartizar a tu querida hija.
Asintió con la cabeza en repetidas ocasiones, y le quité la mano de la boca.
La hice ponerse de rodillas, y tapé su boca con la cinta, solo por si acaso. Ella no puso resistencia, y fue mejor así. Amarré primero sus manos por las muñecas a la parte de atrás de la espalda, y luego amaré sus tobillos; al final, término asegurando ambos amarres juntos, para imposibilitar que se pudiera parar y que pudiera tener el más mínimo movimiento posible.
Al terminar, le hice un gesto de que hiciera silencio y sonreí. Agarré el cuchillo, y subí las escaleras. Tenía que ir por la presa mayor. No sabía en qué habitación estaba, así que me pegué a la puerta para escuchar cualquier ruido. Cuando me acerqué a la segunda puerta, escuché el sonido de la música en los audífonos. Tal parece que se pensaba volar los oídos.
Abrí la puerta lentamente, y me fijé inmediatamente que estaba acostada en la cama boca arriba, con los ojos cerrados y las manos sujetando el teléfono. Abrí completamente la puerta, y entre. Me acerqué a la cama, y me subí sobre ella colocando el cuchillo en su cuello. Ella abrió los de par en par y trató de empujarme, pero coloqué mi mano alrededor de su cuello y acerqué más el cuchillo a su rostro.
—Si haces algo que me haga enojar, tu mamá pagará las consecuencias. Fíjate que en este momento debe estar desesperada al no verte y saber lo que haré contigo. Sé buena, y voy a considerar el no matar a ninguna de las dos.
Rechinó los dientes, y su respiración estaba agitada.
—Me saldré de encima de ti, pero si haces algo, no dudaré en mandarte al infierno. Tenemos una deuda pendiente— me levanté de encima de ella y seguía señalándole con el cuchillo—. Iremos a ver a tu mami, así que coopera conmigo.
—Tu voz la he escuchado en alguna parte. ¿Quién eres?
—Es un secreto. Camina.
Se agarró el cuello y caminó al frente de mi. Al ver su teléfono encima de la cama, lo cogí y lo guardé en mi bolsillo. Estaba al pendiente de sus movimientos, y de que no intentara hacer nada. Ella coopero, y siguió mis instrucciones hasta llegar a la cocina. Cuando vio a su mamá, se tiró al suelo y la abrazó.
—No nos hagas nada, por favor. Si quieres dinero te podemos dar el que quieras.
—No todo en la vida se paga con dinero, pero ya que insistes, lo tomaré. ¿Donde lo tienes?
—La cartera de mi mamá está en su cuarto.
—¿Ni siquiera cuentas con tu propio dinero, y estás regalando el ajeno? Eres muy interesante. Necesito pedirte un humilde favor. Eres muy amiga de Amy, y necesito que le envíes un mensaje.
—¿Qué? ¿Para qué?
Saqué su teléfono del bolsillo y se lo entregué.
—Le enviarás un mensaje y le dirás que venga a tu casa. Inventa cualquier excusa, miéntele, eres muy buena en eso, ¿No lo crees?
Me quedé observando el mensaje que estaba escribiendo. Minutos después, Amy respondió y quedó en venir.
Al ver que parte del plan ya estaba hecho, me acerqué, y busqué el otro pedazo de soga en la mochila.
—¿Por qué me vas a amarrar? Hice todo lo que dijiste.
—No me hagas repetir las cosas. Tengo muy poca paciencia, y no soy grabadora.
Asintió con su cabeza entre lágrimas, y la amarré de la misma forma que a su mamá y tapé su boca con la cinta.
—Ya no necesito nada de ustedes— me arrodillé delante de Leyla, y acerqué el cuchillo a su rostro—. Hace mucho no había visto tanta comida junta. ¿De quién comeré primero?— reí.