Ryo besó a Anna durante un minuto más, sabía que daba igual el tiempo que estuviera besándola, nunca sería suficiente, así que muy despacio se separó de ella, a regañadientes, no quería hacerlo... aquello era de lo más difícil que había tenido que hacer, había necesitado toda su voluntad para poder separarse de ella en ese momento.
Cuando Anna volvió a sus sentidos, casi quería correr, desaparecer o enterrarse y no salir nunca más, la vergüenza podía con ella, como había dejado que eso pasara, se había vuelto loca de nuevo, como había dejado que el la besara, aquello no estaba bien y lo sabía.
- Bueno creo que es el momento de que nos vayamos- dijo Ryo como si no hubiera pasado nada.
Ella no pudo mirarlo de nuevo a la cara, solo cogió su bolso y salió de la casa, no sabía que decir, se sentía incómoda, fuera de lugar, como no lo había parado, como había correspondido a aquel beso, se había dejado llevar por el momento, pero ella nunca se dejaba llevar por nadie.
Subieron al coche, sin mediar palabra, Ryo pudo ver la vergüenza en el rostro de Anna, aquello la hacía más tierna, y el rubor en su cara la hacía ver como la chica de dieciocho años que conoció, pero su cuerpo y ella había respondido a su beso como toda una mujer, exigente en ocasiones, apasionada y delicada, todo aquello hizo muy difícil separarse de ella en ese momento.
Iba a ser una despedida difícil, pero al menos sabía que había marcado su cuerpo un poquito, para él iba a ser una tortura, pero esperaba que ella se acordará mucho de él con ese beso, aunque él no tenía intención de besarla, no pudo evitarlo, el sentir su piel hizo que se sintiera más tranquilo, de alguna forma pensó que había una esperanza de poder conquistar su corazón, al menos la mecha de la pasión ardía entre ellos, y era algo mutuo, de eso estaba seguro.
Fue un viaje hasta el aeropuerto muy silencioso, cada uno enfrascado en sus pensamiento, Ryo no quiso decir nada que pudiera hacerla sentir mal, y Anna solo intentaba poner bajo control sus emociones, todo su cuerpo hervía, podía sentir el hormigueo en sus labios, parecía que la sensación la iba a acompañar durante horas, mirando por la ventana sin mirar realmente, intentando que su cuerpo dejara de sentir aquellas sensaciones que se despertaron sin quererlo, peleando consigo misma por dejar que aquello pasara.
Cuando llegaron al aeropuerto, ella quiso bajar corriendo, pero Ryo la paró, la sujeto del brazo, y eso hizo que lo mirara a los ojos.
- Anna cuidate mucho, no dejes que nadie te haga daño.- Era una suplica desde lo mas profundo de su ser- Y vuelve pronto, aquí también tienes mucho que hacer, cuidare lo que me has pedido.
- Siempre me cuido, y más en otro país. Gracias por cuidar lo que dejo aquí, volveré pronto, no quiero dejarte una carga que es mía.
- Me disculparía por nuestro beso, pero no sería sincero, pues no me arrepiento de haberte besado, espero que tu tampoco te arrepientas de ello.- Su tono era serio, se notaba que lo que decía era su sentimiento real.
- Ryo esto no es adecuado para ninguno de los dos y lo sabes.- Quiso decirle muchas más cosas, pero no pudo.
Solo salió del coche, cogió su maleta y entro en el aeropuerto, no miró atrás, no quiso ver la cara de lo quejaba en aquel coche, no quería mirar atrás ni siquiera en su pasado, había sido demasiado doloroso borrarlo de su vida.
Ryo la vió partir, impotente ante sus palabras, no podía disculparse por ese beso, fue un deseo de su ser hacerlo , como se iba a arrepentir de algo que su corazón quería, pero verla partir así.... No entendía porque ella pensaba que ellos no eran adecuados, quizás ella realmente tuviera a alguien mas en su corazón, pero ella había respondido a él con sinceridad y sentimiento, lo podía sentir... y eso no era mentira.
Estuvo parado allí durante diez minutos sin saber si ir tras ella, o dejarla irse, nunca se había enfrentado a una decisión así, el sabía mucho de economía, de fusión de empresas y de mercado de valores, pero de mujeres no sabía nada, nunca le había interesado ninguna realmente, si había salido con alguna durante su adolescencia, pero le resultaba aburrido y ahora tenía a la única que realmente había despertado su interés y parecía un negocio casi imposible de resolver...