Manuel dio otro paso y puso una de sus manos al lado del rostro de ella, apoyándose en la pared y dejándola sin salida, con una voz ronca y fría le dijo:
- ¿A qué le temes?
Lorena tragó saliva y su rostro palideció. Manuel volvió a hablar con el mismo tono:
- ¿Qué ocultas?
Lorena se sintió acorralada y giró la cabeza para evitar verlo a los ojos. Él notó su intento de huir y con su otra mano giró suavemente su rostro, obligándola a verlo a los ojos, vio que parecía asustada y sonrió fríamente mientras decía:
- ¿No vas a decir nada? ¿JB?
Lorena abrió los ojos con sorpresa y su cara palideció unos tonos más, ahora lo entendía, su conversación con KD había sido escuchada por ellos, buscaban explicación y no pararían hasta escucharla, intento hablar lo más claro posible pero su voz se escuchaba muy nerviosa:
- Puedo... puedo explicarlo.
- Apuesto a que si, te escucho - dijo Manuel alejando la mano del rostro de ella.
Cuando Lorena estaba a punto de hablar, una voz fría se escuchó desde la puerta:
- Manuel Narváez, ¿qué es lo que haces?
Quién habló era el Maestro Sebastián Narváez, quién fulminaba con la mirada a su hijo.
"¿Es enserio? ¿Por qué me pasa esto a mi" pensó Lorena, la situación empeoró muy rápidamente. Lorena analizó discretamente a todas las tres personas presentes, entonces se le ocurrió algo, halo el brazo de Manuel que aún estaba junto a su rostro, él perdió el equilibrio y termino acercándose a ella, él escuchó que le susurraba:
- Sigue la corriente si no quieres salir herido.
Después de eso, su cuerpo pareció ponerse débil y cayó como si estuviera perdiendo el conocimiento.
Manuel captó las intenciones de Lorena y agarró su frágil cuerpo antes de que cayera al suelo. Levantó a la chica en brazos y la acercó a la cama, tanto su padre como su hermana estaban estupefactos ante esta extraordinaria visión. Sebastián iba a preguntar algo pero la voz distante de Manuel se escuchó antes:
- Parece que su cuerpo es muy débil para soportar una mínima herida, deberíamos dejar que descanse hasta mañana antes de enviarla a su casa.
Carol miró estupefacta a la mujer desmayada, alcanzó a ver que ella le susurró algo a su hermano, pero no pensó que él le seguiría la corriente y mucho menos que ella fuera una actriz tan talentosa, Carol no sabía qué hacer, pero después de un rato decidió también seguir la corriente.
- Padre, tálves deberíamos ordenar que le suban la cena y dejarla descansar por esta noche, no se ve muy bien, está muy pálida y eso me preocupa.
Sebastián lo pensó un poco, después miró fríamente a Manuel mientras lo apuntaba con su severo dedo y decía:
- Tú la cuidarás hasta que se recupere, espero pueda confiar en ti.
Con estas palabras el Maestro Narváez salió de la habitación. Carol cerró la puerta y se apoyó en ella mientras suspiraba profundamente con alivio, puso el seguro y luego se sentó en el piso mientras miraba a su hermano, que estaba mirando a Johana.
Manuel acercó su mano al rostro de la chica, una delgada y blanca mano lo bloqueo bruscamente, Lorena abrió lentamente los ojos mientras decía con una voz amenazante:
- Ni siquiera lo pienses.
Manuel se alejó de ella mientras la miraba severamente sin decir nada.
Lorena ignoró su mirada y posó sus atigrados ojos en la pelirroja sentada en la puerta.
- Eres rápida para tomar acción, no tuve que siquiera decírtelo en palabras para que lo entendieras.
Carol miró alarmada a la mujer sentada en la cama y con una voz entrecortada preguntó:
- ¿Q-quién eres?
Lorena sonrió ampliamente, iba a responderle cuando de repente sonó su celular.
'Ring-ring-ring-ring'
Lorena agarró rápidamente el celular y contesto la llamada.
- ¿Bueno?
- Soy Liliana, ¿recuerdas que me pediste que te ayudara a investigar algo?
- Lo recuerdo Lili, ¿ya lo tienes?
- Si, ven al cuartel subterráneo de la compañía y te lo entregaré.
- ¿No puede ser por teléfono?
- Si quieres que La Demonio Sangrienta interfiera con tu celular te lo puedo decir ahora.
- Bien, llegó en media hora, estoy colgando.
Lorena colgó la llamada y se dispuso a irse pero Manuel la inmovilizó agarrando sus dos manos y empujándola de nuevo a la cama.
- ¿A donde crees que vas?
Lorena frunció el ceño y lo fulminó con la mirada, su rostro era extremadamente frío y lo que pensaba no se expresaba ni en sus ojos ni en su lenguaje corporal, esto intrigó profundamente a Lorena, de repente notó que esta actitud distante hacía ver al hombre extremadamente apuesto.
"¡¿Qué rayos estoy pensando?! ¡Despierta, no pierdas el control ahora!" Lorena se abofeteó internamente por perderse en esos hermosos ojos, jamás había sentido algo así hacia un hombre, su corazón empezó a latir desbocado y dejo de oponer resistencia al hombre que la estaba suprimiendo en la cama.
- Te lo explicaré, pero no aquí, alguien más podría escucharnos.
Manuel lo pensó un segundo antes de decir:
- Bien, ¿donde?
- En mi empresa, vamos - dijo Lorena levantándose con sus manos aún entre las de él.