# [Algunos se estarán preguntando de la procedencia de Miguel Botero, yo también me lo pregunto... Así que en este capítulo nos ahondaremos en su mente y recorreremos lo que recuerda de su vida, veremos si esto nos aclara las cosas. Obviamente lo que veremos aquí no lo sabrán los otros personajes, así que olvidense de que Marta lo vea, es un secreto hasta nueva orden... dicho esto comencemos.]
En un hospital sin nombre ni reconocimiento en un pueblo bastante pequeño, cercano a la gran ciudad de Landa, la capital del país, un joven de unos 17 años abrió lentamente sus ojos, estaba conectado a incontables vías intravenosas, todas en el momento en funcionamiento, las máquinas cerca de él registraban su presión arterial, su oxigenación y otras tantas informaciones que en el momento él no entendió. Le dolía fuertemente la cabeza y tenía la inevitable sensación de que había olvidado algo importante, una sensación de extenso vacío lo abrumo, esto, a medida que pasaba el tiempo, se convirtió en desespero, en ese momento intento gritar por ayuda, pero se dio cuenta de que no solo sentía un dolor punzante en su cabeza sino que también le dolía la garganta como si hubiera gritado mucho antes de despertar, se sintió aún más desesperado y empezó a mover sus manos buscando como sentarse erguidamente, su brusco movimiento arrancó una vía intravenosa provocándole un fuerte dolor que distorcionó su rostro en una mueca desfigurada, entonces paró sus movimientos para ver su mano que empezaba a sangrar levemente manchando las blancas sábanas de la camilla. Mientras él miraba la sangre caer por su mano, como si nunca hubiera visto algo así, un enfermera entró a la habitación, cuando vio lo que le pasaba al muchacho dijo alarmada:
- ¡Dios mío, niño que haces! - mientras ella volvía a colocar la intravenosa en su lugar grito - ¡Que alguien llame al doctor! ¡Doctor Zapata! ¡Doctor Zapata! ¡El paciente ha despertado!
Miguel no dijo nada, se sentía totalmente perdido, no sabía dónde estaba, ni cómo había llegado ahí, no recordaba nada de su familia ni de sí mismo, de hecho no recordaba nada de nada, lo único que llenaba su mente era su doloroso despertar, esto lo desesperó mucho.
Un hombre de mediana edad entró a la sala, sus acciones eran rápidas a pesar de la edad que aparentaba, él se dirigió al joven en la camilla y le preguntó:
- ¿Cuál es tu nombre?
Al ver que el joven no respondía, el doctor Zapata volvió a preguntar:
- ¿Cuál es tu nombre? ¿Sabes dónde estás?
- No... no recuerdo... mi nombre - respondió el paciente con una voz que se acercaba al susurro.
- ¿Quienes son tu familia? ¿lo recuerdas?
- No...
- ¿Sabes dónde naciste?
- No lo recuerdo...
El doctor Zapata le echo una mirada a las enfermeras y enfermeros presentes, después les dio una serie de órdenes que él joven paciente no entendió, luego se giró hacia él y le preguntó:
- ¿Qué es lo último que recuerdas?Lo último que te viene a la mente...
- El... el techo de... de este lugar... ¿Doctor, donde estoy?... ¿qué me sucedió?... ¿por qué estoy aquí?... me duele mucho la cabeza...
El médico pareció preocupado por lo que decía su paciente, para asegurarse volvió a preguntar:
- ¿Seguro que no recuerdas nada aparte de este hospital?
El joven paciente negó con la cabeza, no entendía muy bien lo que sucedía, repentinamente sintió un agudo dolor en sus piernas, volvió su mirada hacia sus piernas y se encontró con sus piernas, las dos, enyesadas...
#[Wow, que situación tan desesperante... Sé que esto aún deja muchos espacios vacíos, pero tranquilos, los llenaremos poco a poco.]