An Xiaxia seguía cantando y bailando cuando volteó y vio las tres figuras altas que estaban de pie en la entrada. ¡Era como si impidiesen que la luz entrara y lucían como dioses que habían descendido del paraíso!
Bang. An Xiaxia chocó con el mostrador. La expresión de su rostro casi podía describirse como terror.
«¡Dios mío! ¿Por qué se me hacen tan conocidas estas tres personas?», pensó.
—Sí, ¿puedo preguntar quiénes son...? —el Papá An lucía confundido.
Una mujer de pelo largo en un vestido rojo apareció desde atrás de esas tres personas. Usaba un par de lentes de sol enormes, estaba bien maquillada y tenía un aire fresco. Se acercó al Papá An y sonrió.
—Hola, yo fui quien alquiló el tercer piso hace unos días. Nos mudaremos de forma oficial hoy. Sr. An, sentémonos a hablar de los detalles, ¿le parece?
El Papá An ya sabía sobre el alquiler.
—Seguro, espere un segundo, por favor. Xiaxia, ofrécele un asiento a los invitados primero —dijo, con una sonrisa amistosa.
An Xiaxia miró embobada a los tres chicos en la puerta y soltó un:
—¿Qué hacen en mi casa?
Sheng Yize caminó hacia ella con una sonrisa encantadora.
—An Xiaxia, ¿no te dije? No te puedes esconder de mí—dijo.
An Xiaxia estaba en shock y, cuando al fin se dio cuenta de lo que ocurría, habló de mala gana.
—Por aquí, por favor.
Mientras Sheng Yize la siguió a un paso calmado, Chi Yuanfeng miró a He Jiayu sorprendido, bajó la voz y le preguntó:
—Hermano, ¿sabías desde el principio que nos mudaríamos aquí?
—No, solo lo adiviné—He Jiayu sonrió con amabilidad y respondió—. Hasta el momento, he tenido bastante suerte adivinando.
Los cuatro se sentaron en un sofá de tela. Luego, An Xiaxia les trajo el menú de bebidas y preguntó de mal humor:
—¿Qué les gustaría tomar?
Alguien rio disimuladamente lo que hizo que An Xiaxia se enojara. Sheng Yize la miró con tranquilidad y dijo:
—Las bebidas pueden esperar, pero, An Xiaxia, ¿estás segura de que no necesitas cambiarte de ropa?
An Xiaxia se miró apresuradamente y notó que seguía vistiendo su pijama, no se había lavado la cara y su pelo estaba hecho un lío. Por lo general, no era importante cuando estaba así y sola en casa, pero en este momento...
An Xiaxia se tapó el rostro, sintiéndose muy avergonzada, y corrió por las escaleras. Incluso se tropezó, pero se levantó raudamente. Su sombra al escapar era igual a un pequeño y tierno hamster.
Después de un rato, Kang Jian tomó el lugar de An Xiaxia y les llevó varias tazas de café. Fulminó con la mirada a Sheng Yize.
—¡No molestes a Xiaxia! —le advirtió.
Sheng Yize tomó un sorbo del café. Su postura era tan elegante que el carácter noble que emanaba podía hechizar a la gente.
—Ella me debe dinero, así que infórmate bien. Además, ni siquiera dijo algo ella misma. ¿Acaso no es ridículo que sigas defendiéndola?
Chi Yuanfeng sintió que sudaría frío al pensar «Rayos, ¿qué le paso al Hermano Yize? Hasta se está poniendo malicioso. Es algo extraño de ver».
«¿¡Qué clase de existencia aterradora es An Xiaxia!?», pensó.
Kang Jian apretó sus dientes, pero ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar, puesto que el Papá An ya había desocupado sus manos y había tomado asiento con ellos para hablar con la mujer acerca del alquiler.
La mujer se presentó brevemente.
—Hola, soy Lu Ke de Endless Night Entertainment. Como puede ver, estos tres son artistas de nuestra compañía. Decidimos alquilar su casa para que les sea más conveniente ir a la escuela. Transferí el alquiler a su cuenta bancaria... Sin embargo, necesitamos que firme un acuerdo de confidencialidad donde confirme que no revelará información acerca de ellos viviendo aquí.
El Papá An asintió con una sonrisa inofensiva.
—Entonces espero que nos llevemos bien. Mi nombre es An Liguo y tengo una hija y un hijo... Ah, ven aquí, Xiaxia, saluda —dijo.