Davi se quedó aturdida mientras se sentó en su cama. No esperaba que él le mostrara un gesto tan amable. Todo lo que sintió en ese momento fue un sentimiento lleno de calidez. Un sentimiento que la hizo apretar los puños inconscientemente. Un sentimiento que era nuevo y desconocido para ella.
Lo primero que hizo apenas Sei cerró la puerta, fue saltar de la cama y tomar su libreta. Sus ojos súbitamente brillaron de emoción. Pensó que finalmente estaba funcionando. Por fin, él había mostrado un buen progreso.
Al menos, le había dado una señal de que lo que estaba haciendo no era inútil ni era un intento en vano. Ese simple gesto que tuvo con ella fue como una vitamina mágica que incrementó su motivación hasta el nivel más alto.
Mientras examinaba su libreta, en lo único que podía pensar era que tenía que avanzar de inmediato mientras la fuerza seguía a su favor. Pero para su descontento, los pasos del 5 al 8 se supone que debían llevarse a cabo durante y después de la primera cita. Ya no eran apropiados para realizarlos. Pero para su buena suerte, el paso nueve parecía ser una buena opción.
"Paso 9: Prepárale un almuerzo o una merienda hecha en casa (cocínale)"
Davi recordó las sabias palabras de Hinari: Darle a alguien un regalo hecho por ti o comida hecha en casa hará que un hombre se sienta instantáneamente especial y eso será un gran paso.
También recordó un artículo que decía que la manera de ganarse el corazón de un hombre era a través de su estómago. ¡Esto de seguro es un buen truco para que un hombre se enamore de una mujer!
Bueno, ella definitivamente estaba de acuerdo con el sentimiento. La comida era una de las tentaciones más grandes que ningún humano podía resistir, ¿cierto?
Luego, levantó entusiasta el brazo y apretó con fuerza el puño como si levantara una espada junto con su caballería para guiarlos hacia la guerra.
—¡Muy bien! ¡Hagámoslo!
…
Zaki, ahora disfrazado del Sr. Chen, estaba tranquilo viendo a la linda criaturita pidiéndole información, en una forma que lo hizo sentir como si fuera la madre de Sei.
¿Qué imagen tiene esta chica de mí? ¿No me veo como un aterrador y varonil guardaespaldas? ¿En qué momento me convertí en una madre a sus ojos?
—Por favor, dígame, por favor. —La chica le suplicó, luciendo como una niña pequeña pidiéndole a su papá que le compre un dulce.
Ahora soy un papá, jaja, esto es increíble.
—¡Ejem! Señorita, ¿por qué no se lo preguntas directamente a él? —respondió finalmente.
—Lo hice, pero dijo: ninguna.
—Ohh... ya veo —Zaki esperaba que Sei le hubiera respondido eso, solo pudo darse una palmada en la cara mentalmente. Porque sabía que Sei era del tipo que comía únicamente para sobrevivir. Era una maldita piedra a quien no se le antojaba ningún tipo de comida. —Señorita, te sugiero que, en ese caso, le cocines tu comida favorita. Sei, el joven amo, no es exigente, pero tampoco tiene una opción especifica en cuanto a la comida. Esa es la razón por la que no tiene un plato favorito. No te preocupes, estoy seguro que le va a gustar lo que sea que le prepares.
—¿E-es así?
Davi no podía creer lo que acababa de escuchar. Estaba impactada al saber que Sei no era fan de la comida, hizo un puchero por la decepción. Para empezar, sabía que Sei no era un hombre fácil de complacer. Pero su sorpresa fue mayor porque hasta este camino majestuoso hacia el corazón parecía no tener poder en él.
—¡Ahh, esto es difícil! ¿Realmente no hay nada que a este hombre le guste? Se supone que la comida es mortal, ¿no?
Mientras tanto, Zaki en frente de ella, lucía entretenido mientras observaba las siempre cambiantes expresiones de Davi. Parecía que su barra de ciento veinte por ciento de energía acababa de recibir un daño de setenta y cinco por ciento apenas escuchó lo que él le dijo. Aun así, daba la impresión de que en su vocabulario no estaba la palabra: rendirse. Sus ojos seguían ardiendo, indicándole que, sin importar el resultado, lo iba a hacer de todas formas.
Esta chica... ¿Quién tendría la motivación de seguir en la batalla hasta el final sabiendo que la victoria ya estaba en manos de otros?
Zaki solo podía sonreír de forma traviesa y apoyarla.
Bien. La mujer perfecta para esa piedra tendría el ímpetu de una montaña de roca inamovible. Hmm, me pregunto, ¿quién ganará? ¿La piedra? O ¿la roca? Querido Zaki, ¿qué tal si hacemos una apuesta?