Asltaris y sus padres llegaron al patio trasero, cogió la espada de madera ancestral que recibió como regalo del duque hace ya varios años y se puso en guardia.
"-Mamá, te demostraré que no hay nada de lo que debas preocuparte-", dijo Astalris sonriendo.
Aeris se veía confundida, cogió su espada de madera y dijo, "-A ver, muéstrame los ejercicios básicos que te enseñe.-"
Su padre miraba atento al costado.
Asltaris se puso en posición y agitó rápidamente su espada.
Era un ejercicio básico de espadachín, no tenían más otra finalidad que la de forjar carácter ante la continua repetición y la de generar un poco de resistencia en alguien que recién esta ingresando al mundo de la espada.
Aeris miro complacida como su hijo realizaba el ejercicio, era prefecto no había ningún error en su postura, su tiempo de movimiento o su respiración.
Pero de repente Aeris notó algo extraño, en cada vez que Astalris agitaba verticalmente la espada realizando el ejercicio veía que algo borroso se movía con ella.
Primero pensó que tenía algo en el ojo pero al frotárselo y no notar nada empezó a prestar más atención.
La espalda de madera se movía verticalmente rápidamente pero Aeris noto algo raro. Usualmente al blandir una espada al aire a gran velocidad esta cortaba el viento y con la resistencia hacía un pequeño sonido.
Pero la espada de Astalris no emitía ruido alguno. Pasaba por el aire como si fuera una cuchara en una sopa, al pasar se movía y arrastraba un poco de lo de atrás.
Aeris quedó estupefacta nunca había escuchado de algo así. Inmediatamente casteo en sus ojos dos hechizos elficos, el primero le permitía ver a con exactitud lo más pequeños detalles de la espada y sus movimientos, como si de una lupa y una cámara lenta se tratasen. Y el segundo revelaba el mana y la fuerza ocultos en la técnica a sus ojos.
Fue entonces recién cuando Aeris vio como de perfecta en verdad era la realización del ejercicio por parte de su Hijo. Todo estaba sincronizado, no había errores, era perfecto. Ella sabía que no podría hacerlo igual que su hijo y estaba segura que ni siquiera un espadachín experto podría igualar a su hijo.
Krenalis no entendía mucho de espadas, el solo las fabricaba, pero podía ver en el rostro de su esposa que Astalris tenía talento.
-"Asta, prepárate tendremos un duelo de practica"-, dijo Aeris mientras se ponía en posición. No podía evitar intentar saber cuanto potencial y talento tenía su hijo en el arte de la espada.
Astalris se puso en posición y miro fijamente a su madre sonriendo.
Aeris primero sintió que los ojos de Astalris la miraban con emoción ante el duelo y demostrar sus habilidades, pero al mirarlo fijamente sintió que algo andaba mal. No era una mirada de emoción, era una mirada de compasión.
Aeris aún recordaba cuando hace varios meses había sido invitada a una prestigiosa escuela de la ciudad a dar una clase del arte de la espada y del arco. Todavía recordaba cuando uno de los niños había gritado a sus compañeros que el era el mejor espadachín del mundo y lo demostraría, retando a Aeris a un duelo. Obviamente Aeris no tomo en serio el duelo, lo aceptó y jugó un rato con el niño para luego continuar la clase.
La mirada que Aeris le dio a ese niño era la misma que Astalris le daba en este momento. Una mirada de compasión por alguien que cree que tiene oportunidad de vencer, la mirada de alguien más fuerte cuando juega con alguien débil.
Un leve sudor frió recorrió la espalda de Aeris, inmediatamente se de hizo de esos pensamientos, llamándolos ridículos y avanzo rápidamente, dirigiendo su espada de madera al hombro derecho de Astalris. Lo golpearía y Astalris soltaría la espada de dolor.
Pero para su sorpresa Astalris no se movió y cuando la espada estaba a punto de golpear el hombro de Astalris, su pequeña mano movió ligeramente su espada que rozo y desvió la dirección en la que la espada de Aeris se dirigía, mientras que al mismo momento elevaba la suya dirigiéndola al cuello de Aeris.
La batalla termino.
La espada de Astalris estaba a dos centímetros del cuello de Aeris quien estaba estupefacta.
La mandíbula de Krenalis también estaba en el piso del asombro.
"-Madre, nunca debes subestimar a un oponente, por más pequeño y débil que parezca", dijo sonriendo infantilmente.
Aeris se recuperó del shock y retrocedió inmediatamente, miró a su hijo y sintió que su hijo jugaba con ella. Como madre se sintió orgullosa del talento de su hijo pero a la vez sintió que debía darle una lección o su hijo crecería burlándose de los mayores.
Avanzó rápidamente y esta vez fue más precavida, apuntó al pecho de su hijo mientras prestaba atención a sus movimientos.
Pero Astalris fue más rápido, con un simple movimiento de su espada desvió nuevamente la espada de su madre y utilizo el apoyo en ella para saltar y profirió una patada a Aaeris en su estómago.
Aeris retrocedió unos cinco pasos del impactó y su cara volvió a llenarse de asombro.
"-¿Cómo tienes tanta fuerza?"-,exclamó asombrada.
Un niño de siete años no debería tener la fuerza para poder empujar a un adulto, menos a una guerrera avanzada cuyo físico había sido reforzado a través de entrenamiento y mana. Pero Astalris no era un niño normal, desde su nacimiento había estado fortaleciendo su cuerpo con mana con técnicas antiquísimas y se había estado entrenando en secreto. Su contextura física era similar a la de un guerrero nivel avanzado, no estaba en ninguna desventaja contra su madre, de hecho era mucho más fuerte que ella.
-"Madre, hace mucho tiempo que leí sobre técnicas de combate en la biblioteca y sobre mi fuerza, llevó entrenando mucho tiempo, solo que no me habeís visto hacerlo porque siempre estáis ocupados"-, dijo Astalris.
La excusa era pobre, pero debía dar alguna o sería muy extraño. Nunca nadie había escuchado de un niño de siete años con la fuerza y habilidad de un guerrero avanzado. Al menos no en la raza humana o elfica. Tampoco era que importase mucho, porque para quienes iba dirigida eran sus padres, ellos no intentaría ahondar o extraerle sus secretos ni lo delatarían o vendería alguien que estuviese interesado.
Ademas, la última parte de que siempre estaban ocupados, tenía una pizca de ataque emocional para ellos, con la finalidad de hacerlos sentir culpables y que ya no preguntase más. Porque en efecto, debido a sus trabajos pasaban poco tiempo en casa y Astalris pasaba gran parte de su tiempo solo leyendo en casa o en la biblioteca de la ciudad.
Aeris y Krenalis se miraron de manera culposa y con remordimiento. Pero luego Aeris frunció el ceño y miro a su hijo, "Asta, esta vez peleare en serio prepárate, muéstrame que en verdad puedes cuidarte solo".-