Vivian miró a Leonard, con los ojos muy abiertos mientras él tenía los ojos cerrados presionando sus suaves labios contra los de ella. La había cogido desprevenida cuando la sumergió en el pequeño espacio de la bañera, y con el simple toque de sus labios, perdió la capacidad de pensar en todo.
Mientras él se alejaba de sus labios y rostro, sus ojos se abrían lánguidamente para mirarla, dándole tiempo suficiente para procesar lo que acababa de pasar, Vivian se quedó congelada.
Para los dos que no habían besado a nadie antes, se miraban el uno al otro. Había sido demasiado tímida para exponerse a un mundo de deseos carnales y si había una ligera posibilidad de ello, Leonard había cerrado los ojos y los oídos, lejos de cualquier cosa que pudiera contaminarla.