La ira de Tianxin aumentaba con cada paso.
Cuando llegó al lobby, Mubai se había ido; ni siquiera su auto estaba ahí.
Sólo Chang An la esperaba en la entrada del hospital.
—¿Dónde está Mubai? —preguntó Tianxin al asistente.
Chang An respondió respetuosamente: —El Director Xi tenía que asistir a una importante reunión de negocios, por lo que tuvo que irse primero. Me dejó atrás para esperar a la señorita Chu. No se preocupe, señorita Chu, he llamado a un chofer, su auto llegará pronto.
—¿Se fue? —preguntó Tianxin, incrédula.
—Si —asintió Chang An.
La sonrisa que había preparado para Mubai desapareció instantáneamente.
Mubai no sólo renunció a su almuerzo, ¡además tuvo el corazón para dejarla sola en el hospital sin informarle de antemano!
Tianxin pretendía compartir con él el dolor que había sufrido en manos de Xinghe, ¡pero él la había dejado atrás!
Se preguntaba si ella siquiera tenía un lugar en su corazón.
¿No estaba, al menos, un poquito interesado en el acto de bondad que ella pretendía hacerle a Xinghe?
Tianxin apretaba los dientes porque su plan se había deshecho completamente. Ella volvió donde Xinghe para cumplir dos propósitos, uno era dejar la confianza de Xinghe por el suelo y el otro era para demostrarle a Mubai su gracia y su bondad.
Pero... Xinghe había probado ser más resiliente de lo que ella pensaba y ahora Mubai se había ido. Si ella no podía presumir de su gracia ante Mubai, entonces ¿cuál era el punto en haber vuelto a Xinghe? Aparte de eso, quería quejarse con él acerca de lo mal que Xinghe había tratado su bondad.
Basándose en la personalidad de Mumbai, si él supiera que ella mantenía este resentimiento sólo empeoraría su imagen ante sus ojos. A él no le gustaba la gente que se aferraba a antiguos agravios. Su única breve ventana para calumniar a Xinghe ante sus ojos, era ahora.
Por desgracia, el hombre ya se había ido. Ella no podía llamarlo sólo para quejarse acerca de Xinghe. No la ayudaría a cultivar una imagen positiva. Sin embargo, si perdía esta oportunidad, no podría tocar el tema nuevamente.
En otras palabras, su plan había fracasado completamente.
O había...
Miró de reojo a Chang An, que estaba a su lado, y sus ojos se inundaron de lágrimas.
Chang An se puso nervioso al verla llorar y dijo apresuradamente: —Señorita Chu, ¿qué le pasa? El Director Xi realmente no la dejó acá a propósito, él tenía algo importante que atender. Por favor, no esté triste...
Tianxin se limpió las lágrimas y forzó una sonrisa.
—Esto no tiene nada que ver con Mubai. Es todo mi culpa por olvidar cuán orgullosa puede ser Xinghe. Debería haber sabido que sería difícil para ella dejar su orgullo y aceptar mi dinero. Sólo puedo culparme a mi misma por ser muy insensible...
—Señorita Chu, ¿de qué está hablando? —preguntó Chang An.
—No es nada. Yo también tengo que alcanzar algo importante, gracias por esperarme, —dijo Tianxin antes de irse.
Recordó, a propósito, secarse las lágrimas que caían por su rostro.
Sin importar cuán fuerte la llamó Chang An, ella se aseguró de no darse vuelta.
Chang An la miró sin poder hacer nada, mientras ella tomaba un taxi y se iba. Él volvió para reportarle a Mubai.
Mubai realmente no tenía una reunión importante, aunque volvió a la oficina temprano. Estaba enloquecido con la conducta de Xinghe, así es que no había querido quedarse en el hospital.
Reclinado en su silla, desabotonó el primer botón de su camisa mientras sus pensamientos volvían al momento en que Xinghe rompió el cheque frente a sus ojos.
Un cheque por cien millones, y ella lo rompió sin siquiera pestañear.
¿Realmente ella era de principios o lo hizo para molestarlo?
Mubai sonrió mientras trataba de encontrar la respuesta.
En su opinión, Xinghe actuó muy tontamente. Actualmente, ella estaba en una posición que no le daba ninguna razón para aferrarse a sus ideales tan obstinadamente. ¿Eran su orgullo y sus principios tan importantes?