Pero la desvergonzada tuvo la audacia de reportarme a la policía, acusándome de haber tramado su asesinato años atrás.
Mandarlos a la calle fue ya amabilidad de mi parte.
Por supuesto, Wu Rong no dijo estas cosas en voz alta. Miró a Xinghe con desprecio. No estaba asustada en lo más mínimo, aunque sabía que Xinghe estaba ahí para causarle problemas.
Ella había heredado toda la fortuna familiar de la Familia Xia; ¿por qué iba a temerle a Xinghe?
Wu Rong dijo con desprecio: —Señora Chan, ¿se ha vuelto senil? ¿Por qué ha dejado entrar a una desconocida a la casa? Nuestra casa no es un centro juvenil; la entrada no está permitida a cualquiera.
La señora Chan respondió con una voz tan suave como la de un mosquito: —Pero señora, es la señorita Xia...
—Señora Chang, ¡usted realmente se ha vuelto senil! Esta casa sólo tiene una sola señorita y es Wushuang. ¿Usted cree que cualquier transeúnte puede ser una señorita?
La señora Chan fue intimidada al silencio.
Xinghe ni siquiera se encogió ante la agresión de Wu Rong.
Miró gélidamente a Wu Rong, como si la marcara para morir.
Wu Rong, bajando lentamente las escaleras, dirigió una mirada igualmente cortante a Xinghe.
—Xia Xinghe, ¿qué haces aquí? Saca tu trasero sucio de mi casa o haré que seguridad te saque.
Xinghe respondió: —¿Ah si? Me pregunto qué te dio el poder de echarme.
—¡Esta es mi casa! ¿No es eso razón suficiente? Lo diré una vez más, vete. Estás contaminando mi casa con tus gérmenes —profirió Wu Rong con vehemencia y rencor, con un giro en 180 grados de cómo era 6 años atrás.
Antes de que Xia Chengwen, el padre de Xinghe, muriera, Wu Rong había sido una madrastra cariñosa.
Por desgracia, todo lo amable que era ella entonces podría igualarse a cuán perversa fue después.
Xinghe se culpaba a sí misma por no haber visto a través de su actuación antes de que fuese demasiado tarde.
—¿Tu casa? —dijo Xinghe mientras se acercaba a ella, lanzando dagas con sus ojos.
—Wu Rong, ¿realmente piensas que no soy consciente de la verdad de la muerte de mi padre, de mi propio accidente automovilístico y de los engaños que has hecho en su testamento?
Ansiedad pasó temporalmente por el rostro de Wu Rong.
Fijó sus ojos en Xinghe y dijo lentamente: —Has recuperado tu memoria entonces.
—Así es, estoy de vuelta para cobrar lo que me debes.
Wu Rong se rió burlonamente. No le importaba si Xinghe había recuperado la memoria o no, la chica seguía siendo la misma don nadie.
—¿Te debo? Soy la esposa de tu padre, luego de su muerte, todo quedó naturalmente en mis manos, entonces, ¿qué te debo? ¿Quién eres tú para pedir su herencia?
Utilizando un vacío legal, Wu Rong no consideraba a Xinghe una amenaza a su derecho sobre los bienes de Chengwu.
—Xia Xinghe, incluso si te atreves a desafiarme en la corte, no tengo miedo. Pero tú deberías tenerlo, ¡porque voy a demandarte por difamación!
Cuando escuchó que Xinghe había ido a la policía a reportarla, Wu Rong había contactado a sus abogados para que hicieran un borrador del papeleo.
—Eres bienvenida a hacerlo, veremos quién gana y quién pierde —dijo Xinghe con un tono decidido.
Esto hizo que Wu Rong se pusiese en duda a sí misma, temerosa de que Xinghe sí tuviera cierta mugre en ella.
Sin embargo, rápidamente lanzó sus dudas fuera de su mente, después de todo, ella era muy inteligente para que la descarada tuviera algo contra ella.
—Tienes mi palabra. Te voy a mandar personalmente a la cárcel —escupió Wu Rong con crueldad.
Se dio vuelta y ordenó: —Señora Chan, ¡llame a seguridad para echarla!
La Señora Chan estaba aturdida.
Wu Rong le lanzó a la vieja sirvienta una mirada aguda como láser, añadiendo: —Que, ¿incluso tú te estás rebelando contra mí ahora?
—Por supuesto que no señora…
La señora Chan no tuvo otra opción que llamar a seguridad.