Luego de hacer la llamada telefónica, la señora Chan aconsejó a Xinghe amablemente:
—Señorita Xia, por favor, apúrese y váyase ahora. Seguridad estará pronto acá.
Una imperturbable Xinghe le sonrió de vuelta, pero no se movió.
Miró a Wu Rong y dijo con una sonrisa satisfecha: —Mejor si están acá, necesito su ayuda para echar fuera a la ocupante ilegal.
El rostro de Wu Rong se nubló.
—Xia Xinghe, ¿A quién estás llamando ocupante ilegal?
—A ti, tú misma sabes la respuesta.
Los ojos de Wu Ring temblaron por un momento.
Tuvo repentinamente un mal presentimiento, pero aún así se mantuvo firme.
¿Qué más podía hacer Xia Xinghe? La pequeña descarada podía tener algunos testimonios a su favor, pero definitivamente no tenía el dinero para respaldarlos.
Todo en la residencia de la Familia Xia le pertenecía, entonces, ¿cómo podía dañarla una pequeña niña?
Con estos pensamientos reconfortantes se recostó en el sofá con un aire relajado, esperando a que arribara seguridad.
Dos guardias entrenados llegaron pronto al lugar.
—Señora Xia, ¿nos llamó? —dijo uno de los hombres cortésmente.
Wu Rong le lanzó a Xinghe una mirada de disgusto, añadiendo: —Saquen a esta mujer de mi casa y prohíbanle que entra acá en el futuro. Asegúrense de que no la autoricen a entrar en mis terrenos nuevamente, ¿entendido?
Los de seguridad echaron una mirada a Xinghe y dijeron profesionalmente: —Señorita, por favor, síganos.
Xinghe preguntó calmadamente de vuelta: —¿La dueña tiene todo el derecho a echar a una persona sólo en base a que a ella no le gusta?
Los de seguridad asintieron, insensibles.
—Naturalmente. Esta es un área residencial exclusiva, no aceptamos alborotadores. Señorita, por favor, síganos tranquilamente, no nos lo haga más difícil.
–Perfecto, ayúdenme a echar a esta vieja bruja —ordenó Xinghe mientras apuntaba con su dedo a Wu Rong.
Wu Rong estaba impactada, como también lo estaban los dos hombres de seguridad.
Los dos hombres sonrieron a su absurda demanda, antes de reprender severamente a Xinghe.
—Señorita, no haga una escena acá, no beneficia a nadie, especialmente no a usted. La Señora Xia es la dueña oficial de la residencia, ella tiene el derecho de echarla y no al revés. ¡Así es que, por favor, venga con nosotros!
—Xia Xinghe, aunque sí creo que recuperaste tu memoria, creo que tienes que hacer que te revisen la cabeza —dijo Wu Rong mientras movía sus dedos en círculos al costado de su cabeza.
Ella pensaba que Xinghe se había vuelto loca.
La residencia era de ella, ¿cómo la descarada se atrevía a echarla?
Xinghe continuó fríamente.
—Ustedes dijeron que la residencia es de ella, pero ¿dónde está la evidencia? Mi padre me dio esta residencia, no tengo la menor idea desde cuando pasó a ser de esta vieja bruja. ¿Quieren que me vaya? Bien, pero déjenme ver el Certificado de Propiedad de la casa, ¡o me quedo!
Los hombres de seguridad estaban confundidos.
Xinghe les explicó calmadamente: —Parece que ustedes dos son nuevos por acá. Déjenme contarles, el dueño original de esta residencia fue mi padre. Esta vieja bruja solía ser mi madrastra.
Los hombres estaban impactados al saber que ellas solían ser familiares.
Wu Rong apretó los dientes con furia.
Xinghe continuó refiriéndose a ella como vieja bruja una y otra vez, ella estaba cercana a explotar.
Acallando su ira, respondió: —Xia Xinghe, podría pedirte lo mismo. Tu dijiste que la residencia es tuya, pero ¿dónde está la prueba?
Xinghe sonrió.
—Me alegro de que preguntaras. Ocurre que yo sí tengo el Certificado de Propiedad.
Wu Rong estaba levemente confundida y un destello de incertidumbre apareció en sus ojos. Sin embargo, en el fondo, ella creía que Xinghe estaba haciendo un montón de disparates.
Si ella realmente tenía el certificado, ¿por qué esperar hasta ahora?
En consecuencia, ella tenía que estar fingiendo.
—Bien, entonces muéstranos. Si no puedes mostrarlo, moveremos esta conversación a la estación de policía.