La fuerza de un Entrenador de Monstruos no era particularmente buena. Aunque se sabía que en etapas avanzadas los Familiares podían aumentar en gran forma las aptitudes de supervivencia de sus entrenadores, era tan sólo una mejora en una aptitud menor. Al final del día, cuando se presentaba la batalla, los entrenadores necesitaban de sus Familiares casi por completo.
La cantidad de Familiares con los que un entrenador podía establecer un Contrato de Sangre dependía de la fuerza de su alma; conforme un Familiar se volvía más poderoso, el entrenador se nutría de eso también, lo cual le daba mayor fuerza y le permitía establecer más contratos. Es decir, todo era relativo. Establecer contratos de sangre significaba un gasto de la energía del alma y aunque había "sangre" en estos contratos, era sólo un medio. Lo que realmente unía al monstruo con su entrenador era el alma.
Esta unión funcionaba de los dos lados: si el entrenador usaba métodos violentos o crueles para controlar a un Familiar, este pondría resistencia constantemente, lo cual generaría más carga en el alma del entrenador. Si la cantidad de Familiares que se resistía al control aumentaba demasiado, las consecuencias podían ser fatales.
Quizás podría tomar unos cuantos Familiares de rango bajo e ir aumentando su nivel gradualmente, pensó Gao Peng de pronto, ya que era un modo de explotar su habilidad.
No, no podría. Resultaría muy obvio. Rápidamente, se sacó la idea de la mente; no podía hacer eso, al menos por el momento. Criar Familiares requería de una enorme cantidad de recursos que no tenía y tampoco tenía pensado exponerse así para lograr entrar a grupos u organizaciones poderosas. Si lo hacía, podían terminar usándolo como máquina para criar monstruos.
—¿Ya están todos? Tutor de clase, haga el favor de tomar asistencia —ordenó la profesora Murong Qiuye al tutor, Tan Qianjin, mientras subía al autobús.
El tutor era también un hombre bajito y rechoncho, al que se le marcaban hoyuelos cuando sonreía. Tenía una personalidad alegre, sacaba buenas notas y se llevaba bien con todos. No le tomó mucho tiempo que lo eligieran como tutor.
—Señora Murong, ya están todos aquí. Puse una tilde en el registro de clase cada vez que alguien subió—dijo Tan Qianjin con una sonrisa, mientras le daba el registro a la profesora.
Ella asintió, se tomó del barandal y sacó la cabeza por la ventanilla. Luego, gritó:
—¡Señor director, los estudiantes de nuestra clase ya están completos! ¡Podemos irnos!
Asintió nuevamente después de un rato y se sentó en el lugar del conductor. Sentado en primera fila, Tan Qianjin quedaba boquiabierto ante la destreza de su profesora al ajustar los motores, pisar el acelerador y arrancar el autobús con soltura. Los viejos caños de escape dieron un rugido, para después avanzar con la fuerza de una bestia metálica.
Dos autos los seguían de cerca, eran azules casi en su totalidad, excepto por el escudo blanco dibujado en las puertas, donde se leía "Compañía de Seguridad BlueShield". Viajaron a alta velocidad y, en unos cuantos minutos, estuvieron a la orilla de un lago en las afueras de la ciudad.
—Jóvenes, hemos llegado. Por favor, bajen.
Las puertas del frente y las traseras se abrieron a la vez con un sonido suave, dejando que los rayos solares brillaran al reflejarse en ellas.
—¡Esto es tan emocionante! Así es que, de esta forma, se ven las afueras —comentó uno de los chicos gordos de la clase.
Era uno de esos niños que parecía tener problemas para saber cómo comportarse en ciertas situaciones. Se frotó las manos y continuó:
—¡Esto es demasiado… Demasiado excitante!
En ese momento, una chica con cola de caballo y lentes lo golpeó en la cabeza con expresión vacía.
—Li Zipang, por favor, no exageres —ordenó la niña.
A lo cual él respondió, enojado:
—Li Hongdou, ¡no seas irrespetuosa! Si no fuera porque eres mi hermana mayor, yo jamás…
La mirada helada de su hermana paralizó a Li Zigong.
— ...Yo jamás me atrevería a levantarte la voz.
Mientras Gao Peng trataba de bajar a Da ZI del autobús, las antenas del monstruo se movían ansiosamente; sentía miedo de entrar a un ambiente extraño. Finalmente, logró arrastrarlo afuera. Da Zi daba vueltas en círculos a su alrededor, intentaba treparse a él, a lo cual Peng se negó fríamente. Jamás lo había visto tan nervioso, por lo que no pudo evitar reírse de él.
De pronto, un potente rugido explotó en el oído de Gao Peng, haciéndole casi perder la audición, lo cual enojó terriblemente a Da ZI. El cuerpo del Ciempiés de Lomo Violeta se tensó y arqueó, como haciendo una reverencia.
Dejó una profunda marca al morder al Furioso Kong Negro en el muslo, fue un movimiento veloz, apenas perceptible, como el que deja una libélula tras posarse en el agua. El Kong frunció el ceño, casi como un hombre, se sostuvo el muslo y comenzó a aullar, adolorido.
Su dueño, quien estaba parado junto a él y en un principio se burlaba de la mala suerte de Gao Peng, tornó la sonrisa en una mirada de rabia al percatarse de que habían mordido a su Familiar. Cuando estaba a punto de tomar cartas en el asunto escuchó la voz de la señora Murong, que lo regañaba:
—¿Qué hacen ustedes dos? No crean que no me di cuenta de lo que pasó. Han Lanyu, tienes un Familiar, por lo tanto, eres un Entrenador de Monstruos. Es tu responsabilidad controlarlo de forma correcta para que no asuste a los demás. Gao Peng, tú también hazte cargo del tuyo, no puede andar mordiendo por ahí.
Si bien la reprimenda había sido a ambos, era evidente que Murong fue más suave con Gao Peng, posiblemente por sus buenas notas.
Hai Lanyu dio una fuerte llamada de atención al Kong Negro, cuya respuesta fue una profunda mirada llena de resentimiento, como diciendo: fuiste tú el que me mandó a asustar a ese sujeto, pero finalmente te arrepentiste después de que ese ciempiés me mordiera, ¿qué clase de dueño eres?, mientras seguía saltando y dando alaridos.
Esa clase de monstruo tenía una inteligencia equivalente a la de un niño de ocho o nueve años y un rostro que expresaba claramente sus emociones. En ese momento, parecía contrariado y tenía el ceño fruncido, claramente no se sentía bien.
Gao Peng lo miró con detenimiento y en la tabla de estadísticas notó que la Condición cambió de Saludable (frustrado), a "Medianamente herido (deprimido) - Envenenado. La última palabra brillaba con una luz roja que se iba haciendo cada vez más débil. A su vez, pasó de medianamente herido a heridas mínimas.
…
¿Es esto un Liríope Carmesí? Por lo que tengo entendido, evolucionó del liríope enano durante el cataclismo. Ya desde antes, tenía propiedades medicinales para tratar catarros y aliviar los pulmones. La versión evolucionada sirve para curar heridas internas, especialmente cuando se dañan los órganos. Administrar un poco de su raíz repone la sangre y ayuda a curar tales heridas, meditaba Gao Peng, mientras observaba en cuclillas a la planta junto a su pierna.
El liríope enano, también llamado Yanjiecao, era muy común antes del cataclismo. Se lo podía encontrar en las calles, en canteros a la vera del camino; si veías una planta que parecía cebollín de lejos, era un liríope.
Toda la información necesaria sobre ella se encontraba en la "Botánica de Plantas Mutantes, Nueva Edición", que era de lectura obligatoria para todos los estudiantes de bachillerato. No importaba la era, el conocimiento siempre sería la primer fuerza productiva del mundo, hasta en el loco mundo actual la sabiduría y la ciencia habían logrado mantenerse a la cabeza.
La tecnología no era lo mismo que la ciencia, era gracias a esta última que existían los avances tecnológicos. La ciencia era un método para poner en práctica el saber, para buscar y recolectar información, y así mejorar la efectividad del propio conocimiento. Era algo que nunca se quedaba atrás.