—¿Dónde está tu Furioso Kong Negro? —preguntó la profesora mientras fruncía el ceño.
No solía hacerse responsable por la seguridad de los monstruos, pero el llanto desconsolado de Hai Lanyu la conmovió profundamente.
—Ahí—señaló uno de los guardias de Escudo Azul, apuntando hacia una arboleda detrás de ellos.
Las lágrimas seguían corriendo por la cara del chico, miró con sorpresa hacia donde apuntaba el hombre que había surgido de la nada.
—¿Cómo lo sabe?
—Porque estaba parado a unos cien metros detrás de ti —aclaró, con una sonrisa.
—¡¿Entonces por qué no me lo trajiste de regreso?! —gritó Han Lanyu, al que se le veían las venas del enojo.
El guardia puso un dedo sobre los labios del estudiante:
—Hush —susurró.
El joven sintió un escalofrío que le recorría todo el cuerpo y agachó la cabeza, mientras una sombra lo envolvía silenciosamente. Sus compañeros comenzaron a gritar desesperados, por lo que él dio media vuelta, casi chocando contra algo. Cuando levantó la vista, el corazón le dio un brinco.
Un insecto feroz pestañeaba con ojos inertess mientras lo miraba, semejante a la forma en la cual un asesino mira a su presa. Tenía pelos retorciéndose en su boca y afilados dientes brillantes. Se inclinó hacia adelante, con patas similares a guillotinas. Parecía la estatua más solitaria y horrorosa del mundo.
—Mi bebé se pone furioso cuando me gritan —musitó sonriendo el guardia de seguridad.
Pero, para Han Lanyu, fue una sonrisa diabólica.
—¡Señor, deje de asustar a mis estudiantes! —rugió Murong Qiuye.
Cual leona protegiendo a sus cachorros, la profesora arrastró al alumno para ponerlo a sus espaldas y bloquearlo de la amenaza.
—Disculpe, no era mi intención espantar al jovencito. Además, él me levantó la voz primero. Por eso salió mi mascota a defenderme.
El hombre llamó a su Mantis del Diablo. La mole de más de dos metros miró a Murong Qiuye; su cabeza giró 180 grados, las patas apenas se le movieron. Se transformó en una sombra y se esfumó.
—Esto debería ser suficiente para probarle que no pienso dañarlos —dijo el guardia abriendo los brazos y dirigiendo la vista hacia el chico.
—Solo quiero que sepas que es nuestro trabajo protegerlos a ustedes, no a sus Familiares. Ya eres mayor de edad, así que tú debes hacerte cargo. No somos tus padres.
Después de decir todo eso, se dio media vuelta y se fue.
Han Lanyu hervía de furia, apretaba las manos en un puño, le temblaba todo el cuerpo, sus dientes rechinaban. Pero no explotó.
Murong Qiuye suspiró. Quería calmarlo, pero no sabía cómo. Entendía que estaban en una edad muy complicada para la autoestima. Ella llevaba muchos años siendo profesora, lo era desde antes del cataclismo, ya protegía a los alumnos por costumbre.
Aunque para la ley estos chicos eran considerados mayores de edad, a sus ojos seguían siendo unos niños.
—Encontrémoslo —dijo, mientras llamaba a su Familiar y se encaminaba hacia donde el Kong había desaparecido.
Muchos de los estudiantes dudaron en un principio, pero, al final, la siguieron junto con sus Familiares.
Hai Lanyu suspiró aliviado y se tranquilizó un poco. No había de qué preocuparse, con tanta gente ayudándolo en la búsqueda. Gao Peng también se fue, aunque las mascotas que llevaban los otros alumnos no lo hacían sentir muy seguro.
El hecho de que estos Familiares no hubieran visto una gota de sangre en sus vidas era equivalente a la diferencia que hay entre un cerdo doméstico y uno salvaje: aunque los cerdos domésticos eran más grandes que los jabalíes, cualquiera de los primeros hubiera salido despavorido ante el ataque del jabalí.
Lo que le daba un poco de esperanza eran las Mantis del Diablo, que se ocultaban como sombras entre las ramas de los árboles. Una se posó por varios segundos en una rama, luego, se balanceó y desapareció en el aire. Al siguiente segundo, reapareció en la rama de al lado. Ni siquiera el Pájaro de Alas Plateadas de la profesora estaba a salvo si se enfrentaba a una mantis. Eligió una al azar.
Nombre del monstruo: Mantis del Diablo.
Nivel: 15 (Elite).
Grado: Excelencia.
Atributo: Madera.
Condición: Saludable (tranquilo).
Debilidad: Fuego.
Se trataba de la clase de monstruo más fuerte que Gao Peng había conocido hasta ahora: tenía grado Excelencia y nivel Elite. Cada agente de seguridad de Escudo Azul estaba equipado con una de estas y, entre ellas, había dos o tres diferencias con leves distinciones en cuanto a competencia. Con un equipo así sólo podrían estar en peligro si aparecieran monstruos Líder.
Buscaron en la dirección en la cual creían que había desaparecido el Furioso Kong Negro. Si bien la montaña detrás del lago no era muy grande, sí tenía un bosque muy frondoso.
No les tomó mucho tiempo hallar el rastro: había dejado un charco de sangre rodeado por un viscoso líquido amarillo.
—Tiene que estar cerca de aquí—opinó Murong Qiuye tranquilamente.
—Tengan cuidado, mis niños. No se vayan muy lejos y no se dispersen.
Los agentes ordenaron a las mantis que también cuidaran a los estudiantes.
Un sujeto vestido de capitán miró atentamente en su dirección. Parece tener el estilo de esa cosa, pensó. Al llegar a esta conclusión se relajó, pues no había por qué preocuparse. Si se trataba de esa cosa, no era una amenaza y estaba todo bajo control. En cuanto a los jóvenes, es posible que pasen una noche llena de pesadillas. La sangre parece ir en esta dirección.
La profesora bajó la vista para buscar manchas de sangre. Había gotas de sangre en todas las hojas secas, hasta llegar a una roca un poco alejada.
—Bell Sparrow, revisa esa roca, ¿representa algún peligro? —preguntó.
Volando bajo entre los árboles, el Pájaro de Alas Plateadas graznó y bajóágilmente. Mientras descendía sus alas plateadas, cortaban las ramas como dos cuchillos filosos. Finalmente, aterrizó en un tronco detrás de la piedra, con los ojos brillando fríamente. Miró hacia la base de la roca y dio un estridente graznido.
En ese instante, el llanto de un bebé comenzó a escucharse. Venía de debajo de la roca.