Mientras tosía, Ning Xi miraba molesta a Lu Tingxiao. Como si él fuese un gran bastardo.
La mirada tierna de Ning Xi lo hizo reír, se percibía la gracia en sus ojos. Apagó el cigarrillo y soltó todo el humo antes de girar la cabeza y acercarse de nuevo para cubrir sus labios. El primer instinto de Ning Xi fue escapar, pero una mano en la cintura la mantuvo quieta. Escuchó esa voz grave y áspera de nuevo:
—Lo haré despacio esta vez.
Y entonces antes de que se de cuenta, sus sentidos desbordaban debido a los feroces y casi violentos besos con sabor a tabaco. Lu Tingxiao besó a Ning Xi hasta que ella quedó totalmente confundida y mareada, como si estuviera flotando en una nube. De lo único que aún era suficientemente consciente era que este hombre podía llegar a ser más peligroso que los cigarrillos.
Con un movimiento seco Lu Tingxiao bajó el respaldo del asiento, y arrojó su cuerpo ardiente por encima del de Ning Xi.