Sólo después de haberse tranquilizado, Ning Xi se dio cuenta que estuvo llorando en los brazos de Lu Tingxiao por casi media hora.
Maldición... ¿Qué rayos...?
Excepto cuando había sido necesario para la actuación, habían pasado cinco años desde la última vez que había llorado.
—Lo siento, ensucié tu ropa…—dijo, muy avergonzada al ver lo que le hizo a la camisa de Lu Tingxiao con sus lágrimas.
—Fue un honor para mi camisa —respondió Lu Tingxiao con una pequeña sonrisa.
Ning Xi estaba sorprendida por esas palabras. Su corazón se volvió loco. Siempre pensó que Lu Tingxiao era la clase de genio con un alto coeficiente intelectual pero un bajo coeficiente emocional. ¡Jamás pensó que el gran rey demonio podía seducir con tanta fluidez!
Estaba celosa. ¡El era mejor que ella seduciendo!
Con naturalidad Lu Tingxiao le arregló el cabello y le dijo:
—¿Qué harás a continuación? ¿Buscar un gran muslo?
Ning Xi parpadeó sin entender.