O quizás no es que haya cambiado, sino que escondía muy bien quien era. Por ese motivo nunca podía realmente conocerlo.
Ning Xi notó manchas de sangre en las manos de Lu Tingxiao, y preguntó sin pensar:
—¿Lu… Lu Tingxiao que le pasó en la mano?
Lu Tingxiao miró las delicadas y pequeñas marcas de dientes, luego la miró con una sonrisa y dijo:
—¿Tú que crees?
—Bueno… Estas marcas se ven familiares…—dijo Ning Xi y tragó su saliva.
—Buen ojo —dijo Lu Tingxiao felicitándola y mirándola con reconocimiento.
—Gracias —dijo Ning Xi sonriendo con vergüenza, y luego preguntó con más cuidado —¿Fui yo?
—¿Crees que estoy tratando de inculparte? Puedes darle otro mordisco y comparar si se ven iguales —sugirió Lu Tingxiao mientras le mostraba su mano.
Ning Xi sacudió la cabeza con vergüenza.