El fuego en la chimenea ardía brillantemente, ahuyentando el frío que entraba por la puerta y las ventanas. Encima de la chimenea colgaba una enorme cabeza de venado con cuernos, y bajo las sombras, los cuernos parecían enormes garras.
Enfrente había una larga mesa de madera de color rojo oscuro, llena de rollos de pergamino y libros, en su mayoría órdenes ejecutivas esperando ser firmadas. Roland generalmente venía aquí para tratar asuntos oficiales; después de convertir el tercer nivel del castillo en una oficina, gradualmente comenzó a gustarle el lugar.
A través de la ventana francesa detrás de él, podía ver la ciudad extendiéndose hacia interminables montañas. La montaña pasaba a través de los continentes de la Cordillera Intransitable, dividiendo el Reino de Castillogris y Lugares Salvajes en este y oeste. Y la Ladera Norte de la Montaña era sólo una rama de la Cordillera Intransitable.
Al pie, se podía ver el jardín rodeado por la valla de madera. El cobertizo de madera construido para el entrenamiento de Anna había sido eliminado, y la piscina de ladrillo se convirtió en una larga mesa para el té de la tarde. Cuando hacía buen tiempo, él también bajaba a tomar el sol o se acostaba en una mecedora especialmente diseñada para tomar una siesta.
Aunque el castillo no era grande, todavía se consideraba una villa con un jardín independiente. En su vida anterior, hubiera sido casi imposible tener un verdadero castillo de piedra. Tendría que pagar boletos sólo para visitar uno. Pero ahora, él no sólo era dueño del castillo, sino también del pueblo.
—Su Alteza, recientemente ha tenido muchos gastos al reclutar a los artesanos y los trabajadores manuales. Si continuamos con ese gasto, no podremos durar hasta la próxima primavera —declaró Barov, sosteniendo una pila de pergaminos mientras informaba sobre la situación financiera reciente a Roland.
Los ingresos y gastos originales de Ciudad Fronteriza eran muy simples. Una línea eran minerales en el comercio de piedras preciosas. Esta línea fue monopolizada por Fuerte Largacanción, convirtiendo la producción de la Mina de la Ladera Norte en trigo o pan, sin impuestos en el medio, y el Fuerte envió personas para organizar el intercambio de recursos. Como dice el refrán, los nobles estacionados en Ciudad Fronteriza pueden ser vistos como reguladores de los accionistas, y sus feudos se encuentran principalmente en el este del Fuerte, donde sólo son temporales y se envían personas diferentes cada año.
De hecho, la historia de Ciudad Fronteriza era de menos de tres décadas de antigüedad. Comparado con los casi doscientos años de Fuerte Largacanción, era un mero bebé recién nacido.
Originalmente el Duque de Ryan iba a construir un puesto de avanzada aquí, como para ser la primera alarma en caso de invasión de bestias demoníacas, pero no esperaba descubrir una gran cantidad de recursos minerales en la Ladera Norte de la Montaña después de la recuperación de tierras. Así que decidió establecer la ciudad aquí, y la llamó Ciudad Fronteriza. En cierto sentido, la ciudad fue creada por la Ladera Norte de la Montaña.
Para evitar robos y encubrimientos, el duque no empleó a los nobles, sino que empleó a residentes locales, refugiados e incluso criminales para servir como mineros. La producción de mineral se distribuyó de manera uniforme según los recursos asignados por los inversores. Fuerte Largacanción solo necesitaba proporcionar a los empleadores un año completo de granos y una pequeña comisión, que era una cantidad fija, independientemente de la producción de la mina. Ciudad Fronteriza tenía más de dos mil residentes y la mitad de ellos trabajaba para el área minera.
El resto fue a las otras industrias de la ciudad, como tiendas de herrería, bares, textiles, etc. El magro impuesto de Ciudad Fronteriza provenía principalmente de esto, y no quedaba mucho para fin de año. El lord anterior no tomó en serio esta tierra dura, y después de que Roland fue enviado por el Reino de Castillogris, simplemente se quedó en Fuerte Largacanción y no regresó.
Por lo tanto, Roland solo podía pagarle a la gente para reparar el muro con su propio dinero. Si era el príncipe Roland anterior, esto hubiera estado fuera de discusión, pero para Roland, mientras pudiera estabilizar a Ciudad Fronteriza, no le importaría invertir toda su propiedad. De todos modos, en el futuro, el comercio de mineral ya no se intercambiaría con alimentos. Si usaba dinero, entonces su inversión sería solo un pequeño precio a pagar.
El único problema era que Fuerte Largacanción no estaba dispuesto a renunciar al monopolio, y continuó el comercio normal con Ciudad Fronteriza; esto fue como arrebatar comida de las mandíbulas del tigre, pero los datos de Barov mostraban obstáculos de mano de obra ineficiente y transporte.
La producción de valor anual del mineral no era más que mil piezas de reales de oro. Comparado con todos los ingresos de Fuerte Largacanción, no era más que una gota en el océano. La única pérdida fue la de los nobles.
Para el desarrollo a largo plazo de Ciudad Fronteriza, esta línea tuvo que ser recuperada. Roland sabía muy bien que, incluso si su inversión ya estaba recuperada por completo diez años atrás, los nobles no lo soltarían fácilmente. Incluso si se trataba de un pequeño trozo de carne, era un ingreso pasivo sin hacer nada. Estaba dispuesto a dar a los inversores anteriores una cierta cantidad de concesiones y compensaciones, como la compra a mitad de precio y similares. Pero arrastrar un barco de mineral a cambio de sólo medio barco de alimento, era algo que no permitiría que vuelva a suceder.
Mientras Roland miraba la lista, Barov también lo miraba atentamente.
Durante estos tres meses, para ser exactos, en el último mes, el príncipe Roland sufrió algunos cambios indescriptibles. Los forasteros podrían no darse cuenta, pero él estaba con el príncipe todos los días, y los cambios no escapaban de sus ojos.
En el Reino de Castillogris, ya se había oído hablar de la notoriedad del Príncipe Roland Wimbledon. Hacía lo que quería, despreocupadamente y sin preocuparse por los modales nobles. En resumen, no había cometido graves errores, pero había cometido numerosos errores menores y fue mucho peor que sus dos hermanos.
Cuando Barov fue enviado por Su Majestad para ir allí, estuvo muy decepcionado. Si no fuera por el hecho de que Su Majestad prometió nombrarlo como el Tesorero oficial después de que las luchas del trono terminaran, él habría renunciado hace siglos.
En los primeros dos meses en Ciudad Fronteriza, el príncipe Roland mostró su habitual comportamiento infantil y ofendió a casi todos los nobles locales. Afortunadamente, la ciudad era muy pequeña, incluso si todo el personal administrativo se ausentaba, él podría llenar fácilmente sus puestos con la docena de personales civiles que trajo.
Y luego, las cosas comenzaron a cambiar.
¿Cuándo comenzó el cambio? Pensó.
Probablemente... después de que salvó a la bruja.
Barov había considerado que Roland estaba poseído por el Diablo, o tal vez estaba controlado por otra bruja, pero era una pequeña posibilidad. Si los demonios y las brujas tuvieran semejante habilidad, ¿buscarían al príncipe Roland? ¿No tendría más sentido controlar a Su Majestad o al Papa? Lo que disipó aún más sus sospechas fue el hecho de que vio al príncipe sostener el Medallón de la Retribución de Dios.
Este era el arma de la iglesia para lidiar con las brujas. Cualquier demonio colapsaría frente al Medallón de Retribución de Dios. Sin embargo, Roland lo sostuvo directamente. En otras palabras, si él no era el príncipe Roland sino un demonio que ni siquiera temía al poder divino, ¿sería necesario exponerlo? Salvar su propia vida era más importante.
El príncipe continuó con su comportamiento llamativo, pero dejó una impresión diferente en Barov.
No, pensó Barov.
Los dos tenían comportamientos claramente opuestos.
La mayor diferencia era el motivo. Podía sentir que Roland estaba planeando algo, y para lograr su propósito tuvo que usar algunos medios inexplicables. Al igual que Roland, trató de persuadirse a sí mismo para salvar a una bruja, el plan podría no estar completo y tener lagunas, pero el príncipe estaba avanzando hacia sus metas y confiaba en los resultados.
Esa fue la cosa más desconcertante. El trono podría ser tomado por cualquiera de los hermanos de Roland, pero definitivamente no por él, él habría sido claro acerca de este hecho. ¿Hablar de desarrollar este pequeño lugar, Ciudad Fronteriza? ¡Ni los dioses podrían hacerlo! ¿Qué locura planeaba Roland, tratando de desarrollar Ciudad Fronteriza para tener más éxito que Valencia? ¿Incluso convenciéndose a sí mismo de que funcionaría?
Si fuera solo una fantasía loca, estaría bien, pero la construcción del muro de Roland demostró lo contrario. Realmente tenía la intención de quedarse allí, confiando en un tipo de producto de alquimia, el cemento, para construir una pared que era imposible de completar.
La familia de Barov tenía un alquimista, pero nunca había oído hablar de alquimistas que crearan tal cosa. El construir un muro basado en lo que nunca se había visto, ¿era autoconfianza o imaginación? ¿Qué más estaba ocultando el príncipe Roland?
Barov se encontró a sí mismo empezando a tener un leve interés en el futuro.