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Chapter 30 - Nieve

Año 9987, Día 1 del Mes de la Nieve.

"Whoa." – exclamaba Luciel mientras veía la nieve descender hasta caer al suelo.

Era el primer día de la temporada de invierno, pero ya empezaba a nevar. Tal y como su nombre lo indicaba, en el mes de la Nieve era cuando más nevaba en todo Skypea.

Era un mes en donde muchas personas se resfriaban, aunque esta vez, para los ciudadanos del Pueblo de Esperanza no había mucho problema, gracias a la aparición del doctor Aris que llegó al pueblo hace unos días.

Aunque claro, gracias a que era la temporada de invierno, el doctor estaría más ocupado, tratando de curar a las decenas de pacientes que comenzarían a recibir.

Tanto era así, que en pocas horas de este día él ya había recibido a tres niños que comenzaban a mostrar signos de resfriado.

En el continente de Skypea, al año, cientos de miles de personas morían en estos meses al enfermarse, había peores enfermedades, pero ninguna ocurría cada año como los resfriados, en donde eran los jóvenes las principales víctimas.

"Luciel, no me digas que también estas enfermo tú." – dijo el doctor Aris al ver entrar a su clínica al joven Luciel.

"No, claro que no."

"¿Te volvieron a golpear?"

"No."

"Entonces, ¿Qué haces aquí?"

"Don Armando me pidió a ver sí poseía remedios para el resfriado, y sí tenéis, comprarlos."

"Bueno, tengo pastillas, y jarabes, pero ¿Está enfermo él?"

"No, pero los quiere para prevenir sí alguien se enferma tratarlo de inmediato."

"Hm… entiendo, es inteligente eso, aunque no sé sí esta bien, cada persona se enferma de maneras diferentes, algunos necesitan más tratamiento mientras que otros con un buen reposo se curan en el día siguiente."

"Whoa." – volvió a exclamar Luciel que veía la nieve caer.

"Hermoso." – dijo la Asistente del doctor. Su asistente era una mujer que al igual que el doctor ocultaba su rostro con una máscara, su nombre era Liz, y era una persona que hablaba poco, pues siempre que Luciel viene a visitar al doctor, han sido muy pocas las veces que él ha escuchado su voz.

"Sí." – dijo Luciel.

"¿Te encanta la nieve?" – preguntó el doctor.

"Sí, este día ha sido la primera vez que veo nieve, nunca creí que sería algo bello de ver." – dijo el joven.

"Bueno, en este mes todos los días nevara, así que, ya veras que pronto te vas a hartar de la nieve, sin mencionar que podrías enfermarte."

"Ja, no sé sí eso vaya a pasar."

"Creedme, yo pase por la misma etapa."

"Y, ¿La señorita Liz?"

"Bueno, ella siempre ha amado la naturaleza."

"Eso es bueno."

"Así es." – dijo el doctor que ya había preparado lo que Don Armando pedía.

"Esto es para cuando empiece a toser, y esto es para la fiebre." – dijo el doctor señalando un jarabe y unas pastillas. – "Sí tiene dificultades para respirar o no se mejora en cinco días, traerme al paciente de inmediato."

"Okay."

"Bien, y procura no enfermarte, no se sí tu cuerpo aguante la enfermedad."

"Vamos, no creo que un simple resfriado me mate." – dijo Luciel.

Pero el doctor Aris solo se quedó callado, y al no poder ver su rostro, Luciel no sabía sí le miraba seria o tranquilamente.

"¿Eh?"

"Habló en serio Luciel, no puedes confiarte cuando se trata de tú salud, debes cuidarte, y deberías ponerte un abrigo."

"Entendido." – dijo Luciel que tomó los medicamentos, le pagó al doctor y se despidió. – "Nos vemos."

"¡Cuídate!" – grito el doctor que vio al joven terrícola correr.

"Hm."

"¿Qué sucede?"

"No me agrada." – dijo Liz.

"¿Por qué?"

"Muy débil… muy ruidoso."

"Bueno, es un terrícola, y, además, todos los niños son ruidosos." – dijo Aris.

"Puede ser, pero hay algo extraño en él, algo que no puedo explicar." – dijo Liz que empezó a preparar té.