Chereads / Melodías Calladas / Chapter 1 - Capítulo 1: El Silencio Antes de la Música

Melodías Calladas

🇨🇴altereskol
  • 7
    chs / week
  • --
    NOT RATINGS
  • 58
    Views
Synopsis

Chapter 1 - Capítulo 1: El Silencio Antes de la Música

La luz pálida del aula 203 parpadeaba sobre las cabezas de los estudiantes, proyectando sombras danzantes en las paredes. Takumi apretó los puños bajo el escritorio, sintiendo el fantasma de la adrenalina que antes recorría sus venas antes de cada combate. Ahora, en su lugar, solo había un zumbido monótono: el profesor de Economía hablando de gráficos de oferta y demanda. Esto no es para mí , pensó, clavando la mirada en el cuaderno frente a él, donde garabateaba versos sueltos en los márgenes. Letras sin melodía, historias que nunca compartiría.

La campana resonó, y el bullicio de sillas arrastrándose y risas lo sacó de su ensimismamiento. Recogió sus cosas con movimientos precisos, evitando el contacto visual. No necesitaba que nadie le preguntara por las cicatrices en sus nudillos o por qué un tipo de veintitrés años con cuerpo de luchador asistía a clases de primer año.

Decidió pasar por la cafetería antes de regresar a su pequeño apartamento. El aroma a café recién hecho y pan tostado flotaba en el aire mientras se abría paso entre las mesas atestadas de estudiantes. Fue entonces cuando la vio.

Sentada sola en una mesa al fondo, estaba ella. Akari. Su largo cabello negro caía como una cortina sobre sus hombros, y sus ojos oscuros estaban fijos en un cuaderno abierto frente a ella. Parecía ajena al bullicio a su alrededor, como si existiera en su propio mundo. Takumi notó cómo mordía el extremo de su lápiz, frustrada, tachando furiosamente algo en la página.

Antes de que pudiera darse cuenta, sus pies ya lo habían llevado hacia ella.

—¿Siempre te cuesta tanto escribir? —preguntó, sorprendiéndose a sí mismo.

Akari levantó la vista, su expresión tan fría como el invierno. Lo miró de arriba abajo, evaluándolo como si fuera un problema que necesitaba resolver.

—¿Y tú siempre interrumpes a desconocidos sin invitación? —replicó, su tono cortante pero controlado.

Takumi se quedó callado por un momento, incómodo. Estaba a punto de disculparse y alejarse cuando ella señaló el asiento frente a ella con un gesto breve.

—Siéntate. Pero no hables a menos que tengas algo útil que decir.

Intrigado, Takumi obedeció. Miró el cuaderno sobre la mesa. Las hojas estaban llenas de versos tachados, manchas de café y… una letra familiar. Su letra. Copiada de algún fragmento que había dejado olvidado en la biblioteca días atrás.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó, su voz más dura de lo que pretendía.

Akari ni siquiera parpadeó.

—Lo encontré. ¿Es tuyo?

—Sí. Y no recuerdo haberlo compartido con nadie.

Ella lo miró directamente, sus ojos negros perforándolo como dagas.

—No eres el único que guarda secretos, Takumi Kuroda. Sé quién eres. El boxeador que desapareció después de la pelea con Márquez. Y también sé que escribes.

Takumi sintió un escalofrío. Quiso negarlo, pero ella ya había abierto su mochila, revelando otro cuaderno idéntico al que él llevaba.

—Akari —dijo simplemente, sin extender la mano ni ofrecer una sonrisa—. Necesito tu ayuda.

—¿Mi ayuda? —repitió él, incrédulo.

—Sí. Para escribir canciones. Tú tienes talento para las palabras. Yo… tengo la voz, pero no sé cómo poner mis emociones en papel.

Takumi la observó detenidamente. Había algo en ella, algo que parecía esconderse detrás de esa fachada fría y distante. Como si temiera que alguien pudiera ver demasiado.

—¿Por qué debería ayudarte?

Akari lo miró fijamente, sus ojos oscuros insondables.

—Porque si no lo haces, puedo asegurarme de que todo el mundo en esta universidad sepa que el gran Takumi Kuroda se pasa las noches escribiendo poesía.

Era una amenaza velada, pero efectiva. Takumi apretó la mandíbula. Sabía que debería rechazarla, mantener su vida bajo control, pero algo en Akari lo intrigaba. Tal vez era la forma en que ponía murallas, como si temiera que alguien pudiera romperlas. O tal vez era la promesa de revivir algo que había perdido hacía mucho tiempo.

Finalmente, extendió la mano.

—Trato. Pero con una condición: nadie puede saber que estoy involucrado.

Akari asintió, su expresión impasible.

—Nuestro secreto.

Y así, en una mesa al fondo de la cafetería, el antiguo boxeador y la joven de corazón cerrado sellaron una alianza hecha de versos, secretos y la promesa de una revancha que ninguno esperaba.